Salud y Bienestar

Comunidades terapéuticas, espacios para la integración

  • Con la reforma psiquiátrica de Andalucía, aprobada en 1984 por el Parlamento autonómico, se cerraron los manicomios basados en la reclusión casi de por vida del enfermo mental para así apostar por su recuperación médica y social

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Hace menos de tres décadas a la persona que sufría una enfermedad mental la recluían en un hospital psiquiátrico. Sin embargo, en los años 80, coincidiendo con el contexto sociopolítico de una España que tras un larga dictadura sentaba las bases de la libertad y la democracia, diversos profesionales sanitarios jóvenes lideraron la reforma psiquiátrica de Andalucía. Con su propuesta cogían de la mano a aquellos hombres y mujeres reducidos al olvido de las paredes manicomiales y defendían su derecho a formar parte de la nueva sociedad. Hoy, dispositivos de especialización como la Comunidad Terapéutica (CT) trabaja por la integración y la recuperación de una vida digna en afectados por trastorno mental grave.

M. F. tiene 39 años y la diagnosticaron siendo una adolescente de 18. Desde hace unos años asiste a la comunidad terapéutica de Santa Clara perteneciente al área del Hospital Universitario Virgen del Rocío, Sevilla. " Vengo los lunes a hacer talleres. Antes estaba en estancia completa pero cuando fui normalizando mi día a día, empecé a hacer más actividades fuera de la comunidad. Vivo con mi madre y estoy empezando a cogerle el gusto a vivir", dice M. F. que es una apasionada de la teología. La psiquiatra de la comunidad II del mismo área hospitalaria, Elena Fernández, explica que "en función de la patología, y las circunstancias de cada usuario se aplica uno u otro programa de estancia en la CT. Existe el completo, donde pernoctan los pacientes (sobre 17); el parcial o de Día, donde el usuario acude todos o determinados días a la semana (sobre 25-35 usuarios); y el de intervención en domicilio". La comunidad es una herramienta donde se trabaja la recuperación clínica y la recuperación social, y tiene una duración de entre 6 meses y 2 años aproximadamente. El abordaje terapéutico tiene una concepción bio psico social formado por el tratamiento farmacológico, la realización de talleres ocupacionales, la programación de actividades lúdicas dentro y fuera del recinto, y el trabajo diario para la adquisición de responsabilidades por parte del afectado (autocuidado, habilidades sociales…). "Se trata de que la persona tome las riendas de su vida y de la enfermedad, y no a la inversa.", defiende Mercedes Rueda, coordinadora la CT de Salud Mental San Cecilio, Granada. En Andalucía hay 14 dispositivos de este tercer nivel de especialización repartidos por las distintas provincias.

R. G.. tiene 33 años y forma parte del programa desde hace unos meses. "Los fines de semana me voy a casa de mis padres, mi familia es el amor más grande que tengo", cuenta la joven. Entre sus síntomas está la apatía, el insomnio, y sufre de alucinaciones auditivas que describe como "un ruido muy molesto que te acompaña, que te habla al oído y no te deja estar". R. G. es una mujer educada y dulce con un deseo muy claro, "curarme, dejar de fumar, y vivir en paz y armonía con todas las personas y la naturaleza". Unos deseos que comparte, Ángel Bordallo (41). Antes del diagnóstico, este hombre había estudiado administración, imagen y sonido, y cultivaba un gusto por el cine que mantiene. Superada las crisis de su enfermedad, intenta resignificar su lugar en el mundo. Un equipo multidisciplinar formado por psiquiatras, psicólogo, terapeuta ocupacional, trabajador social, enfermero, y monitores… lo ayudan. "Lo que más me gusta de la CT es que puedo salir a tomarme un café, dar un paseo, y he establecido relaciones de amistad muy peculiares", relata Ángel a golpe de sonrisa.

Pero si hay una historia ejemplo de la evolución en el tratamiento de la salud mental es la de S. T., natural de Alcalá de Guadaíra, Sevilla. "A mí me ingresaron con 7 años en el manicomio de Miraflores porque mis padres decían que era muy traviesa", lamenta la mujer que hoy cursa los 48 años de edad, y a quien la enfermedad y el sistema de antaño han marcado psíquica y físicamente. "El manicomio era peor que la cárcel, un sistema totalmente injusto, sin libertad. Estoy muy contenta de que se cerrara", narra. Paradojas del destino, S.T comparte actividades en la comunidad con un monitor que conoce desde que era niña, José Luis Medina. "Yo jugaba con ella en el psiquiátrico porque mis padres eran cuidadores allí. Como estudiaba en un colegio cercano iba a visitarlos, y conocí entonces a S. T.", dice José Luis. Además, él con 18 años entró a trabajar en la institución siguiendo así la profesión de sus padres. "Del manicomio recuerdo horrores, eran cerca de 2000 criaturas hacinadas y mezcladas, había toxicómanos, alcohólicos, hasta homosexuales ingresados. Era un auténtico cementerio de personas vivas", recuerda.

Algunos de los protagonista de la comunidad terapéutica como S. T. y José Luis han sido testigos en primera persona de la evolución en el tratamiento psiquiátrico en Andalucía. Otros, saben de las viejas historias por el boca a boca. En cualquier caso, el trabajo actual en salud mental va dirigido a crear oportunidades donde antes sólo habían grandes muros de alambre, silencio y olvido.

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