Con seis goles, la idea es sublime (6-4)

Sevilla FC- Espanyol

El Sevilla se impone al Espanyol en la locura ofensiva propuesta por Sampaoli. Los blancos atacan y atacan sin cesar en un gran espectáculo.

Con seis goles, la idea es sublime (6-4)
Con seis goles, la idea es sublime (6-4)
Francisco José Ortega

20 de agosto 2016 - 21:42

El Ramón Sánchez-Pizjuán vivió el primer triunfo oficial del Sevilla de Jorge Sampaoli y sus habituales se marcharían maravillados con el espectáculo que gozaron. No en vano, los blancos arrancan en esta Liga con una victoria, algo que no venían haciendo últimamente en los estrenos, y, además, pudieron presenciar seis goles anotados por los suyos. Hasta ahí, lo positivo, que fue mucho más que lo negativo, por supuesto que sí, pero en el debe cabe ubicar que Sergio Rico encajó cuatro goles y encima tuvo que realizar algunas intervenciones de mérito en el tramo final para evitar que el éxtasis volviera a esfumarse.

La idea de Sampaoli, por tanto, compareció en toda su plenitud, sin el más mínimo término medio y es seguro que todos los aficionados nervionenses saldrían por los vomitorios de su remozado estadio narrando los goles y las florituras de los suyos. Tal vez los más puristas, eso sí, lo harían también lamentando las facilidades defensivas que da el equipo, pero ayer no era un día para ponerse quisquilloso. Su equipo les había demostrado que también se puede ganar de esa manera tan cercana a la que se vivía en los tiempos de la delantera Stuka. Porque eso, más o menos, es el planteamiento de partida que propone el entrenador argentino con la diferencia de que el físico de los futbolistas tal vez les permita cubrir muchísimo más campo.

En el análisis de la bendita locura que se vivió ayer en el barrio de Nervión, bendita porque el Sevilla anotó dos goles más que su rival, claro, lo primero que llama la atención es el dibujo táctico con el que pone en el campo Sampaoli a los suyos para afrontar la visita del cartesiano Espanyol de Quique Sánchez Flores. El nuevo inquilino del banquillo blanquirrojo partió, además de con Sergio Rico, con dos defensas, en este caso los centrales Pareja y Mercado; después había una línea de tres integrada por los encargados de las bandas, Mariano y Vitolo, sí Vitolo, y el medio centro, N'Zonzi; más adelante otros tres elementos, Kiyotake, Franco Vázquez y Sarabia, que son los encargados de acarrear los balones a los dos delanteros, Vietto y Ben Yedder. Si esto se jugara en un futbolín, serían cinco barras las necesarias, pero está claro que no es así y que los elementos se van moviendo en el transcurso de las jugadas.

Así, Vitolo, el teórico lateral izquierdo, aparecía conduciendo en la posición de extremo derecho y no pasaba absolutamente nada. O en cada balón perdido atrás la desprotección era absoluta sencillamente por la ausencia de futbolistas. El Sevilla, con semejante propuesta, arrancó con un ritmo frenético y Vietto pudo anotar ya dos tantos en los 11 primeros minutos de juego, uno en un pase de Kiyotake y otro en una espectacular tijera, pero quien marcó fue Piatti entre las dos jugadas y merced a las facilidades locales atrás.

Pero lo bueno de este Sevilla estuvo en que no se vio afectado por ninguno de los golpes que encajó, que también fueron varios. La tropa de Sampaoli siguió igual que había comenzado, dispuesta a atacar, atacar y atacar. No tardó mucho, pues, en darle la vuelta al marcador, como tampoco lo haría el Espanyol en volver a poner las cosas a su favor con un 2-3. Los visitantes querían jugar con más orden, pero no podían, era imposible, se les venía encima un verdadero huracán. Tanto es así que al descanso se llegó con todo igualado a tres. El Sevilla es serio candidato a ser el equipo más visto por los aficionados neutrales, es garantía de espectáculo.

Otra cosa era lo que pensaban los suyos en ese intermedio, en esa extraña sensación mezcla del placer por el juego disfrutado y de la desazón por los goles recibidos, de manera tan fácil para el rival además. Si Sampaoli era capaz de abundar en lo bueno y remediar lo malo en el descanso...

El argentino no tocó ninguna de las piezas, todo siguió igual en ese ideario de ataque permanente, pero la diferencia estuvo en que fueron cayendo los goles. Hasta tres, de una factura maravillosa además. Si bueno fue el golpeo de Franco Vázquez en el 4-3, igual de brillante fue la jugada del 5-3 obra de Ben Yedder con una exhibición de Sarabia hasta propiciar que el francés enseñara su excelente definición. Y encima llegaría el tanto de Kiyotake en otra espectacular combinación desde el centro del campo sevillista.

Con 6-3 el partido debería haber estado rematado para el Sevilla, pero aún restaba un cuarto de hora y está claro que el aficionado sevillista deberá proveerse de pastillas para las emociones fuertes de su corazón. Pese a que Sampaoli ordenó mayor control del balón, el Espanyol volvió a marcar y hasta estuvo a punto de estrecharlo todo de nuevo. Pero no lo hizo y en la visión más real el Sevilla adicionó los tres primeros puntos a su casillero. Si además lo hace marcando seis goles, mejor que mejor. En el día de ayer, la idea de Sampaoli fue sublime, eso dicta el resultado.

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