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La ballena tatuada | Crítica

De bestias y hombres

  • Arisberri publica 'La ballena tatuada', un singular cómic de Darío Adanti sobre la circunnavegación de Magallanes y Elcano

Imagen del escritor y dibujante argentino Darío Adanti

Imagen del escritor y dibujante argentino Darío Adanti

Todavía en el XVIII se daba la discusión erudita sobre los gigantes patagones y su enigmática naturaleza. En tales averiguaciones se cruzaron el uso mitológico, la indagación folklórica, el testimonio de los navegantes y una rudimentaria y equívoca paleología. Es en este fértil e inagotable campo, en el que el mito y la crónica se trasparecen, donde el escritor y dibujante Darío Adanti ha querido situar la melancólica hazaña de Magallanes y Elcano, cuya circunnavegación vino acompañada de un dilatadísimo número de violencias y privaciones, próximo a los tres años. La contribución mitológica no viene, sin embargo, de las antiguas tribus americanas ni de la ponderación sobrehumana de los viajeros europeos; viene de una viejo cachalote, “don Miguel, cachalote chileno con todo el lomo marcado por místicos jeroglíficos”, que Melville menciona en Moby Dick, y que Adanti usa como testigo secular, como hito mudo y trascendente, en aquella hora mayor de la aventura humana.

Adanti ha frecuentado unas ciencias (mitología, etnografía, etcétera), que se perfeccionan en América, al contacto de una civilización y otra

La ballena es, entonces, la cifra donde se concitan el mito de Leviatán y Jasconius, bestias levíticas, y cuanto sabemos de los episodios que se dieron en Tierra de Fuego, buscando el paso al Índico, y que conocemos por Pigafetta, Elcano, Albo, Ginés de Mafra, Maximiliano Transilvano y tantos otros. Lo interesante, en cualquier caso, es que Adanti ha frecuentado unas ciencias (mitología, etnografía, etcétera), que comienzan a perfeccionarse allí, en América, al contacto de una civilización y otra; y que dicha aventura, culminada por Elcano, establecerá la verídica faz del mundo en su nomenclatura comercial y geográfica. A ello, como decimos, Adanti ha querido añadir la oscuridad de la noche, la soledad del océano y la profundidad del tiempo. Un tiempo que se resume en aquellas bestias inmortales, el Leviatán tatuado que cruza el frío mar del austro, y a cuyo lado, la peripecia humana no es sino vertiginosa espuma en el rompiente.

Con todo, será un Ulises desdentado, Juan Sebastián Elcano, español de Guetaria, el que llegue a la barra de Sanlúcar el 6 de septiembre de 1522, tras haber ceñido agónicamente, audazmente, la corpulencia del globo.

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