Raúl, campeón del Monopoly

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El hambre goleadora del capitán madridista le brinda a Juande Ramos un triunfo que hace hervir la Liga y cambia los gritos de "pesetero" de la afición sevillista hacia el manchego por los de "Jiménez, vete ya"

Juande Ramos sale por la bocana de los vestuarios mientras caen 'juan-dólares' a su alrededor.
Juande Ramos sale por la bocana de los vestuarios mientras caen 'juan-dólares' a su alrededor.
Eduardo Florido / Sevilla

27 de abril 2009 - 05:02

La Liga arde. El Real Madrid-Barcelona del próximo sábado se ha convertido en una auténtica final, uno de esos partidos que se denominaban "del siglo". Y gran parte de culpa la tiene un jugador que es la mejor expresión de la vitola de campeón con la que el equipo blanco está protagonizando una remontada histórica, de la mano de un tal Juande Ramos. Raúl se convirtió en el gran protagonista del regreso del entrenador manchego a Nervión después de su marcha a Londres. La frase de Juande diciendo que iba a utilizar los juan-dólares con los que lo recibió su antigua afición para jugar al Monopoly, con gracia sevillana detrás -¿quizás Marcos Álvarez?-, fue un ejemplo de la frialdad con que se toma las cosas este hombre. La frialdad con la que está asustando al Barcelona.

La coreografía para el recibimiento de Juande en el Sánchez-Pizjuán estaba perfectamente preparada desde el propio club, que les dio a sus aficionados las pertinentes instrucciones para realizar el llamado mosaico dinámico, con cartulinas blancas que se volvieron rojas. Y volvió a sonar como hacía tiempo que no se escuchaba el clásico "¡Lolololó, vamos mi Sevilla, vamos campeón!", el cántico que cobró fuerza por primera vez en la colina de Gelsenkirchen y ya acompañó siempre el ciclo de éxitos de aquel equipo que marcó historia y que concluyó su extraordinaria etapa en el Santiago Bernabéu, una semana antes del fatídico Sevilla-Getafe. Después de otras canciones más tradicionales, sonó fuerte por primera vez el esperado "¡Juande Ramos, pesetero!", que se repetiría cuando el entrenador del Real Madrid pisó el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán. Fue un grito unánime, fuerte, dejando claro un pronunciamiento sin disensiones sobre la forma en que se marchó el manchego aquel 27 de octubre de 2007, hace ahora año y medio. Pero Raúl, con sus tres goles, cambió los gritos de "pesetero" por los de "Jiménez, vete ya".

Seguramente, muchos de los que ayer se pronunciaron de forma tan evidente contra Juande guardarán gratitud a los extraordinarios servicios que prestó, pero ayer todo el sevillismo hizo fuerza común para mostrar su opinión. La gratitud quedó para la intimidad. Lo que no quedó guardado fue la primera gran manifestación en contra de Jiménez, que va perdiendo defensores después de dilapidar toda la ventaja de puntos que tenía desde que ante el Getafe comenzó un declive que parece no tener fin.

Curiosamente, el Sevilla fue el principal culpable de que Juande Ramos se sentara en el banquillo del Real Madrid, echando a Schuster con el 3-4 de la ida. Cosas del destino. Sin aquel triunfo no se hubiese producido la gran desazón con que el sevillismo abandonó ayer el Ramón Sánchez-Pizjuán. Una desazón de imprevisibles consecuencias. Sobre todo para Jiménez.

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