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Canco Rodríguez | Actor

"Mataría por hacer de Bunbury"

Canco Rodríguez.

Canco Rodríguez. / Jesús Romero

Desde que era un zagal en su Málaga natal, Juanjo Rodríguez (1977), alias Canco, sentía pasión por la música cañera con predilección por Héroes del Silencio. Ahora, este actor que se hizo famoso por su papel del Barajas en Aída, ha llevado a las tablas (Teatros Luchana de Madrid) El rock and roll ha muerto. Además, compagina esta obra con Privacidad. En 2021 ha estrenado películas también: Operación Camarón y Sevillanas de Brooklyn. También participó en la quinta edición de Tu cara me suena.

–Otro proyecto de periodista que acaba siendo actor. ¿Por qué pudieron más las tablas que las teclas?

–Mi fantasía era ser corresponsal de guerra y por eso empecé la carrera. Luego he conocido a muchos periodistas y un montón tenían ese sueño. Pero un profesor me dijo que más que corresponsal, yo quería interpretar a un periodista en una película. Me hizo reflexionar y es verdad. Abandoné la carrera y me enamoré perdidamente del arte dramático. Me fugué con el arte dramático.

–En julio fue padre de su primer hijo, Hiro. ¿Si tiene otro nene le pondrá Hito y si es niña será Shima?

–Mi familia quiere saber, si tuviera otro, qué nombre le voy a poner... para apuntarlo en una libreta y acordarse. Marta y yo pensamos en muchos nombres españoles, pero no nos poníamos de acuerdo y al final coincidimos en Hiro, un nombre japonés que no nos recordaba a ningún amigo, ni ex, ni político... Y nos encanta.

–¿Su apodo viene de cancanear ("errar, vagar o pasear sin objeto determinado") o de Caco Senante?

–Viene de pronunciar yo mal Juanjo de niño. Y se quedó. En un idioma de Latinoamérica significa "culo". Madre mía, qué puntería tengo. Pero me gusta.

–Un malagueño en la película Sevillanas de Brooklyn. ¿Le han reñido en su familia o después de Dani Rovira en Ocho apellidos vascos ya no hay problema?

–Dani Rovira nos abrió las puertas a los malagueños para poder hacer de sevillanos, como Antonio Banderas nos abrió el mercado internacional...

–Interpreta en el teatro El rock and roll ha muerto, obra autobiográfica escrita por usted. ¿Ni siquiera el reguetón y el trap son capaces de matarlo?

–Pese al título del espectáculo, el rock and roll nunca va a morir, está por encima de todo porque es más que un estilo de música, es un sentido de vida, de rebeldía, de ir en contra de todas las normas establecidas. Y ni el reguetón ni el trap lo va a matar; tampoco creo que sean enemigos.

–Pero muchos creen que ha envejecido mal.

–Se dice que el rock and roll ha muerto según te haces mayor, que no es como cuando yo lo escuchaba. Pero los que nos morimos somos nosotros, que empezamos a perder la ilusión de vivir y a volvernos grises. Pero los jóvenes siguen viviéndolo con la misma intensidad y hay grupos buenísimos como las Ginebras, Niña Polaca, Venturi, que están reventando y demostrando que los que se mueren son los que pasan los 40.

"Está costando mucho volver a los conciertos y al teatro, nos estamos acomodando al sofá de casa"

–"Lo repudian como a un virus contagioso", dice Loquillo en Rock and roll actitud, ¿cuáles son sus grandes enemigos?

–La edad, el envejecimiento, la pérdida de la ilusión y el aburguesamiento.

–Si después de este espectáculo volviera a Tu Cara me suena, ¿cree que ganaría gracias a esta experiencia?

–Me sorprendió no haber ganado la otra vez, es broma. Es muy difícil que gane un actor porque estamos rodeados de preciosas voces de cantantes y es imposible competir contra ellos.

–¿A su hijo también le pone rock o no se libra de los cantajuegos?

–Le pongo rock desde que estaba en la barriga, pero en mi casa se escucha todo: cantajuegos, rock and roll, Xuxa, flamenco, copla...

–¿Con qué banda se pasó horas y horas de cola para estar en primera fila?

–Con Héroes del Silencio, me daba codazos con quien fuera si hacía falta.

–¿Le daría un patatús si le ofrecieran hacer de Bunbury en un biopic?

–Me encantaría. Además, he tenido la suerte de coincidir con él varias veces y cada día lo admiro más. Por poder interpretar una parte de su vida, porque si es un biopic habría varios actores, mataría, amenazaría al director de casting para que me diera el papel.

–A mí me impone tela.

–Es muy buen tío y muy cariñoso.

–Ha estrenado recientemente también en teatro Privacidad, comedia sobre las nuevas tecnologías. ¿Qué pasaría si un virus se llevara por delante todos los móviles?

–Evolucionaríamos como sociedad a un mundo mejor.

–Refiero a menudo en las entrevistas que tengo un móvil Nokia.

–Y se nota que es usted más inteligente y sensible que yo... Mire, cuanta mayor es la generación del iPhone, menor es la inteligencia del dueño.

–¿Aprecia algún cambio en el público por el Covid, más entusiasta o más mohíno?

–Noto que les está costando mucho volver a los conciertos y a las salas de teatro. Nos hemos acomodado al sofá de casa y estamos volviendo a convencerlos de que el directo, ya sea teatro o música, no tiene comparación alguna al sofá. Es como levantarte y trabajar en tu casa, y todo en tu casa… No, tienes que vivir fuera, desde ir a trabajar a ver teatros, conciertos y todo porque compartir la experiencia de vivir rodeado de desconocidos, esa energía que se crea, no se consigue en casa.

–Está hasta el gorro de que le pregunten por el Barajas, el yonqui de Aída. Pues imagine hasta dónde estará Julián Villagrán por sus papeles de mendigo o drogadicto...

–Sí, pero a Julián Villagrán no se le asocia con un personaje. A él todos lo vemos como un gran actor que hace diferentes papeles y yo sigo con el sambenito del Barajas.

–Pero los personajes de él son muy del lumpen.

–Sí, ahí estamos, jugando la misma liga... Aunque en Operación Camarón hacemos los dos de policías. Nos salimos de los registros...

–¿A los actores les molesta la coletilla de "secundario"?

–No, si eres un actor secundario eres un actor que trabaja. Molesta un actor en paro. Es maravilloso ser secundario; es más, siempre se ha dicho que los grandes personajes del cine son los secundarios.

–Dio las Campanadas de Telecinco en 2013. ¿Algún familiar sufrió un telele con las uvas por la nerviosera?

–No, no. Lo único es que nos pidieron por favor que no saludáramos a nuestros familiares y yo mandé saludos hasta a mi perro.

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