Hacer un 'trochowski'

AYER, justo ayer, se cumplió un año desde que a Piotr Trochowski se le desprendió el cartílago de su rodilla derecha. Fue en aquel partido contra el Barça que, Mateu Lahoz mediante, empezó a descarrilar a aquel Sevilla de Míchel. Cuando a la sección de Deportes del periódico llegó el parte médico, nos miramos y dejamos que el silencio espeso y valorativo hiciera el resto. He de confesar que, en los meses posteriores, acogíamos con escepticismo las noticias alentadoras que, tras dos operaciones, se sucedían acerca de los progresos del medio. Y no por dudar del esfuerzo de alguien que se ha revelado como un profesional de una pieza. El recelo común radicaba en los precedentes, que avisaban de que Trocho lo tenía crudo para volver a hollar la hierba en un partido de alto nivel. Además, aún no ha llegado a redacción alguna una información sobre intervenciones quirúrgicas que no resultaron exitosas. Todas lo son.

Por eso, cuando Piotr recibió el alta médica y empezó a trotar en la ciudad deportiva, el periodismo deportivo, como todo aficionado cabal, aplaudió su sordo trabajo de 11 meses, su voluntad de hierro, la misma que ha forjado la grandeza alemana. A principios de septiembre reapareció en un amistoso en Córdoba. Y el sábado, en Anoeta, volvió a sentirse titular. Un año después. Ahí estaba el campeón, sintiéndose futbolista. Y aportando lo suyo. Ayudando a Alberto Moreno en la banda, desahogando en la media, animándose, con su motorcito, más arriba. Tanto se animó, que falló un gol clamoroso. Ayer, no pocos le echaban en cara haber hechoun Abréu: fallar un tanto hecho, como el que falló el uruguayo en su día. Hubiera supuesto el 0-2 en Anoeta y quién sabe si la victoria.

Yo, en cambio, propongo un término alternativo: hacer un Trochowski. Distinguiría al que vuelve a jugar al fútbol, el tiempo que sea, tras sufrir lo que él sufrió. Para fallar ese gol había que estar ahí. Y a él le sobró hombría para estar.