Cuando empezaron a construir el Hospital de las Cinco Llagas, España era todavía una idea nueva. Casi difusa. No había pasado ni un siglo desde la boda unificadora de los Reyes Católicos y su nieto Carlos I reinaba sobre un nuevo continente que hacía poco había recibido el nombre de América. Frente a la fachada renacentista del edificio que hoy es sede del Parlamento, casi cincuenta cargos del PP andaluz celebraron ayer, con un día de adelanto, la festividad del 12 de octubre. Hoy se conmemora la llegada de Colón a lo que él creía Japón, pero la ley dice que en la llamada Fiesta nacional de España se recuerda el inicio de "un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos".

Se entiende entonces que el líder popular aludiese al "pasado excepcional" de "una gran nación". "Celebramos hoy lo que representa a todos los españoles", espetó Juanma Moreno durante su discurso, que calificó de un "homenaje desde el sur, que si no es el centro geográfico de España, sí es el corazón de este país". Para el presidente regional del PP, España y Andalucía "forman una perfecta comunión", pero Moreno es consciente de que hay amenazas para esa unidad.

"Algunos quieren liquidar la igualdad de los españoles", aseguró el líder popular en referencia al "populismo" del "independentismo catalán". "El único pueblo soberano en España es el español y nadie puede quebrar ese fundamento", aseguró Moreno para restar cualquier legitimidad a una hipotética consulta o referéndum más allá del Ebro, que es precisamente donde nació el dirigente popular. Moreno fue muy duro con los separatistas catalanes que "se arrogan la representación de un pueblo" y se esfuerzan en prometer algo que "ni pueden ofrecer ni van a conseguir".

"Cataluña es España y España es Cataluña", insistió el presidente del PP andaluz rodeado por sus vicesecretarios regionales, cargos parlamentarios y otros dirigentes populares con el austero atrezo de una bandera andaluza y otra española. Al final del acto, Moreno y los suyos escucharon el himno nacional para después iniciar un ceremonia informal en la que se repartieron pines conmemorativos y se los colocaban unos a otros en la solapa de la chaqueta. Como testigos, un grupo de estudiantes del campus sanitario de la Universidad de Sevilla, un par de turistas japoneses que inmortalizaron el momento y un señor con un cartucho de churros.