Javier López Menacho. Escritor y profesor de Creación Literaria
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Raquel Revuelta | Empresaria
DOÑA ERRE QUE ERRE DE LA MODA FLAMENCA. Acaba de perder a su padre, Manuel Revuelta, neurocijano que disuadió a sus tres hijos de estudiar Medicina. Raquel Revuelta (Sevilla, 1967) fue elegida Miss España en 1989 y poco después fundó Doble Erre, agencia de modelos y organizadora de eventos, entre ellos Simof (Semana Internacional de la Moda Flamenca), que hace 30 años sirvió de motor de arranque de la pujante moda flamenca.
–¿Cuál es el secreto para que el traje de flamenca siente tan bien?
–El volante favorece mucho. Es un vestido que se identifica siempre con fiesta, sienta bien, empodera a la mujer. Y esos colores y estampados tan alegres, los lunares, las flores... Es un chute de energía. El cuarto día de Feria no puedes con tu alma, te colocas el traje, la flor y te cambia hasta la actitud.
–¿Cuándo y por qué pasa a ser moda flamenca?
–Las mujeres de los tratantes de ganado llevaban batas de faenar y de ahí parte. En el 29, las señoras de clase media-alta las enriquecen con bordados, estampados, otros tejidos... El término moda significa que está sujeto a diseño y a tendencia, y en el caso de la flamenca nace con Simof.
–¿Hasta qué punto se debe al impulso de Simof?
–Desde la humildad, me siento responsable cien por cien del origen de la industria de la moda flamenca. Con Simof los diseñadores empezaron a crear, a investigar en los tejidos, a incorporar la seda, la licra, el denim (vaquero)...; incluso en los estampados, pues antes apenas había alternativas, todo era el popelín y lunaritos, y hoy los fabrican ad hoc para cada diseñador.
–Simof tiene nombre de acróbata del circo ruso. ¿Nadie le ha querido cobrar un millón de euros por cambiarle el logo y rebautizarla como Guol Internáchonal Flamenking Fachon?
–No, y no lo consentiría porque Simof, aunque le suene a acróbata ruso, son las siglas de Semana Internacional de la Moda Flamenca, algo muy nuestro y que no puede hacerse en otro lugar que no sea Andalucía y Sevilla. Es una marca que para quien quisiera capitalizarla valdría mucho más que el Internáchonal Guol Flamenko Chou o lo que haya dicho...
–¿Quién sabe más de volantes Victoria Federica o su madre, la infanta Elena?
–Probablemente la infanta Elena. Siempre ha posicionado la moda española y, por ende, la flamenca. Aprovecha cualquier oportunidad para ponerse un mantón de manila, un fleco...
–Muy bien debe ir la moda flamenca para que las tiendas de chinos hayan entrado a saco en el mercado.
–Era irremediable porque ocurre ya en la moda urbana y es una señal de que va bien el sector, pero no me gusta porque la moda flamenca está bajo el paraguas de nuestra cultura e idiosincrasia, y utiliza mucha artesanía, manufactura, que además es el nuevo lujo. Cansados de la globalización, volvemos a los orígenes, a la artesanía y en la moda flamenca todo lo es.
–Y los chinos hacen los trajes como churros.
–Esto desvirtúa el origen, una costura prácticamente a medida. Me da rabia pero es un buen síntoma.
–¿Los hombres en la Feria somos como los novios en las bodas, que nadie se fija en cómo vamos vestidos?
–No. A quien le gusta vestir bien se fija en el novio, en la corbata, el color del chalequillo, los zapatos... Y lo mismo en la Feria, incluso más acusado porque son nuestras fiestas y tienes que ir acorde con el acontecimiento.
–¿Pero no hay una proliferación excesiva del hombre trajeado en vez de con una chaqueta primaveral?
–Sí, pero también chicos coquetos con una chaqueta bonita en tono claro y un chino. Y hay interés del foráneo de saber cómo ir a la Feria.
–¿Me pongo el traje de corto con o sin zahones?
–Algunos ponen el grito en el cielo con un traje de flamenca vaquero o uno sin mantoncillo. Las tradiciones deben estar al servicio del hombre y no al revés porque entonces no evolucionamos. Me gusta que el hombre a caballo lleve sus zahones.
–¿Le han entrado ganas de estrangular al portador de una chaqueta imposible por estropear el traje de gitana de su pareja?
–A unos cuantos. Con cariño, pero el que viene de Madrid y ves que ella va impecable vestida de flamenca, guapísima, y él con un polo... ¿Perdona? ¿Vas así junto a esa supermujer que que va caminando con fuerza, se siente guapa y brilla...?
–Motivo de divorcio, vaya.
–No, pero no es estético.
–¿Feria de lunes a domingo o de sábado a sábado?
–A mí, que estoy ya entradita en los 50, se me hace eterna. La única justificación sería que compense a la ciudad económicamente; si no, es excesivo.
–¿Sus rutinas básicas para sobrevivir a la Feria?
–Por las noches, después de la ducha, meter los pies en agua caliente y masajearlos con Thrombocid. Mano de santo. A veces por la mañana me pongo una crema anestésica para ni sentirlos. No concibo a una flamenca con zapato plano, tiene que ir con tacón.
–Cuando fue Miss España, en los 80, seguía vigente el mito de que las guapas eran tontas. ¿Todavía se topa con algún recalcitrante o lo hemos superado?
–Hay algún retrasado, no me refiero mentalmente, sino al que está llegando tarde, o retrasada, pero responde a otras cuestiones: coraje, rabia... A estas alturas lo tenemos muy superado.
–Sucedió en el palmarés a la cordobesa Eva Pedraza y antecedió a la gaditana Esther Arroyo. Entre nosotros, en Sevilla hay mujeres más bellas que en las provincias limítrofes...
–Me gusta pensar que es así. Que recuerde de Sevilla fuimos cuatro: Rocío Martín, María José Suárez, Eva González y yo. Del resto de provincias no ha habido tantas, quizás tinerfeñas.
–¿Cuánto le paga Paco León en royalties tras hacerse famoso imitándola?
–Nada y no porque no investigara si se podía, ¿eh? Lo pregunté, no con la intención de llevarlo a cabo, pero quienes se hacen un nombre intentando suplantar la identidad de alguien, aunque en mi caso mejor no porque tendría la autoestima por los suelos, deberían cuanto menos compartir, ¿no? Pues no se puede...
–¿Con este tipo y esta cara podría ganarme la vida en las pasarelas o me quedo tecleando?
–Han vuelto modelos de tallas grandes y cincuentañeras. ¿Por qué no? Es usted bien parecido, alto y por lo que veo no está malote.
–Gracias, pero tengo que dejar el tabaco, ¿no?
–Si no, no lo contrato...
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