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Ponce de León a Montequinto: cuatro décadas o cuatro siglos

  • Memoria. Un libro con testimonios de antiguos alumnos conmemora los 400 años de las Escuelas Pías, obra de San José de Calasanz, y las vivencias del colegio de los Escolapios

Dos de los tres alcaldes socialistas que ha tenido Sevilla en las últimas cuatro décadas pasaron por el colegio de los Escolapios, Manuel del Valle Arévalo y Alfredo Sánchez Monteseirín. Éste es uno de los 26 antiguos alumnos que colaboran en el libro Somos Escolapios, de Ponce de León a Montequinto. Un viaje en el espacio, el traslado hace cuatro décadas desde la collación de Santa Catalina a Las afueras, como titula su trabajo Pepe Serrallé, director de la Casa de los Poetas; un viaje en el tiempo, los cuatro siglos desde que San José de Calasanz fundara en Roma las Escuelas Pías para Niños Pobres.

Del colegio fundado en Sevilla en 1888 quedan la presencia en el callejero -Escuelas Pías-, la escalera principal y los miles de vivencias. Dos nombres propios de Ocnos, el poeta Luis Cernuda que lo escribió y José María Izquierdo, el único nombre propio de esta cumbre de la prosa poética, fueron alumnos de los Escolapios, por donde pasó Manuel Blasco Garzón, el abogado que organizó como presidente del Ateneo el homenaje a Góngora que fue la génesis de la generación del 27.

Por sus aulas pasaron Cernuda, poeta del 27, y el abogado que reunió a la generación

José María Izquierdo, alma de la Cabalgata, impulsó los actos conmemorativos del tercer centenario de los Escolapios, recogidos en una publicación en la que colaboraban el escritor Rafael Cansinos-Asséns o el arquitecto Juan Talavera Heredia, que adaptó el palacio a colegio.

Ese empeño de Izquierdo fue el modelo en el que se miraron los que ahora han removido el árbol de los recuerdos para celebrar los cuatro siglos de un colegio que nace un año después de la muerte de Cervantes y meses antes del nacimiento de Murillo. La propuesta inicial nace de Vicente García Castilla, que tiene una tienda de ropa en Méndez Núñez y firma el artículo Un agnóstico en la corte de un santo. La idea del libro fue del abogado Francisco Gómez Recolta, que llegó al colegio en 1968 procedente del Miguel de Mañara donde su tía Elisa le había dado clase a Alfonso Guerra. Compañero de curso del dermatólogo y académico Ismael Yebra, animó a éste para que escribiera Juan Calasancio, memorias escolares.

Don Luciniano divulgó la práctica del balonvolea, "entonces nadie decía voleibol". El equipo colegial, Calasancio Hispalense, llegó a jugar en División de Honor y disputó una eliminatoria de Copa contra el Real Madrid, "Se cambió en mi clase de quinto B", recuerda Gómez Recolta.

Juan Manuel Ávila, periodista, llegó con seis años a los Escolapios, repartidos entre siete en Ponce de León y cuatro en Montequinto, traslado que coincide con la época en la que su padre coge la cafetería Donald en la que germinan las inquietudes periodísticas del alumno escolapio viendo a diario "a Iñaki Gabilondo, Juan Tribuna, Lorenzo Muñoz, Pepe da Rosa, María Esperanza Sánchez". A Ávila, que llegó con la primera comunión recién hecha, le dio clase de Lengua Juan Sánchez Centeno, padre de Alfredo Sánchez Monteseirín. María Teresa, hermana del ex alcalde, forma parte de la primera promoción de nueve alumnas de primero de BUP, vivencia que refleja en el trabajo titulado ¡Y llegaron las niñas! Grupo al que pertenece Amparo Suárez, que ahora es profesora de Latín y Griego y acompañará en una actuación especial al antiguo alumno Manolo Imán.

El colegio acogió momentos insólitos como algún festival taurino. De diferentes generaciones, se podría hacer un paseíllo en el tiempo con sus alumnos Cagancho, Pepín Martín Vázquez y Antonio Ordóñez. Al baloncesto de élite lo representó Raúl Pérez, que evoca aquellas primeras canastas. El Medalla era el sobrenombre de Ramón Orellana "porque las ganaba todas". Después sería el preparador físico del Sevilla de los títulos.

Juan Robles, que hizo un imperio con una bodeguita, compartió pupitre con el muro de los Navarros: Luis Navarro García, catedrático de Historia de América, y Manuel Navarro Palacios, abogado del Estado y pregonero de la Semana Santa.

Por sus aulas pasaron actores como Manolo Solo, Goya por Tarde para la ira, o David Arnáiz, hijo en la ficción de Allí Abajo de Benjumeda y en la realidad de Pedro Arnáiz, que en los Escolapios fue sacerdote y cuando se salió volvió como profesor de Lengua. Gómez Recolta recuerda que los de Letras, con don Blas en las clases de Latín, siempre goleaban a los de Ciencias a fútbol. Curas con sotana como el padre Abilio jugaban en un campo de tierra en forma de trapecio. Quedan los patios: el de la Virgen, donde se jugó el partido contra el Madrid; el del cuartel o las columnas, por antiguas dependencias militares; el de la Sacristía, donde se celebrará el 7 de octubre una misa por estar en obras los Terceros. El libro lo edita Samarcanda, donde trabaja Dani Pinilla, que fue escolapio, como Juan de la Huerga, compañero de este diario.

El libro se presenta el 3 de octubre (20 h.) en Emasesa. El día 7 habrá una misa y visita guiada.

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