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Música barroca para un juez y un abuelo muy renacentista

  • Manuel Rico Lara recibe en su 28ª edición el premio Plácido Fernández-Viagas que anualmente concede la Asociación Derecho y Democracia.

Manuel Rico Lara relevó a Plácido Fernández-Viagas como juez en Santa Cruz de la Palma. El relevo afectuoso se hizo extensivo a sus respectivas esposas, Elisa Bartolomé y María Castelló, dos valientes de la Sevilla civil que soportaron estoicamente y cada una a su modo las vejaciones que sufrieron sus compañeros, la afrenta a sus derechos por defender la democracia. Rico Lara recibió ayer en su vigésimo octava edición el premio Plácido Fernández-Viagas en un acto cargado de simbolismo y emotividad.

Una joven abogada, Eulalia Peralta (Paradas, 1974), presidenta de la Asociación Derecho y Democracia, introdujo el acto en el antiguo convento de Santa María de los Reyes. La trayectoria de Rico Lara la trazó Pedro Ruiz-Berdejo, amigo personal de Plácido Fernández-Viagas, presidente de la Junta de Andalucía en años de quimera y desplantes.

Rico Lara propuso varios viajes en el tiempo y el espacio para adentrarse en su vida: el niño que nació monárquico (23 de marzo de 1931) y que a las dos semanas se hizo republicano. El juez que se inició en Olvera y vivió un zigzag geográfico de la sierra gaditana a Torrelavega, de la fabril Montaña a Valdepeñas, de los dominios del Quijote a San Sebastián, ya como magistrado y con otros paréntesis finalmente a Sevilla. Aquí fue juez de Vagos y Maleantes, así se llamaba, de Familia, "juez de los divorcios que divorciaba con humor y con poesía", según Ruiz-Berdejo, y juez de Menores, cuando le sobrevino lo que su presentador llamó "la canallada".

Rico Lara, como es habitual en él, se acordó de sus heterodoxos favoritos: Mariana Pineda, Torrijos, el general Riego, el magistrado Jovellanos, que padeció presidio en el castillo de Bellver de Mallorca. Él mismo fue heterodoxo para la temible ortodoxia de la ciudad. Con su sutileza de hombre leído a ese primo del Gran Hermano le llama "la celosía", que también se cierne sobre su amigo el juez Francisco Serrano.

El viaje más hermoso fue el que hizo en el tiempo. Tras las palabras vino la música: la de su nieta Irene Rico Teixeira, 10 años recién cumplidos, que interpretó al chelo parte de una sonata de Benedetto Marcello (1686-1739), y la de su hijo Ventura Rico, director de la Orquesta Barroca de Sevilla, que ofreció otra sonata del músico holandés Johannes Schecnk (1660-1712). Música barroca para un padre renacentista.

Al acto asistieron María José Segarra, fiscal-jefe de Sevilla, Luis Fernández Arévalo, fiscal de Vigilancia Penitenciaria, José Joaquín Gallardo, decano del Colegio de Abogados, María Asunción Milá, los abogados Manuel del Valle (ex alcalde de Sevilla) y Manuel Fernández del Pozo, el comisario para el Polígono Sur Jesús Maeztu, el escritor y médico Ismael Yebra y Plácido Fernández-Viagas Bartolomé, primogénito del juez tangerino que presidió la Junta. En las primeras filas, María Castelló, hija de Ventura Castelló y Dulce del Moral, madre y abuela de los artistas invitados.

Rico Lara recordó a sus maestros, recitó a Borges y con su particular ironía de cáustico indignado denunció un sistema que practica "el socialismo para los ricos y la libre empresa para los pobres". Más que barroco barroquismo. Un juez ha llegado a la alcaldía, su amigo Juan Ignacio Zoido, y otro al cénit del reconocimiento. Una buena semana para el oficio.

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