Un aprendiz capaz de enseñar

Osasuna | betis

Daniel Lagos

11 de diciembre 2012 - 05:02

Adrián tomó la papeleta que Pepe Mel le lanzó hace dos semanas con su titularidad ante la Real Sociedad y la tomó con la certeza de que su protagonismo puede cumplir etapas duraderas esta temporada. Ante Osasuna, ni siquiera el temblor de un córner con el tiempo añadido ya agotado pudo impedir que sus brazos se alzaran siempre por encima de cualquier escollo navarro cualquier cosita.

La seguridad de Adrián fue transmitida a todo el equipo. Mel sabe que la portería es un arma básica y ha encontrado al hombre capaz de contagiar cierta tranquilidad. El canterano asumió la confirmación de su titularidad con la mayor serenidad posible y en uno de los peores escenarios, un Reyno de Navarra que presionó en todo momento para aportar lo que los suyos no lograron en el campo.

Adrián tuvo a Perquis y a Paulao como torres destinadas a despejar el juego directo del conjunto navarro. Ambos fueron una ayuda propicia, pero el portero no dudó en asumir sus galones.

Los primeros compases del duelo dieron tranquilidad al guardameta de Su Eminencia. El control del Betis y su presión sobre la medular de Osasuna garantizaban que no iba a luchar en su área pequeña desde el arranque. Eso sí, su decisión de ser protagonista iba a seguir ahí. Tras el primer cuarto de hora, Adrián inició una acción con un saque largo que buscó a Jorge Molina en una triangulación peligrosa de cara a la portería rival. Su precisión con el pie nunca titubeó a lo largo de cada salida en la que se atrevió a anticiparse a los atacantes. El paso de los minutos acrecentó el protagonismo del portero bético. Tapó con seguridad una acción de Lamah y posteriormente se atrevió a retar a Llorente con un recorte que hizo temblar a los aficionados béticos. Era una muestra de tranquilidad que quizás incluso Mel hubiese preferido evitar. Sus virtudes nunca desaparecieron, ni siquiera cuando se vio obligado a anticiparse a Armenteros en una acción en la que nunca tentó la posibilidad de provocar una jugada de penalti.

Sólo quedaba confirmar que la presión no rompería una seguridad prolongada. Y Adrián estuvo a la altura. El segundo tiempo demandó cabeza y el canterano la tuvo. Osasuna requería tensión y fortaleza mental y el portero nunca dudó. Enseñó las manos cuando éstas debían ser protagonistas y sacó los puños cuando éstos podían otorgar soluciones.

La última jugada del encuentro puso a prueba su valentía. Un córner con el tiempo cumplido, un balón al área y múltiples opciones para cabecear. Adrián se convirtió en gigante para jugar a ganar.

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