Cinco Llagas

Donde dije digo...

  • Escapismo. El estilo presidencial de esquivar las preguntas de la oposición le hace perder autoridad y convicción en los debates. Le pasó con Rodríguez y Díaz, pero también con Hernández

Juan Manuel Moreno exhibe un cuadro con el gasto sanitario en la sesión de ayer.

Juan Manuel Moreno exhibe un cuadro con el gasto sanitario en la sesión de ayer. / José Ángel García

No está teniendo suerte el presidente en las sesiones de control quincenales del Parlamento. Mal llamadas de control porque los grupos que componen el gobierno minoritario andaluz no preguntan; hacen la propaganda superlativa de los suyos sin pudor y atacan a la oposición o al Gobierno de la nación, que es de signo contrario. Nada nuevo. Llevan así año y medio. Además hacen lo mismo que en épocas pasadas con etiquetas cambiadas, cuando gobernaban Aznar y Chaves o Mariano Rajoy y Susana Díaz.

Para Romero y Nieto la sesión es de control a Sánchez y dejan a su presidente con la tabla de Excel que antes manejaron con la misma escasa fortuna Chaves o Díaz, todos enumerando hazañas de sus gobiernos, con ensaladas de números de los muchos millones o minolles que se gastan en esto y aquello. Eso en la propaganda del gobierno del cambio. Con la oposición, Moreno perdió ayer el debate contra Susana Díaz, que ya le ha hecho un set en blanco: 6 a 0 desde que volvió de la baja maternal. Pero también lo perdió contra Teresa Rodríguez y hasta contra Alejandro Hernández.

Le costó a Juan Manuel Moreno aguantar el tipo cuando el portavoz de Vox, socio de investidura, le afeaba que se comprometió a cerrar chiringuitos y no ha cerrado nada, y que ha hecho muy pocos cambios desde un gobierno que se dice del cambio. Le interesaba en concreto a Hernández un punto del acuerdo de coalición entre populares y ciudadanos en el que se comprometían a suprimir el Consejo Consultivo. Y el presidente entonó un donde dije digo, digo Diego en toda regla. Explicó que está en el Estatuto, que cumple un papel básico, importante, fundamental, objetivo, independiente y elemental. Tantos elogios a la institución no le dejaron hueco para decir que se equivocaron al plantear su desaparición, que es lo que se deducía de sus palabras. Deslizó, eso sí, que ha habido un proceso de "maduración", se entiende que de los neófitos miembros de su Gobierno.

Hernández, con su habitual guante de seda, arrancó su segundo turno con un buen golpe: "entiendo de su respuesta que no lo va a cerrar". Y es que Moreno ha cogido la manía de no entrar al trapo de nada y la mayoría de las veces queda regular con el dontancredismo mariano, sin el dominio de la retranca de Rajoy. Con Teresa Rodríguez le pasó igual. Volvía la líder anticapitalista después de varios meses de confinamiento, y tras haber generado un enorme estrés en su intento de apropiarse las siglas de Adelante Andalucía, la coalición entre Podemos e Izquierda Unida. Y se interesó por la vuelta a las aulas. Rodríguez le reprochó a Moreno que para elaborar el plan educativo del curso próximo no se ha contado con los tres colectivos héroes de la crisis escolar por la pandemia: docentes, alumnos y familias, lo que consideró un desprecio.

Le preguntó si los 6.000 profesores que han anunciado que se contratarán de refuerzo son los mismos 6.000 de todos los años o son seis mil adicionales. Se lo volvió a preguntar en la réplica y le reiteró la cuestión Susana Díaz, y las tres veces el presidente se leyó lo que había traído escrito de casa. Con este escapismo no quedó claro si son los mismos 6.000 o seis mil adicionales. Sobre educación él prefirió hablar de los bandazos que da el Gobierno de España, al que atribuyó lo que él ha hecho con el Consejo Consultivo: "donde dije digo, digo Diego".

Moreno prefirió extenderse sobre la comisión de reconstrucción en respuesta a una alusión que la heredera de Adelante hizo a la ausencia de su grupo. Para Rodríguez los habían echado, para Moreno se habían autoexcluido. Tuvo la misma discusión con Díaz. Pretende Moreno convencer a PSOE y AA que se han marchado de esta comisión porque no quieren que la presida un partido de extrema derecha. Y le han recordado varias veces que Vox no quería que se formara; pensaba que no era papel del Parlamento, sino del Gobierno, diseñar un plan económico, y sobre todo, no quería dialogar con la izquierda: "no se puede ser amigo de todos", le espetó Hernández en su día.

Pero Juan Manuel Moreno huye abiertamente de los debates ideológicos. Lo que le interesa es la gestión. Se lo dijo así a Teresa Rodríguez. De ahí que no mencione casi nunca a su partido y que simplifique la pugna política en dos gobiernos. Uno, el de San Telmo, que quiere el cambio en Andalucía y del que su propagandista jefe, José Antonio Nieto, dice que da confianza, seguridad, se anticipa y lo hace perfectamente. Moreno admite que caen en algún error, pero entona el juancarlista "orgullo y satisfacción" para hablar -por ejemplo- de sus planes de vivienda protegida. Y el otro gobierno es el de La Moncloa, hostil con Andalucía, que nos quita fondos de cada partida imaginable.

Nieto con su botafumeiro tamaño catedral de Santiago se está ganando una consejería. El otro portavoz gubernamental, Sergio Romero, defendió una consejera. Aprovechó su turno para explicar lo estupendamente bien que hace las cosas la consejera de Igualdad de su partido, Rocío Ruiz. Una centrista con mucho futuro, según él. Es cosa de las peleas internas de Ciudadanos, con Juan Marín de un lado y Rocío Ruiz o Sergio Romero de otro. No todas las luchas que se libran en la capilla de Las Cinco Llagas son entre derecha e izquierda. También las hay internas: en el PSOE, Ciudadanos, Adelante y Vox. El único que tiene la casa en calma es el presidente, que no presume de partido, ni de ideología.

Este esquema tan simple se descompone cuando se levanta Susana Díaz, va al grano y pregunta. ¿Va a pagar la paga extraordinaria a los 100.000 sanitarios que aprobó este Parlamento? ¿Va a comparecer a diario el consejero de Salud para informar sobre los rebrotes? ¿Los 6.300 profesores de apoyo son adicionales y van a seguir contratados todos el curso? ¿Se van a abrir los centros de Salud de zonas rurales por las tardes?

Como de costumbre, el presidente no contestó a ninguna de las preguntas, pero en vez de rehuir la pelea como otras veces, se había traído intendencia de San Telmo. Por ejemplo un cuadro en el que mostraba cómo había crecido el gasto sanitario bajo su mandato y seguirá aumentando hasta los 12.000 millones de euros. Esta vez aunque perdiera el debate peleó el punto.

En su réplica, Moreno le ofreció que los consejeros de Salud y Educación la reciban semanalmente para informarla de sus políticas y escuchen sus propuestas. Anunció el reparto de 7,5 millones de mascarillas entre las personas mayores y Díaz le pidió que las reparta entre todos los andaluces. Él espetó a Díaz que llevaba poco tiempo en la oposición y mucho en el Gobierno: "y eso le lastra entre lo que dice y lo que hizo". Le recriminó que el PSOE no esté en la comisión de reconstrucción. Díaz le respondió que él preside un gobierno débil que no puede hacer nada sin el beneplácito de la extrema derecha. Y quizá viendo que perdía a los puntos él intentó ningunearla con frases del corte "se lo voy a explicar clarito para que lo entienda" o "se lo voy a poner fácil".

Estos debates deberían de dejar de pertenecer al género del circo y variedades. Pero no tendremos esa suerte.

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