Coronavirus Andalucía

Limpiar el coronavirus hasta la intoxicación

  • El Instituto Nacional de Toxicología quintuplica el registro de consultas por intoxicaciones con productos desinfectantes en Andalucía

Una mujer limpia la puerta de una vivienda.

Una mujer limpia la puerta de una vivienda. / Juan Carlos Vázquez

En la casa hay material para matar a un elefante. El polvorín del hogar, aunque uno no repare en ello, está en la balda de la lejía, el amoniaco, el salfumán, el anticalcáreo y el resto del muestrario cotidiano de los productos de la limpieza. El desinfectante se ventila al bicho, sí, pero al microscópico y al humano. El veneno está en la dosis.

El miedo que ha brotado con el azote del coronavirus ha provocado durante el periodo de enclaustramiento una inquietante tendencia a la intoxicación hogareña. Y no es por el vino o el whisky, tampoco por los narcóticos o los antidepresivos. Ha sido por limpiar, por querer limpiar demasiado; por la "obsesión de eliminar el Covid-19 en el ámbito doméstico", según alerta el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses.

69 casos en 2019, 346 en 2020

En Andalucía, durante el primer mes de confinamiento, 346 personas han llamado al instituto público por intoxicaciones con productos de la limpieza. El año pasado, por esas mismas fechas, fueron 69. Los andaluces que consultaron al servicio de información toxicológico se quintuplicado por tanto. "Un aumento significativo", califican los especialistas.

Las 346 víctimas no han hecho una limpieza cualquiera. Qué va. Según los registros médicos de este centro adscrito al Ministerio de Justicia ha sido la mezcla de la lejía con otros desinfectantes uno de los remedios estrella durante la cuarentena. Una gran proporción de las intoxicaciones se debió a juegos de alquimia con la lejía y el salfumán, la lejía y un anticalcáreo, la lejía y el vinagre, con alcohol, con un lavavajillas y con un limpiahogar.

El Ministerio de Sanidad, en su catálogo de consejos durante estos tiempos de pandemia, indica claramente que, para limpiar, basta con la lejía. Que el coronavirus es vulnerable a una disolución común de agua con lejía y que, por tanto, no es necesaria la experimentación casera con el repertorio de sustancias químicas de casa.

La lejía y el amoniaco, la mezcla de la cuarentena

La mezcla de los productos de limpieza domésticos, llama la atención el Instituto Nacional de Toxicología, ocasiona cuadros toxicológicos en el sistema respiratorio que se revelan con síntomas como la rinitis (el moqueo líquido propio de las alergias), la irritación faríngea y laríngea, tos o disnea (dificultad para respirar). También pueden aparecer síntomas dermatológicos como irritación de la piel, picor, rubefacción (enrojecimiento) o inflamación. A mayor exposición, más graves son las consecuencias.

En el caso de la mezcla de lejía con amoniaco, que es la asociación "más habitual" al decir de los especialistas en toxicología, se produce una reacción química que genera cloramina, un gas muy tóxico. Cuando entra en contacto con las mucosas, la cloramina se descompone y produce ácido clorhídrico, una sustancia que ocupa la cota de la corrosión entre las sustancias conocidas, procurando irritación y quemaduras en la piel.

El repentino fenómeno de la obsesión por la limpieza no es un hecho exclusivo de Andalucía o de España. Informes toxicológicos de los países que han decretado la cuarentena en casa han advertido en las últimas semanas del incremento de intoxicaciones con los productos de higiene del hogar. Y todos se han producido antes de las ocurrencias de Donald Trump acerca de las bondades de unas supuestas inyecciones de lejía en el organismo para tratar el coronavirus. En EEUU, informan los medios locales, ha habido un repunte de experimentos con desinfectantes caseros. Pero no por limpiar.

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