Cofradias

La mejor herencia

  • Su padre fue uno de los fundadores de Santa Marta y su primer hermano mayor hasta que falleció prematuramente en 1955

SANTA Marta por venas. Pronunciar el apellido Raynaud es como hablar del ADN de la hermandad de San Andrés. Si se juntaran podrían llegar a formar casi un tramo en la cofradía de Lunes Santo. Este Raynaud, Jaime, lleva más de 50 años en la nómina. Su hermana María del Carmen tiene el privilegio de ser la número uno y, su hermano Carlos es el número dos. "Casi siempre ha habido un Raynaud en la junta de gobierno. Ahora está un sobrino como secretario", afirma, aunque él nunca ha sido oficial, pero sí ha colaborado asiduamente, por ejemplo, como aparejador de la casa de hermandad de la calle Daóiz.

La vinculación de los Raynaud con Santa Marta hay que buscarla en la figura de Carlos Raynaud Ricca. Él fue uno de los fundadores de la hermandad y el primer hermano mayor de la entonces todavía corporación de gloria en 1949: "La hermandad de gloria de Santa Marta se fundó en San Bartolomé a instancias de los hosteleros, que tenía a la Santa como su patrona. Mi padre era propietario del Hotel Royal. Fue de las personas que puso en marcha la hermandad y estuvo como hermano mayor hasta su muerte en 1955".

Aquellos fundadores, y su padre fundamentalmente, se inspiraron en dos cofradías sevillanas a la hora de diseñar la Hermandad de Santa Marta: "Cuentan que mi padre se inspiró mucho en el Calvario y el Museo. En la cofradía de la Madrugada porque tenía allí muchos amigo, y en el Museo por mi tío Luis Torres Santo, que fue su hermano mayor y murió siendo número uno del Museo, la Bofetá y la Macarena".

Los primeros recuerdos que conserva de Santa Marta son los mismos que tiene ahora: una hermandad que desde el principio ha tenido un sello propio: "Santa Marta ha sido muy innovadora en la participación y vinculación de los hermanos, por ejemplo, pero siempre teniendo un marchamo de clasicismo. Parece que es una cofradía del XVIII o del XIX. Salió completa desde el primer día. Eso le ha dado unas características definitorias. Ha evolucionado no en las formas, sino en el fondo. Lo más importante es su sello de austeridad".

La primera vez que se puso la túnica de la hermandad fue a los 14 años, que es la edad mínima con la que se puede salir. Desde entonces ha salido de manera ininterrumpida, salvo en tres ocasiones: "He salido con cirio, con vara, de maniguetero y hasta con el estandarte. Ahora voy con un palermo detrás del paso, en el tramo de las cruces. Resulta curioso ver el silencio que se forma al paso de la cofradía. Eso es fruto del rigor y del sello de la hermandad. Desde detrás del paso se percibe con mucha claridad". Sus hijos también salen como nazarenos. Cuatro de los cinco. "La pequeña no sale todavía porque no tiene la edad, pero está deseando".

Como niño del centro vivía con gran intensidad los cambios que experimentaba la ciudad cuando se acerba la Semana Santa. Un tiempo que aguardaban con ansia: "Yo nací en la Plaza Nueva. Me bautizó don Tomás Castrillo Aguado en el Sagrario. Mis primeros años están muy vinculados al centro. Estudié en el colegio de los Maristas, primero en Jesús del Gran Poder y luego en San Pablo. La Semana Santa es algo extraordinario. La esperábamos con muchas ganas. Contábamos los días. Cuando salíamos del colegio íbamos corriendo hasta el Ayuntamiento para ver la exposición con los estrenos de la Semana Santa que se hacía en el Salón Colón".

Si Santa Marta es su hermandad paterna, la Esperanza de Triana es la de su madre. A ella también está vinculado: "Cuando mi padre murió nos trasladamos a Triana. Mi madre se bautizó en la pila de los gitanos de Santa Ana, allí se casó, allí vivimos durante una época y allí murió. Ella tenía entre sus advocaciones a la Esperanza y a la Estrella".

La Semana Santa la sigue viviendo de manera muy intensa. Se confiesa hombre de calle, aunque ha estado durante ocho años en los palcos durante su etapa de concejal. Su Semana Santa empieza el Viernes de Dolores con el Cristo de la Misión y termina con el Resucitado en su regreso por la Encarnación. "También nos reunimos un grupo de amigos en un balcón de la Campana. El Lunes Santo nos reunimos toda la familia en casa para comer antes de irnos para San Andrés. Es como un rito. Cuando entramos volvemos y tomamos una cena rápida antes de irnos a buscar a San Gonzalo. Fíjate si somos fatigas".

La Semana Santa seguirá evolucionando, pero Santa Marta seguirá fiel a su carácter e idiosincrasia. Esa que le marcó Carlos Raynaud Ricca desde su fundación.

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