Alerta por el rechazo al inmigrante
Un organismo de la Junta extrema la vigilancia ante el riesgo de que la calidad de la convivencia pueda verse afectada y pide prevención · Un 57% de los andaluces creen que la inmigración tiene efectos negativos
Quizá la preocupación debiera estar más orientada hacia los emigrantes que a los inmigrantes, pero la alarma ha saltado por el riesgo de que los esfuerzos de integración realizados en la última década con las personas extranjeras se despeñen por el hoyo que está provocando la crisis en las relaciones sociales y laborales.
Por primera vez, un organismo de la Junta, el Observatorio Andaluz de las Migraciones, avisa de que la opinión de los andaluces hacia el hecho migratorio deriva hacia una tendencia peligrosa y reclama medidas preventivas.
La reclamación se sustenta en los resultados de la última encuesta Opiniones y actitudes de los andaluces ante la inmigración (Opia), realizada en los primeros meses del presente año. Los investigadores responsables del proyecto explican que este sondeo tenía una frecuencia más dilatada (2005, 2008 y 2010), pero se ha decidido extremar la vigilancia, con encuestas este año y en 2012.
Los primeros resultados de la muestra de este año (Opia IV), a los que ha tenido acceso esta redacción, constatan la "erosión" creciente en las relaciones de los andaluces con los inmigrantes.
En la tercera edición de este estudio, que recogía opiniones de enero de 2010, se produjo un vuelco inédito en la opinión de los andaluces ante la inmigración: un 54% expresaban una opinión negativa y sólo un tercio una opinión positiva. Esta brecha se ha ensanchado. En sólo un año ha crecido tres décimas (57%) la opinión negativa de los andaluces sobre la inmigración y ha caído hasta un 23% los consultados que encuentran efectos positivos.
Ésta y otras variables analizadas han inquietado a los investigadores de este organismo, un instrumento dependiente de la Consejería andaluza de Empleo gestionado por el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC). En las conclusiones del estudio se advierte sobre "la difusión cada vez mayor de percepciones de agravio comparativo; es decir, percepciones de perjuicios que la inmigración estaría causando en las personas autóctonas". "De seguir sus actuales tendencias, vemos el riesgo de que a medio plazo, la calidad de la convivencia podría verse afectada. Aunque en estos momentos tal riesgo pudiera parecer remoto, el dicho popular de es mejor prevenir que curar puede ser plenamente aplicable en un ámbito tan delicado", previenen los autores.
En un periodo de tiempo relativamente corto, desde 2008 a los primeros meses de 2011, la valoración de los andaluces sobre el hecho migratorio ha dado un vuelco. De considerar necesaria la mano de obra inmigrante y valorar su aportación al desarrollo económico, la ciudadanía ha pasado a considerar negativa y desfavorable la inmigración.
Esta "corriente de notable envergadura", como la denominan los investigadores, se ha agravado este año pasado por la gravedad de la crisis y sus efectos (recortes por parte de los gobiernos, evolución de los mercados, subida de los precios, aumento del paro...) y devuelve una visión de los inmigrantes que se creyó desterrada en los tiempos de bonanza. En tiempos de crisis se acrecienta la idea de que el principal efecto negativo de la inmigración es su efecto en el mercado laboral, dejándose ya muy atrás (23 puntos de distancia) la inseguridad ciudadana. Afirmaciones como "quitan puestos de trabajo" o "aumentan el paro" son las más recurrentes.
El porcentaje de los andaluces que declara su acuerdo con que "los inmigrantes hacen una importante aportación al desarrollo económico de Andalucía" desciende en 25 puntos respecto a 2008 y siete con respecto a 2010, situándose ahora en el 34%.
Sin embargo, a comienzos de 2011, prácticamente la mitad de los andaluces se muestran en desacuerdo con dicha afirmación (49%). Así un 53% de los encuestados consideran que "muchos inmigrantes ocupan puestos de trabajo que deberían ser ocupados por gente de aquí" y un 52% no están de acuerdo con que "necesitamos mano de obra inmigrante en ciertos sectores de nuestra economía".
Esta muestra anota también la preocupación por otro cambio de tendencia: "se acelera" de forma reseñable el rechazo a que los inmigrantes tengan acceso a derechos de participación social y político. El voto municipal está bien visto por un 67% y que se obtenga la nacionalidad española con el tiempo un 70%, muy por debajo de ediciones anteriores. La erosión alcanza a la posibilidad de que los inmigrantes puedan reagrupar a sus familias (un 85% en 2005 de acuerdo y un 61% en 2011).
Los investigadores señalan que el perfil socio demográfico de este porcentaje creciente de andaluces que articulan posturas contrarias a la participación e integración de inmigrantes está vertebrado por los más jóvenes (tramo de edad entre 18 y 29 años) y por personas con ideología política de derechas. No obstante, el estudio señala que sigue siendo mayoritario el apoyo de la población andaluza al acceso a derechos sociales por parte de la población inmigrante, como la educación o la sanidad.
También hay una noticia positiva en la frecuencia e intensidad de relaciones directas entre las personas autóctonas e inmigradas. Eso sí, el mundo laboral ya no es el principal ámbito de contacto; ahora son las relaciones de amistad.
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