"Las mujeres tenemos que echar valor y luchar, no quitar las denuncias"

Raquel Escalante salvó la vida de milagro tras ser agredida por su pareja, que la atropelló a las puertas de la Comisaría de Policía

"Las mujeres tenemos que echar valor y luchar, no quitar las denuncias"
"Las mujeres tenemos que echar valor y luchar, no quitar las denuncias"
Jorge Muñoz

30 de mayo 2016 - 05:03

Raquel Escalante es hoy una persona nueva. Ella misma dice que es como si hubiera vuelto a nacer. Es feliz. Espera su tercer hijo. Su alegría es tan visible que, a primera vista, nadie sería capaz de adivinar el calvario por el que tuvo que atravesar hace tan sólo un año y del que se salvó la vida de milagro. A sus 28 años, Raquel es una víctima de la violencia machista que puede contar su historia. Su anterior pareja la atropelló en mayo del año pasado a las puertas de la Comisaría de la Policía Nacional de Camas, a donde la joven había acudido precisamente para presentar una denuncia por malos tratos y amenazas de muerte. En el último año la joven se ha recuperado físicamente, como puede apreciarse en las fotografías, pero le han quedado importantes secuelas: ha perdido completamente la audición de un oído, parte del otro; no tiene sentido del olfato ni del gusto; tiene limitación en un rodilla; una importante cicatriz en el hombro sobre el que le pasó una rueda; y no se descarta que en el futuro tenga que ser operada de un coágulo provocado por una fractura de cráneo.

Raquel ha querido contar su caso a este periódico y para ello ha rechazado incluso la posibilidad de ser fotografiada de espaldas. Aunque sigue teniendo miedo, no quiere ocultarse. Quiere que su testimonio ayude a otras mujeres para que no tengan que pasar por lo que ella soportó.

La joven está tranquila durante toda la entrevista, en la que está acompañada por sus abogados Javier Lasarte y Sandra Montes, quienes la han ayudado en estos meses.

La primera pregunta traslada a la víctima al momento en que inició la relación con el joven que luego intentaría matarla, identificado como J. P. L., de unos 25 años. "Él no me había agredido nunca. Era cariñoso, atento, bueno y trabajador, pero muy celoso", comenta Raquel, que recuerda que la relación se prolongó durante sólo ocho meses. En ese corto tiempo, tuvieron varias fases de convivencia. Nada más iniciar la relación, al mes, él quería que vivieran juntos, por lo que el joven se fue a vivir con Raquel a la casa de sus padres. "No me dejaba salir sola".

Tras esa primera convivencia, se fueron a vivir a Camas, a una casa a la que también se trasladaron los padres de ambos, pero esa situación sólo duró unas tres semanas. "Ahí empezó la agresividad, porque no quería que me fuera con mis padres a Castilleja. En una ocasión me tiró el móvil al suelo porque pensaba que estaba hablando con otro chico" y tras este primer episodio de violencia, el joven le prometió que iba a cambiar, que acudiría a un psicólogo y le pidió por favor que siguieran juntos.

Raquel decidió entonces darle una segunda oportunidad y volvió a Camas con él, en este caso conviviendo ya solos como pareja. Pero esta etapa fue muy breve. "Me acordaré toda mi vida, fueron dos semanas muy malas. Él golpeaba las paredes y gritaba. Le dije que quería que siguieramos como amigos pero él decía que yo era suya".

Y en este contexto es cuando llega el día de autos. El 3 de mayo de 2015. "Le intenté dar la última oportunidad. Fuimos a la playa, a Matalascañas, y al regreso comenzó a recordarme a mi ex pareja". La discusión continuó en el domicilio de Camas, donde según refleja la propia Fiscalía en su escrito de conclusiones provisionales, el acusado agarró a Raquel por los pelos y la zarandeó.

"Era la primera vez que me ponía la mano encima, por lo que tuve que salir corriendo y esconderme debajo de un coche". Asustada, Raquel avisó a su antiguo novio, que se presentó con su coche para llevarla a casa de sus padres.

El acusado los siguió en su propio vehículo, realizándole varias llamadas al móvil y anunciándole que acabaría con ella. "Ahora te vas a enterar tu, puta, voy a matar..." a su ex pareja. J. P. L. los persiguió hasta la Comisaría de la Policía Nacional en Camas, aunque su víctima no lo sabía. Una vez dentro de las dependencias policiales, Raquel recibió otra llamada de su agresor. Los agentes le pidieron que pusiera el manos libres del teléfono y oyeron los insultos y las amenazas de muerte, por lo que le dijeron que cortara la llamada.

Los policías le pidieron a Raquel que cogiera el DNI que había dejado en el coche de su acompañante y fue en ese momento cuando el acusado la atropelló. "No me dio tiempo a nada, vi una luz. Recuerdo que lo vi a él, porque tengo grabada su cara mirándome, no sé lo que le pasó por su mente". Raquel quedó sobre el capó del coche y el conductor siguió la marcha unos metros hasta que la víctima cayó al suelo, momento en que le pasó el coche por encima del hombro izquierdo y quedó inconsciente.

Tras la agresión Raquel cree que ha vuelto a nacer. Al contar su caso sólo pretende que "ninguna mujer pase" por lo que ella ha pasado. "Las mujeres tenemos que echarle valor a estas personas. Pido a las mujeres que si ponen una denuncia que no la quiten, que luchen", reclama Raquel, que considera que contra el maltrato no hay segundas oportunidades. "Me arrepiento de no haber denunciado cuando se produjo la primera agresión, pero la vida me ha dado una gran oportunidad".

Raquel quiere que se haga Justicia, que su agresor "se quede en prisión el tiempo máximo, aunque no le deseo ningún mal". La joven confiesa siente temor ante la posibilidad de que cuando cumpla su condena "vaya a buscarla", y recuerda que ha tenido que poner una denuncia contra los familiares del detenido por unas amenazas.

La joven concluye la entrevista con palabras de agradecimiento para los policías de Camas que la ayudaron y, en especial, a la agente Mar, por la atención que le ha dispensado todo este tiempo. Su valiente relato es un testimonio de esperanza que puede animar a otras mujeres a pedir ayuda y a denunciar a sus agresores.

stats