Luis Gutiérrez. Catador de los vinos españoles para la 'guía Parker'

"Estamos haciendo del vino una secta y asustamos a la gente"

"Estamos haciendo del vino una secta y asustamos a la gente"

"Estamos haciendo del vino una secta y asustamos a la gente"

-¿Qué le trae por Sanlúcar de Barrameda?

-Bueno, esta vez he venido a catar los vinos del Marco de Jerez y algunos otros de Andalucía y, de paso, voy a presentar el libro -Los nuevos viñadores (Planeta Gastro)- dentro del cartel de catas de La Taberna der Guerrita. Pero suelo venir todos los años y combino trabajo con compartir vinos y pasarlo bien con los amigos.

-Repartir los puntos Parker es una gran responsabilidad no exenta de presión. ¿Cómo lo lleva?

-Mi trabajo es escribir artículos, sólo que estos artículos van acompañados de notas de cata y puntuaciones de los vinos. Para mí es muy importante enterarme de qué está pasando, hablar con la gente, ver los viñedos, el sitio... porque al final los vinos los entiendes cuando pisas el viñedo. Todo al final se resume en un número, en la puntuación, que para mí es una jerarquía de cómo veo la calidad de los vinos. La gente se cree que yo hago una lista de números, pero si hiciera eso trabajaría dos días cada dos meses y no es así. Acabo de estar en Galicia y sólo las notas de cata y las explicaciones de las bodegas dan para otro libro.

-Cuando Luis Gutiérrez empieza a trabajar con Robert Parker, el vino de Jerez no existía para su guía ...

-Cuando empecé vi que nunca se había hecho un artículo sobre los vinos de Jerez en Wine Advocate y fue lo primero que hice. En la publicación se habían catado algunos jereces fuera de contexto y sin terminar de llegar al fondo del vino, que para mí es importante. Yo soy ingeniero, soy cuadriculado y me gusta entender el por qué de las cosas, que me cuadren. Y el vino es mucho más que lo que va en la botella. Es todo lo que hablamos en el libro del contexto, las tradiciones, la cultura, el paisaje, los sitios, la gastronomía... Para mí todo eso es información y los artículos que escribo en Wine Advocate son muy parecidos a lo que he hecho en el libro. Creo que a la gente le interesa mucho más que hable de eso y no los números, que no voy a decir que sean una anécdota, pero sí una simplificación y una jerarquía de la calidad de los vinos.

-¿Es un trabajo o un estilo de vida?

-El vino no es una vocación, es una pasión, una locura que te ocupa todo el tiempo, y los que estamos metidos en esta locura somos felices, porque nos gusta lo que hacemos y nos divierte.

-'Los nuevos viñadores' es un libro de vinos en el que habla muy poco de vinos.

-Sí. Es un libro de historias, de historias humanas, de gente, de quiénes son, dónde viven, qué hacen, pero mi objetivo era que este libro se lo pudiera leer mi madre, que no entiende nada de vinos, cero. No quería escribir un libro técnico porque creo que a la gente la asustamos mucho cuando hablamos de esa manera y hacemos todo tan complicado y exclusivo. Me revienta que la gente te diga que no bebe vino porque no entiende, pero sí comen carne sin tener ni idea.

-¿Por qué esa manía de hacer tan complicado el mundo del vino?

-El vino te gusta o no te gusta, y a partir de ahí te puedes complicar todo lo que quieras, porque es un mundo supercomplejo, infinito. Cuanto más aprendes te das cuenta que no sabes nada. Es importante que intentemos normalizar todo esto y acercar el vino a la gente porque estamos haciendo un gueto, una secta del vino, y nos estamos quedando solos. Tenemos el consumo per cápita más bajo de Europa y para mí eso es tremendo.

-¿Qué siente cuando se topa con un vino de 100 puntos Parker?

-Siempre digo que es un vino que te acelera el corazón, que realmente te emociona, te vuelve loco, te rompe la cabeza. Y después de probarlo, me pongo a buscarlo por todos lados para comprar las botellas que encuentre cueste lo que cueste.

-En su libro se nota que le tira el terruño.

-Creo que la diversidad que tenemos en España es muy importante y en el libro muestro esa diversidad y cómo esos vinos reflejan esos sitios. Se pueden hacer vinos iguales, que a mí no me gusta nada, pero según te adentras quieres más diferenciación y personalidad, que es lo que quiere ahora mismo el mercado. España tiene una ventaja tremenda porque tenemos un montón de uvas autóctonas que despreciábamos y ahora las estamos recuperando. La estandarización en España era la Tempranillo, que se cocía en algunos sitios. ¿Cómo vas a hacer en una zona subtropical y con uvas sin color un Ribera del Duero? Pues se ha intentado y, claro está, sale un churro.

-¿Qué nos falta?

-Nos falta creer en lo nuestro y el paso grande es que estamos empezando a hacerlo. Siempre hemos tenido cierto complejo, como con las variedades mejorantes. ¿Qué pasa, que las tuyas no valen y necesitas algo que las mejore? Es bastante loco. Se trata de no hacer todos lo mismo, de hacer vinos diversos y adaptados a cada sitio. Eso está pasando en Canarias, en Galicia y en Jerez, Ahora mismo hay una receptividad tremenda de estos vinos diferenciados en Inglaterra y en Estados Unidos. El tema del jerez es bestial y, para mí, Equipo Navazos ha vuelto a ponerlo en el punto de mira mundial. La gente cuestiona lo que hace, algo tan fácil como seleccionar vinos y ensañarlos como son, pero ¿por qué no lo ha hecho nadie antes?

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