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Sevilla

El mensaje metropolitano

APENAS quedan cuatro semanas. Un mes justo. Tras la Semana Santa, y camino de una Feria que se comerá los actos oficiales de inicio de la campaña (sin auditorio disponible hacer el teatro electoral será un episodio digno de ver), los dos grandes candidatos a la Alcaldía de Sevilla, Zoido (Juan Ignacio) y Espadas (el senador) volvieron ayer a retomar sus respectivas agendas políticas con ritmos divergentes.

El PP, como suele hacer, sin matarse: Zoido se reunió con los vecinos del barrio de Tablada (de origen militar) para criticar que el gobierno local (ya en fase de despedida) no lo haya incluido en el plan de emergencias de la Feria. Cuestión de Estado, al parecer. El PSOE, en cambio, continúa intentando ganarle horas imposibles al calendario a base de atracos en plan puerta a puerta (puerta fría, se le llama a la figura en el gremio de los comerciales), presentación de programas de barrio y, como colofón, puesta de largo colectiva de uno de los grandes ejes de la campaña de su candidato: el mensaje metropolitano.

De todo este menú, que parece amplio pero en realidad no lo es tanto, me llaman la atención dos cuestiones. La primera: la idea de Zoido sobre el barrio de Tablada. Parece lógico que esta zona de Sevilla, que es una de las que más sufren la celebración de la segunda gran fiesta de la ciudad dada su cercanía al real (es un avance que un político, sobre todo de derechas, entienda que existen sevillanos que no participan de la alegría de las vísperas), sea incluida en el dispositivo de seguridad. Claro que, puestos, quizás habría que incluir a media Sevilla dentro de estos planes especiales. El problema de la Feria y de la Semana Santa es que afectan de lleno a determinadas zonas de la ciudad cuyos residentes, en ciertos casos, no participan con el entusiasmo debido de este tipo de ceremonias tribales. Parece razonable que se intente reducir sus molestias. Sin diferencias, además.

Dicho esto, lo llamativo es que Zoido pidiera ayer una especie de blindaje del barrio de Tablada para que los feriantes (los que van a la Feria) no taponen sus calles, rompan sus aceras y, en general, los vecinos tengan que soportar la falta de educación de quienes van a divertirse al real sin importarle nada más. Nada que objetar a la idea. Sólo me surge una cuestión: ¿Lo que, según Zoido, es lógico en el caso de Tablada no lo es igual para el Casco Histórico? Lo digo porque el candidato popular se ha posicionado en contra del plan de cierre al tráfico del centro que, a pesar de todos sus errores, que son muchos, no parece que al final haya sido una tragedia y, sin embargo, ahora reclama ese mismo tratamiento en un zona urbana concreta. ¿En qué quedamos? La diferencia es de tamaño y de tejido comercial, se dirá. Puede ser. Pero el problema de fondo es el mismo: hay quien cree que la libertad consiste en entrar con el coche propio donde le plazca y aparcar en cualquier sitio (sea Tablada o el centro) y que los que allí viven no tienen derecho a abstenerse del entusiasmo general.

Segunda cuestión: el proyecto metropolitano de Espadas. Ya hemos dicho aquí que el candidato socialista debía pasar de las palabras a los hechos. De esta cuestión se viene hablando en Sevilla, sin resultados reales, desde hace ya más de dos décadas. Incluso desde antes. Hasta ahora poco se ha avanzado. Esencialmente porque los alcaldes (socialistas) de las localidades afectadas han mirado con desconfianza la idea.

Ayer Espadas se hizo una foto con los 46 candidatos del PSOE a las alcaldías de esos municipios para evidenciar que se trata de un proyecto conjunto, colectivo. Sin echar las campanas al vuelo, que no es prudente, parece un buen comienzo. Esperemos que no se quede en eso: en un reiterado comienzo. La vertebración metropolitana de Sevilla es el único activo real con el que cuentan la capital y su entorno para poder captar inversiones económicas y atenuar el paro. No es un asunto fácil, pero resulta inevitable. En economía no existen los milagros. Quienes durante los últimos años pregonaron la bondades del caso español ocultaban que el sueño era el germen de una pesadilla: la falta de alternativas a la actividad inmobiliaria. Cuestión de cimientos. El documento presentado ayer por los socialistas sobre la Gran Sevilla no es, digamos, de perfil popular. La gente quizás no entienda del todo lo que son las economías de escala, sabe relativamente poco de la sostenibilidad, aunque les suene la palabra, y anda muy justa de conceptos como los clústeres transectoriales. A los socialistas les haría falta menos prosopopeya a la hora de explicar los beneficios de desarrollar una estrategia económica única en el área metropolitana. No es tan complicado. Basta bajar a la calle. Cualquiera entiende que, con la que está cayendo, la suma de esfuerzos es obligada. Una empresa de Tomares puede contratar trabajadores de Sevilla. Y viceversa. Hasta ahora sólo ha existido una cierta visión metropolitana, pero desajustada, en el mundo del ladrillo. Va siendo hora de buscar otros campos de actividad. Existe además un Plan Metropolitano que identifica suelos aptos para proyectos industriales. Ya es algo. Faltan otras cosas: una política fiscal similar, la coordinación de los programas de formación y sustituir la habitual competencia entre los municipios sevillanos por la colaboración real. Recorrido por hacer hay. Habrá que ver qué ocurre. Aunque este asunto supera la inminente pugna electoral. Sencillamente es cuestión de vida o muerte.

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