Los tiempos del fútbol, según Italia

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Desde México 70 hasta Alemania 2006, cada doce años Italia estaba en la final de un Mundial

Bonucci alza la última Eurocopa conquistada en Londres ante Inglaterra.
Bonucci alza la última Eurocopa conquistada en Londres ante Inglaterra. / Europa Press

La Eurocopa que ganó Italia, única disputada en año impar por imperativos de la pandemia, fue un acto de justicia poética y casi de poesía cronológica. Cierto que Inglaterra llevaba 55 años sin alzar un trofeo, el Mundial que organizó en 1966 y que en final tan controvertida le ganó a Alemania.

En 2018, Italia debería haber celebrado las bodas de oro de su única Eurocopa, un torneo que se le resistía más que los Mundiales, ya que ganó los de 1934, 1938, 1982 (el de España) y 2006. Italia ganó la Eurocopa de 1968 después de un segundo partido de desempate frente a Yugoslavia. Se chafó la celebración y, además, para sorpresa del planeta fútbol, Italia no se clasificó para el Mundial de Rusia, apeada por Suecia en la fase de grupos.

La Eurocopa que el pasado 11 de julio ganó en los penaltis a Inglaterra compensaba esa ausencia de los tetracampeones y en cierta forma recomponía una curiosísima estadística. Desde hace más de medio siglo, Italia se planta cada doce años en la final de un Mundial. Le tocaba en Rusia 2018, pero esa final la disputaron Francia y Croacia, apeadas de la última Eurocopa el mismo día por Suiza y España, respectivamente, en la que fue la jornada más apasionante de todo el torneo.

Después de ganar los Mundiales de 1934 y 1938 antes de que se interrumpiera el Campeonato por la Segunda Guerra Mundial, Italia vuelve a una final en México 1970. Como siempre, llegó renqueando: victoria por la mínima ante Suecia, empates sin goles contra Uruguay e Israel. En cuartos de final, goleó a México y en semifinales disputó frente a la entonces República Federal de Alemania uno de los mejores partidos de la historia del fútbol. Cuatro goles de Italia (Bonisegna, Burgnich, Riva y Rivera) por los tres alemanes (Schnellinger y dos de Torpedo Müller, recientemente fallecido).

De Beckenbauer a Pelé. Era el último Mundial de Pelé, que había ganado en Suecia 1958 y Chile 1962. O Rei abrió el marcador, empató Boninsegna y firmaron la goleada brasileña Gerson, Jairzinho y Roberto Carlos, que batieron a Albertosi.

El comienzo de Italia en el Mundial de España 1982 fue también titubeante. No ganó ni un solo partido de su grupo: empates frente a Perú, Camerún y Polonia. Se agiganta con el nivel de sus rivales: vence a Argentina (el inolvidable marcaje de Gentile a Maradona en el primero de sus cuatro Mundiales), y empieza a engrasar su máquina de hacer goles Paolo Rossi, que le hizo tres a Brasil en cuartos de final (por los dos de Sócrates y Falcao) y dos a Polonia en semifinales. En la final, asociada a los saltos de Sandro Pertini en el palco junto al rey Juan Carlos I, Italia venció a Alemania Federal: otra vez Rossi, Tardelli y Altobelli frente al solitario gol de Paul Breitner, único junto a Pelé, Vavá y Zidane que ha marcado en dos finales de un Mundial.

México 70. España 82. Estados Unidos 1994. El Mundial soñado por Kissinger. Italia empezó perdiendo con Irlanda, venció por la mínima a Noruega y empató a uno con México. En octavos de final, eliminó en la prórroga a Nigeria. En cuartos, los dos Baggio, Dino y Roberto, hicieron inútil el gol de Caminero para España en un partido que pasó a los anales por la agresión de Tassotti a Luis Enrique y el clamoroso fallo de Julio Salinas. Dos goles de Roberto Baggio eliminaron a Bulgaria (gol del honor de Stoichkov) en semifinales. Fue Roberto Baggio, máximo goleador de la azzurra (Nigeria, España, Bulgaria), el que falló el penalti decisivo en la final contra Brasil. La única sin goles en nueve décadas de Mundiales. Segunda final que Italia perdía con Brasil. Por eso también le añade justicia poética que horas antes de ganar Italia la Eurocopa en Wembley, Argentina venciera en Maracaná a Brasil en la final de la Copa de América. El verdugo de los italianos en 1970 y en 1994, con Pelé y Romario, respectivamente.

Doce años después del Mundial de Estados Unidos, Italia llegaba a la final del Mundial de Alemania 2006. Después de un discreto arranque, eliminó en octavos a Australia con un solitario gol de Totti; en cuartos de final a Ucrania; y en semifinales a los anfitriones, Alemania, con dos goles de Grosso y Del Piero. Final contra Francia, la final soñada del Mundial de España que nunca se disputó, con Platini, Giresse y Tigana eliminados en Sevilla por Alemania. El partido terminó con empate a un gol. Los goleadores fueron Zidane y Materazzi. El primero le propinó al segundo un cabezazo que le costó su expulsión y el final definitivo de su carrera como futbolista. Los italianos marcaron sus cinco penaltis; Trezeguet falló para Francia.

Con tres años de retraso, Italia corregía esa musicalidad de las estadísticas. Donnarumma, heredero de los cancerberos Albertosi, Dino Zoff, Gianluca Pagliuca, Buffon en aquellos cuatro Mundiales, hizo posible el milagro. Una Italia de nuevo renqueante, que requirió de tres prórrogas: contra Austria (partido que sonaba a duelo musical entre Mozart y Salieri), España e Inglaterra, los campeones de 1966 que se quedaron con la miel en los labios, con el nieto y el bisnieto de la Reina de Inglaterra en el palco. Italia tiró de orgullo con Bonucci y Chiellini emulando a Bud Spencer y Terence Hill en Le seguían llamando Trinidad. Gracias a la Eurocopa, el fútbol recuperó los tiempos de Italia, que vivaquea, se evapora y siempre está. Le tocaba estar en la final del Mundial 2018 (1970-1982-1994-2006…), pero aguardó tres años para recuperar el prestigio perdido. Y hoy España tiene la ocasión para sacarse la espina.

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