Análisis
Rafael Salgueiro
Oxfam y su cruzada contra los ricos
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La compra de una vivienda es, sin duda, una decisión de gran trascendencia, porque determina la calidad de vida para el futuro y supone un gasto que condicionará nuestra capacidad financiera a largo plazo. Hay razones, pues, para estudiar la operación a fondo y, si es posible, con asesoramiento profesional. Estamos asistiendo a un aumento del número de compraventas de viviendas tras el parón del covid. Según el INE, en mayo hubo 41.419 hipotecas, una cifra similar al mismo mes de 2018.
Y la ilusión puede llevarnos a la precipitación. Por eso vale la pena seguir algunas recomendaciones. Por ejemplo, consultar el Registro de la Propiedad para conocer quiénes son los legítimos y actuales propietarios de la vivienda que nos interesa, si está libre de cargas como hipotecas o embargos y si está autorizada para uso residencial. Además, conviene preguntar al administrador de la finca si el propietario está al corriente de pago de la comunidad y el IBI, el estado actual de la finca y, además, consultar con el ayuntamiento para saber si debe algún impuesto más.
En primer lugar, debemos saber cuánto dinero podemos dedicar a la compra de la vivienda. Para ello, lo recomendable es que el coste mensual la adquisición de la vivienda no supere el 30%-35% de nuestros ingresos netos. Si está por encima, comprometerá la capacidad de ahorro y consumo futuros y dificultará hacer frente a ciertos imprevistos. Y quizá también reducirá la posibilidad de cumplir otros objetivos vitales para los que precisaremos financiación.
Para evitarlo, debemos calcular todos estos costes y, a partir de ahí, determinar cuál es la cuota máxima de hipoteca que podemos asumir y, entonces, qué cantidad solicitar de hipoteca para la compra sin que se resienta nuestra calidad de vida de los próximos años.
En segundo lugar, debemos saber que se suele conceder el 80% del precio de la vivienda. Imprescindible, pues, contar con un colchón de ahorro previo que suponga el 20% del coste total de la compra.
También hay que tener en cuenta que la compra acarrea otros gastos: notario, impuestos, registros, tasaciones y seguros que pueden suponer alrededor de un 10% del coste total. Eso sin incluir posibles obras o mobiliario necesario.
Con estos cálculos ya se puede iniciar la búsqueda de la hipoteca que más se adapte a nuestras necesidades y a nuestra planificación. Tendremos que decidir qué tipo de hipoteca, analizar las condiciones de revisión, las posibles cláusulas limitativas y bonificaciones, decidir el plazo, etc.
Más allá de la hipoteca, hay otras cuestiones para las que convendría tener un asesoramiento adecuado. Hay que analizar qué estrategia de ahorro e inversión a largo plazo es flexible ante posibles cambios del contexto económico y, sobre todo, compatible con la consecución de nuestros objetivos vitales. Entre ellos, y a ser posible, ahorrar para la vivienda que habíamos imaginado.
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