A sudar la gota gorda

El fútbol evoluciona y no evoluciona el sentido común. Un Sevilla-Málaga en septiembre a las cuatro de la tarde, sencillamente, es que no hay por dónde cogerlo. Con temperaturas que superan los 30 y los 35 grados en las horas de sol más alto en la capital de Andalucía, fijar un partido en el Sánchez-Pizjuán en horario de fútbol inglés supone una irresponsabilidad por parte del que lo haya decidido -sea Tebas o los subalternos de turno- que merecería en este caso la elaboración de un informe de lo que acontezca en la grada para remitir a LaLiga, a la Federación y, hasta si cabe, a la Comisión Estatal contra la violencia, el racismo y la xenofobia. Igual que cada insulto, como los que escuchó Vitolo, que se recoge en el informe que sirve para denunciar luego a los clubes.

La temperatura, la humedad relativa del aire... serán enemigos que se unirán a los rivales a partir de las cuatro y cuarto de la tarde de hoy, cuando más quemen los asientos en la grada de Fondo y más haya que regar el césped para que no se convierta en una moqueta de Ikea y los jugadores se dejen el balón detrás en sus carreras hacia el marco contrario.

Pero en ese escenario y en esas condiciones climatológicas tendrá el equipo de Berizzo que vérselas con el Málaga, seis días después de acabar jugando también a las tres de la tarde en Madrid, allí donde perdió el proyecto la imbatibilidad.

Y ahí, bajo el sol de justicia de Madrid perdió parte de su crédito el modelo de Berizzo, y bajo el sol de justicia de las cuatro de la tarde en Sevilla debe recuperarlo ante un Málaga que pasa por uno de los peores momentos de su historia moderna. Agonizando a los mandos de Míchel, el cuadro costasoleño llega con el chulapo madrileño sólo porque sufrió una pequeña transformación y movió un brazo cuando iba camino de la fosa ante el Athletic. Empatar tras ir perdiendo 1-3 ante los de Ziganda le salvó el cuello a un entrenador que pasó por Nervión dejando apenas un buen recuerdo entre la afición, aquel 5-1 al Betis. Hundido en la tabla, puede ser el Málaga una víctima propicia para recuperar el son perdido en la Liga, una vez que el paso del Maribor por Eduardo Dato tuvo el esperado efecto balsámico para que las heridas del Wanda empezaran a cicatrizar. Lo harán en su totalidad si hoy los tres puntos se quedan en el Sánchez-Pizjuán, un estadio que se ha convertido ahora que ha perdido el Madrid en su casa en el único invicto en 2017. El Sevilla ha disputado 18 encuentros desde que pasó precisamente dos veces consecutivas el equipo de Zidane allá por el mes de enero (3-3 en la Copa y 2-1 en la Liga). Once victorias y siete empates y los de Berizzo que quieren ante el Málaga la cuarta victoria consecutiva (lo que sería la fase más fructífera de la serie del año en curso) después de irse de aquí masticando el polvo de la derrota tanto Eibar y Las Palmas en la Liga como el citado Maribor esloveno en la Champions.

Y con la facilidad que tiene este deporte para hacer olvidar malos ratos, el triplete de Ben Yedder, junto con la calidad a velocidad de vértigo que al fútbol le pone Correa, la clarividencia del Mudo Vázquez... tiene otra vez a la afición enganchadísima y a la espera sólo de ver tres partidos seguidos a su equipo practicando un fútbol más acorde con los gustos de por aquí, sobre todo ahora que en la otra acera sacan pecho con las dos cosas, con resultados y con tiqui-taca.

Como siempre, se esperan cambios en la alineación de Berizzo, pues hasta ahora en semanas de tres partidos le ha cambiado casi por completo la cara al equipo, circunstancia que le permite la profundidad de la plantilla que tiene a su disposición el entrenador de Córdoba, no la califal, sino la segunda ciudad más poblada de Argentina después de Buenos Aires y a cuya provincia pertenece Cruz Alta, la localidad de Marcos Juárez donde nació el técnico apodado el Toto.

Al Sevilla no le conviene fallar y menos con el Málaga. Primero, porque con seis jornadas ya disputadas los candidatos se van posicionando y si los blancos vieron cómo les pasaba por la izquierda el Atlético, no hay que olvidar que este año, con Marcelino, hay que contar con el Valencia. Y segundo porque le esperan salidas complicadas al cuadro nervionense, que debe jugar consecutivamente después del parón en Bilbao y en Valencia para, después de recibir al Leganés, visitar nada más y nada menos que el Camp Nou.

Esto se empieza a complicar y la verdad es que la climatología no acompaña. Sintiéndolo sobre todo por los aficionados de Fondo que tendrán el astro sol de frente, los profesionales tendrán que demostrar que son eso, profesionales, y ganar contra viento y marea, llueve, ventee, haga frío o, como hoy, haya que sudar la gota gorda.