El modelo andaluz, la ruta de Feijóo hasta la Moncloa
El PP cierra su congreso cambiando el discurso; pasa de la crítica a Sánchez a presentar su programa
Ya nadie habla de moción de censura; quieren convencer a diez millones de españoles
Feijóo pone las cartas sobre la mesa: "No haré un cordón sanitario a Vox; sólo lo haré a Bildu"
Hay euforia. Mucha más de la que dejan traslucir por prudencia, por orden de su jefe y también por la experiencia de las elecciones de junio de 2023 cuando Feijóo logró ganar pero no lo suficiente como para formar Gobierno. El 21 Congreso Nacional del PP que se ha celebrado todo el fin de semana muestra que han aprendido la lección.
El cónclave ha tenido tres partes. El primer día fue el del reconocimiento al pasado, con esa foto de Feijóo entre Aznar y Rajoy; el sábado lo dedicaron a atacar a Pedro Sánchez; era lo que tocaba mirando además a lo que se estaba produciendo en Ferraz, en un Comité Federal mucho más que triste y convulso. Pero el domingo dieron un salto cualitativo. Con un dato importante, nadie habla ya de moción de censura; Tellado hizo una prospección como correspondía y los socios de Sánchez no se van a mover. Fin de la cita. Alberto Núñez Feijóo entró en la campaña electoral presentando a los españoles su oferta, despejando las dudas sobre la política de pactos que seguirá y anunciando las diez primeras medidas que tomará en los cien primeros días de Gobierno.
Por supuesto, dejando claro que su objetivo es gobernar en solitario. Quieren lograr diez millones de votos, un resultado que en estas circunstancias se antoja mucho más que complicado. No es una meta imposible, Rajoy logró doce millones de votos, pero sí bastante ambiciosa en la actual situación política. Se basan para ello en la trayectoria ascendente de Feijóo. Heredó un PP (el de Casado) con 87 diputados, logró 137 escaños en el Congreso de los Diputados y 140 en el Senado, y gobierna en once comunidades autónomas, así como en Ceuta y Melilla, el poder territorial más importante que ha tenido nunca este partido.
La clave es cómo lograrlo. Y para eso, Feijóo ha elegido un camino claro y que ha resultado exitoso en Andalucía: ensanchar la base del partido, abrir su propuesta a izquierda y derecha para captar “voto prestado”. Ha prometido “gobernar para todos” y “derribar los muros entre españoles”. No es casualidad que en el núcleo duro de Génova, que ya está preparando las elecciones, haya hasta tres andaluces: Elías Bendodo, Juan Bravo y Javier Arenas. Los tres con suficiente influencia como para tomar decisiones. Y dos de ellos, Bravo y Bendodo, claves en la victoria electoral de Juanma Moreno en Andalucía por mayoría absoluta por primera vez en la historia.
Para ser precisos, habría que decir que el poder en Génova se reparte entre las dos esquinas de España: Galicia tiene mando plenipotenciario en las manos de Miguel Tellado, y Andalucía.
En este contexto, ha hecho anuncios llamativos, aunque algunos más que otros. “El objetivo no es subir el salario mínimo, que lo vamos a subir, sino el salario medio. Eso es lo difícil y lo que queremos”.
Vox
Claro que en el PP son conscientes de que Andalucía no es España. Ahí está, precisamente, el valor de barón periférico de Feijóo, que es plenamente consciente de la pluralidad del país que quiere gobernar, lo que no ha estado siempre tan claro en las filas populares. Por eso ha desvelado su política de pactos, dejando claro que hablará con Vox, pero también con el resto de partidos, incluidos PSOE, Junts o PNV, excepto Bildu “hasta que no pida perdón y ayude a esclarecer los asesinatos pendientes”.
Para esa parte del electorado ha “fichado” a Cayetana Álvarez de Toledo por designación directa en el Comité Ejecutivo. Sin embargo, no quiere dejar claro si sube o si baja, porque al mismo tiempo ha prometido una “Ley de Lenguas” que garantice la enseñanza en la lengua común “respetando todas las lenguas de España con cordialidad”. Eso y más control a la “inmigración ilegal”, además de más políticas “de seguridad”.
Dime con quien sonríes... y te diré tus favoritos
Parecía imposible. Pero Feijóo lo ha conseguido. Probablemente porque nada une más que un enemigo común. Isabel Díaz Ayuso apenas ha tenido protagonismo en el congreso. “Presidente, tuyo es el partido”, le dijo en su única intervención en la jornada de clausura. Ha tenido que dejar a un lado sus enmiendas, y se ha limitado a repartir fruta y chocolate con churros en el mostrador que el PP de Madrid tenía en el recinto congresual. Es más, la distancia entre Feijóo y Ayuso ha sido de lo más evidente. Sentada en el lugar que el correspondía, no ha tenido ni un gesto de complicidad con su jefe en los tres días de convivencia; la falta de conexión se notó hasta en el escenario de la clausura.
En el otro extremo, los barones “favoritos” de Feijóo: Juanma Moreno, Alfonso Rueda y Fernando López Miras, además de Fernández Mañueco un póker con el que se entiende sólo con la mirada. Capítulo aparte merece Carlos Mazón. Sí, recibió un aplauso (forzado) en su entrada al plenario, pero ha estado bastante aislado en los corrillos; nadie quería retratarse con él.
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