Los nuestros | David Fuentes, participante en la Titan Desert 2019

Una singular experiencia entre dunas

David, durante una de las seis etapas de la prueba.

David, durante una de las seis etapas de la prueba. / M.G.

“Yo siempre soñé con cruzar el desierto, a pie o en bicicleta”, expresa David Fuentes (Sevilla, 1974), quien hace diez días terminó su primera Titan Desert, una exigente prueba de seis etapas y 640 kilómetros que se disputa cada año al sur de Marruecos. “Esto es lo más duro que yo he hecho”, dice sin titubear.

David comenzó a pedalear hace dos años y medio. Aunque en un principio lo hacía “por una cuestión de perder peso”, admite que la cosa fue a más. “Empecé a salir con un compañero de trabajo y luego me apunté a un club. Y ya empiezas con las marchas cicloturistas, las salidas en grupo y poco a poco te vas envenenando y se convierte en una afición”, argumenta. Él ya había montado en bicicleta siendo más joven, pero entonces no había abrazado el ciclismo “con tantas ganas como ahora”.

Suele serpentear por caminos de la zona de Guillena, Gerena o Las Pajanosas. También por otros cercanos a Camas. Además, en el equipo en el que milita –el Senderos Bike Team– se organiza cada fin de semana una salida a las sierras de Cádiz o Huelva. “Si cuadra y la familia te deja, intentas hacerla”, cuenta con gracia. Reconoce que cuando uno comienza a salir en grupo, “empiezan los piques” sanos con compañeros. En todo caso, ¿cómo acabó en el desierto norafricano?

Hacía tiempo que David acudía a Youtube a ver vídeos de carreras. Y el año pasado estuvo siguiendo las etapas de la Titan Desert por internet. No pudo evitar el antojo, claro. “Se convirtió en un reto para mí y empecé a prepararlo”. Sabía que exigía perseverancia en los entrenos, aunque esto no le echó atrás. “Muchas horas de bicicleta, cuidar la alimentación y ser muy constante”, asegura si se le pregunta por los meses previos.

Afortunadamente, el sacrificio suele tener recompensa. Aunque terminar la Titan Desert requiere toneladas del mismo. David no duda al afirmar que es la prueba más sufrida que ha corrido. “Es muy fuerte tanto física como mentalmente, porque cuando estás ahí, pasas por muchas fases y hay momentos en los que te crees que no puedes”, explica. Tampoco ha ayudado la meteorología. “Ha hecho mucho calor, mucho viento, hemos tenido tormentas de arena...”

En todo caso, el espíritu de superación siempre prevaleció sobre los obstáculos. “Cada día acabas cansado y parece que al siguiente no vas a poder. Pero te levantas, ves a los compañeros, tiras adelante y otro día más”, sostiene. Éste no es un tema menor. Para David, de hecho, “lo mejor” de la carrera es “la relación con la gente en los campamentos”. Él se lanzó a por esta aventura solo. Sin conocer a nadie. Pero ha salido de allí con “muchas amistades”.

El único lunar de esta experiencia fue la muerte de Fernando Civera, un zaragozano que sufrió un paro cardíaco en mitad de la segunda etapa. “El día que nos lo comunicaron fue una sensación rara. Y el siguiente también. Lo que se hablaba allí es que eso puede pasar en cualquier sitio”, señala acordándose del infarto padecido hace poco por Iker Casillas. “Yo estuve hablando con el compañero que iba con él y la verdad es que habían hecho una preparación estupenda”, recalca.

En todo caso, fueron seis días inolvidables para David. “Ha sido una pasada”. Aunque reconoce que tenía en mente unos tiempos determinados, su objetivo esencial era terminar la carrera. Lo hizo en el 162º puesto de la general y en el 62º de Máster 40. Sin embargo, después de todo lo sufrido, la sensación de cruzar la última línea meta fue única.

Entre risas, recuerda los avituallamientos de cada etapa. “Yo todas las mañanas me preparaba tres bocadillitos de jamón, que eso es importante”. No le faltaron las barras y geles energéticos. Él admite que “hay que esforzarse y tomárselos”, aunque no eran muy digeribles por culpa del calor. “El bocadillo de jamón, sí”.

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