Redireccionar el trabajo de toda una vida

ángel oliva Podólogo del Club Baloncesto Sevilla

Redireccionar el trabajo de toda una vida
Redireccionar el trabajo de toda una vida
Macarena Lozano

09 de noviembre 2015 - 05:02

Una elección curiosa. Eso pensó Ángel Oliva cuando decidió estudiar Podología por la Universidad de Sevilla. Curiosa y también poco frecuente, pues él formó parte de la segunda promoción que salió de la Hispalense. "Cuando terminé la carrera podía haber en Sevilla diez podólogos. Ahora seremos más de 300, así que no queda otra que renovarse", explica. Y es por eso por lo que acaba de abrir las puertas de su nuevo proyecto, Unipode, con el que "redirecciona" al convertirla en una Unidad de Podología Deportiva en la que ha volcado su ilusión y su contrastada experiencia.

Lo de emprender estará ahora muy de moda, pero Oliva, sevillano de 46 años, no es ningún novato en la materia, pues lleva haciéndolo más de dos décadas. "Siempre he sido mi propio jefe y he intentado aprender constantemente, trasladando todo lo que me han transmitido las personas con las que he coincidido", apunta. Y por falta de personas no será. Ángel lleva desde 1993 ligado al Caja, ya fuera el Caja San Fernando, el Cajasol o el ahora Baloncesto Sevilla. El nombre es lo de menos, pues todos se han sustentado en el mismo denominador común: "La cercanía y la humildad. Desde que entré me gustó el ambiente, lo vi como una gran familia. Y ese trato tan llano y sencillo fue lo que me hizo quedarme".

Cuenta el hispalense que llamó a la puerta del club por casualidad: "En la Universidad me tocó hacer un trabajo relacionado con la podología deportiva. Primero estuve dos años colaborando desinteresadamente y ya después contratado. Y hasta hoy".

Testigo directo del devenir de la entidad, Ángel guarda un especial recuerdo de todos los entrenadores con los que trabajó: "Pesquera, que fue con el que más coincidí; Petrovic, Imbroda, Plaza, Aíto… La verdad es que por el Caja han pasado técnicos muy buenos". Y también jugadores, aunque hubo uno que siempre llevará en el recuerdo: Andre Turner. "Era un líder en todos los sentidos. Era buenísimo, siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y por eso hacía bueno al compañero".

Sabedor de que en esta ciudad el baloncesto no tiene el mismo tirón que el fútbol, recuerda los llenos hasta la bandera de San Pablo y las temporadas en las que la afición se reenganchó con pasión. No cree, además, que en Sevilla deban entenderse ambos deportes como rivales, al contrario: "Yo creo que el baloncesto es neutro. Sí, va menos gente que al fútbol, pero también tiene su público y se puede ser del Caja y también del Betis o del Sevilla". Pues eso, que para rivalidades ya hay suficientes con las intrínsecas al balompié.

Aunque reconoce que disfruta más en la cancha que en el césped, Ángel también tuvo la oportunidad durante nada menos que 18 años de trabajar en el Betis. Fue de la mano de Ramón Cansino, junto al que aprendió todo lo posible de los entresijos del fútbol, su exigencia y sus protagonistas. Y hasta se disfrazó de rey mago. "Un año los jugadores compraron 300 juguetes y se los llevamos a los niños menos favorecidos de Torreblanca. Fuimos Finidi, Fernando Cipitria y yo", recuerda. Por decenas también cuenta los profesionales con los que coincidió en Heliópolis, pero no titubea al señalar a su favorito: "Sin duda, Risto Vidakovic, porque además de ser un gran futbolista tenía una calidad humana tremenda y me lo demostró en muchas ocasiones".

Y así, entre anécdotas de todas las clases y colores y con el entusiasmo por las nubes ahora que empieza una nueva andadura profesional, Ángel Oliva no puede ni quiere ocultar la emoción que lo embarga, pues aunque sean muchos los años que lleva ejerciendo como podólogo y, en ocasiones, pueda resultar una labor algo monótona, siempre encuentra una nueva motivación a la que agarrarse. Siempre, cómo no, con el deporte como base y, a partir de ahora, como piedra angular de su rutina. Porque el trabajo, si se desempeña con pasión, parece menos trabajo.

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