fotografía | estampas de un pionero

Luis Masson, el primero de los fotógrafos

  • El francés emerge como uno de los grandes de la fotografía del siglo XIX desde Sevilla, donde triunfó con las vistas de monumentos y las reproducciones de cuadros de Murillo

Pocos hombres tan en penumbra en la fotografía como Luis Masson, del que hasta ahora poco se sabía. Lo que nos había llegado de su vida era insuficiente. Unos cuantos datos, un puñado de imágenes, algún lugar de residencia y mil incógnitas. Sólo dejó una fecha de nacimiento y una profesión, la de "fotógrafo de muertos", que lo puso injustamente en el sendero de la extravagancia. Pero nada más lejos. Una exposición y una monografía lo acaban de fijar como "uno de los más grandes fotógrafos que trabajaron en España durante el siglo XIX", alojado en esa escudería de pioneros de la que forman parte Charles Clifford y Jean Laurent, entre otros.

De él se sabe ahora que nació el 31 de julio de 1835 como Louis Leon Masson en Tours, Francia, y que cuando llegó a Sevilla ya tenía el oficio rozado por la fotografía. Al menos así lo plantean Juan Antonio Fernández Rivero y Teresa García Ballesteros en el libro Descubriendo a Luis Masson (Ediciones del Genal) al comprobar la notable calidad de su primera producción en la capital andaluza. "Podemos suponer que trabajó previamente en el taller de algún fotógrafo profesional", señalan los autores, quienes lo sitúan, quizás, en la infantería de técnicos que la industria fotográfica de París reclutó en pleno auge para ampliar sus catálogos de vistas de ciudades.

Llegó a ser un importante proveedor fotográfico del duque de Montpensier

Masson abrió estudio en la primavera de 1858 en el número 50 de la calle Escobas (actual Álvarez Quintero), donde también tendría su vivienda. Según consta en los padrones municipales, con él residían allí su mujer, Lorenza Simonin Berard, y su madre, Luisa Bene y Bene [sic]. En dura competencia con otros fotógrafos (Jules Beauchy, Alejandro Massari y Gumersindo Ortiz, entre otros), el francés ofreció sus servicios de forma reiterada con anuncios en el periódico El Porvenir: "Retratos de todos los tamaños sobre placa, cristal y papel. Taller de fotografía y daguerreotipo [sic] de Luis León, calle Escobas número 50. La señora Luis [sic] retrata también a señoras".

Sin embargo, según desvela Descubriendo a Luis Masson, la principal actividad del nuevo negocio no fueron los retratos. "Desde sus inicios sería la realización de vistas y monumentos, y en menor medida la reproducción de pinturas, las facetas en las que invirtió mayores energías, pues eran actividades menos extendidas", señalan Fernández Rivero y García Ballesteros, especialistas en la fotografía del siglo XIX. Ellos calculan que Masson tomó unas 800 imágenes durante su estancia en Andalucía, donde permaneció hasta 1870. La mayoría, de Sevilla (el Alcázar, la Catedral, algunas vistas del Guadalquivir...), pero también de Málaga, Granada, Córdoba, Cádiz y Jerez.

Luis Masson, quien trasladó el estudio a nuevos emplazamientos -la calle Sierpes, la plaza de San Francisco y la Avenida, en el tramo conocido entonces como Génova- a medida que crecía el negocio, también realizó numerosas reproducciones fotográficas de obras de Murillo, situado por aquellos años en la cúspide de su fama internacional. Son imágenes de los lienzos conservados en el "Museo de Pinturas", el actual Bellas Artes, y en la Catedral, aquí por encargo de un inglés llamado Charles Morse, muy interesado en el pintor barroco. No fotografió, sin embargo, los cuadros de la Caridad, quizás porque Charles Clifford, uno de sus competidores, ya hizo antes esa labor.

Fueron, acaso, sus mejores años. Incluso ganó fama en el exterior. Su nombre fue incluido con una mención honorífica en el catálogo oficial de la Exposición Universal de Londres de 1862. "L. Masson, el fotógrafo francés que ha fijado su residencia en la capital de Andalucía (calle de Génova) y que con tanto acierto va reproduciendo todos los monumentos antiguos y modernos de esta parte de España, todas las obras del inmortal Murillo y todas las vistas más pintorescas de este hermoso suelo, fue premiado en el departamento francés de la Exposición. ¿Por qué no quiso honrar nuestro departamento exponiendo en él las obras que admiramos los aficionados de Andalucía?", anotaron los corresponsales enviados allí por la Diputación de Sevilla.

Además, la investigación de Fernández y García, rematada en una muestra que pudo verse en el Centro Andaluz de la Fotografía y que pronto llegará al Museo Lázaro Galdiano de Madrid dentro de la programación de PhotoEspaña, sitúa a Luis Masson en la órbita de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, quien mantuvo una peculiar fascinación por el joven invento de la fotografía. Así, junto a Clifford y Leygonier, él llegó a ser uno de los principales proveedores fotográficos de la familia aristocrática, asentada a modo de Corte Chica en el palacio de San Telmo. Hoy se conservan varios álbumes en manos de los Orleans con el sello del estudio del francés.

Precisamente, esa vinculación con el duque de Montpensier sobrevuela en la extraña salida de Luis Masson a Madrid, donde se instaló como "fotógrafo y agente de negocios" en un entresuelo de la calle de Alcalá, lugar inadecuado para establecer allí un gabinete fotográfico. Tampoco ejerció su profesión de cara al público ni publicó anuncio alguno sobre sus servicios. Por todas estas razones, los autores de Descubriendo a Luis Masson sugieren que, al margen del interés profesional de ampliar el catálogo de vistas con ciudades y monumentos que no fueran andaluces, estuviera cumpliendo en la capital de España alguna misión para el aristócrata.

A esa hipótesis también conduce la desaparición del fotógrafo tras la caída en desgracia del duque de Montpensier a comienzos de la década de los 70. "Si llegó a tener algún papel, por pequeño que fuera, en las intrigas del aristócrata, o quizás sólo por su inclinación política, aquél era un buen momento para ausentarse de la corte", sugieren los investigadores, quienes achacan a esta relación la casi ausencia de trabajos suyos en la Biblioteca Nacional o en los archivos del Palacio Real. Por el contrario, el rastro de las imágenes de Masson llega a Valladolid, Ávila, Salamanca y Burgos hasta llegar a la frontera con Francia por el río Bidasoa, en Hondarribia.

Tras ocho años sin noticias ciertas, aparece instalado de nuevo en Sevilla en 1879. "La fotografía L. Masson está abierta todos los días desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde. Retratos de todos los tamaños y según el arte fotográfico más moderno. Vistas y copias de los cuadros del Museo, sacadas de los originales. Calle Santa María de Gracia, esquina a la Campana", se lee el 2 de noviembre en el periódico El Porvenir. A partir de aquí, casi todo es confusión. ¿Tuvo un hijo? ¿Murió en Sevilla o lo hizo en Francia, a donde regresó tras el fracaso de su segunda aventura comercial en la capital andaluza? Definitivamente, su rastro se pierde en 1881. Ahora emerge como uno de los más fotógrafos más importantes del siglo XIX en España. Un pionero.

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