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Jesús Rubiales López, Venenciador y empresario. Récord Guinness en 2005

"Considero que mi profesión es como la de un artista"

Jesús Rubiales López,  Venenciador y empresario. Récord Guinness en 2005

Jesús Rubiales López, Venenciador y empresario. Récord Guinness en 2005

Jesús Rubiales (Jerez, 1970) Empezó trabajando de tonelero, oficio que heredó de su abuelo y su padre, en las bodegas Sánchez Romate. Cogió una venencia por primera vez en 1988, en una boda en Arcos, "y me temblaba todo el cuerpo". Desde entonces no ha parado de venenciar, creando su empresa Venenciadores SL, que está en posesión del récord oficial Guinness de venenciadores de jerez, obtenido el año 2005 en un acto en Fibes (Sevilla) contando con el apadrinamiento de Chiquito de la Calzada.

-¿Cómo pasó de ser tonelero a ser venenciador?

-La primera imagen que tengo del venenciador fue la de Agustín Coro, el venenciador de las bodegas Sánchez Romate. Me llamó mucho la atención en un evento en el que le vi venenciar. Mi sueldo era de aprendiz y vi en la venencia la opción de buscarme algo extra. Tanto me cautivó que decidí vivir de ello a tiempo completo.

-Con su propio estilo.

-Iba en el coche siempre con traje y corbata, con mi ropa en el portatrajes, como si fuera un artista, para darle el respeto y la categoría a mi profesión. En aquella época, los años 90, me pusieron el apodo del Dandy porque iba muy bien arreglado a la hora de prestar mis servicios.

-¿Qué cualidades debe tener un buen venenciador?

-Conocer el producto que estás dando, simpatía, agrado con el público, tener buena presencia... Lograr que esa copa de jerez sea la primera que se tome un invitado tanto en un acto público como privado, buscando el rincón más idóneo para destacar y no pasar inadvertido.

-¿Ese es el éxito?

-Cuanto más vino de Jerez dé en un servicio, tendré la mejor publicidad que puede tener un venenciador. Más éxito habré tenido. No somos como un puesto más. Somos la primera sonrisa que te va a recibir con una copa. Jamás me verán serio en ningún acto.

-¿Cómo lleva la pandemia con el parón en su sector?

"La mayor publicidad y éxito que puede tener un venenciador es no llevarse vino de vuelta en la bota"

-Uf, con mucha incertidumbre. También con mucho optimismo y ganas de comerme el mundo cuando vuelva a hacer lo que más me gusta. Cuando trabajo no me preocupa ni el tiempo, es como si fuera al sitio más bonito del mundo. Es como si fuera una actuación, cada evento mío es diferente, intento buscar el mejor sitio para ser protagonista, porque siempre tiene que serlo el venenciador en cualquier acto.

-Está dando a entender que no se valora su trabajo suficientemente.

-Por supuesto que no. Y para mí es mi vida. Si yo no me preocupo de que el venenciador deslumbre con una copa de jerez en cualquier acto, estoy muerto. Cuanto más vino me lleve de vuelta, no gano, para mí son pérdidas. Cuanto más se beba, es que han disfrutado.

-¿De quién es la culpa?

-Los primeros venenciadores siempre fueron figuras importantes porque eran los embajadores de las bodegas y mandaban al venenciador porque era la persona que sabía y sacaba las muestras. Era una representación de la bodega en cualquier parte del mundo. Lo enviaba la bodega a su cliente para promocionar determinada marca. En mi caso fue diferente porque vendía el trabajo de venenciar en cualquier parte del mundo elevándolo a la categoría de arte, no representaba ninguna marca de vino. Me siento orgulloso de llevar el vino de Jerez como un generoso genérico. Insisto, para mí el venenciador siempre ha sido un artista.

-¿Es importante el origen?

-Desde otras partes de España me han preguntado a veces si conocía venenciadores de jerez por su zona para ahorrar costes y yo les he dicho siempre que el venenciador parte de nuestra tierra y siempre con acento jerezano.

-¿Dónde le han tratado mejor?

-Sinceramente, en todos los pueblos de Andalucía donde empecé. Cuanto más pequeños, más cariño me han dado. Me he cambiado el traje corto en casas particulares que me han ofrecido los vecinos.

-¿Qué le parece la afición que existe a la venencia en Japón?

-Me parece que fue una buena idea del Consejo Regulador crear escuela y afición a este arte, pero si por ya haber allí venenciadores japoneses y por el ahorro en costes deja de estar la figura autóctona, la del venenciador de aquí, entonces me parece muy mala idea. Defendamos nuestra denominación de origen como venenciadores. No se trata solo de ser el que más levanta la venencia, sino otra historia.

-¿Qué futuro le ve al jerez? ¿Sabe consumirse?

-En grandes celebraciones no lo veo a no ser que haya un buen venenciador que potencie la figura del vino de Jerez. En bodas se ven lambruscos, riojas, vinos blancos... Como el venenciador no esté anticipándose a otros servicios, no da vino. El venenciador tiene que implicarse más, por lo menos en esa primera copa.

-¿Por qué quiso tener un récord Guinness?

-Porque 2005 era una época con mucho trabajo y mi idea fue proponerle a un cliente que podría potenciar una feria inmobiliaria en Sevilla haciendo un récord Guinness bajo mi marca, Venenciadores, SL. Compré mil litros de vino de Jerez y contraté a 61 venenciadores. Este fue el primer récord Guinness de venenciadores y hasta ahora.

-¿Y por qué Chiquito de la Calzada de padrino?

-Como empresa de servicios en un stand, llevábamos un cuadro flamenco y él iba con ellos. Le pedí que participase como testigo y padrino y ni se lo pensó. Me firmó una bota y comió con mi familia un día antes. Le conozco de programas de Antena 3 y Canal Sur en los que he participado. Hice mucha amistad con él.

-¿Cree que se puede perder el oficio de venenciador?

-Mientras yo esté vivo no se va a perder, je, je, je. Siempre me esforzaré en elevar esta actividad a la categoría de arte, cuidando hasta el último detalle y la calidad, y transmitirles a los que vengan detrás la misma pasión y el mismo tesón.

-¿Qué es lo que más le gustaría hacer como venenciador?

-Me encantaría volver a inaugurar la Feria de Jerez venenciando vino en todas las puertas de acceso, qué mejor manera de dar la bienvenida. Eso es como lanzar fuegos artificiales. Y batir mi propio récord Guinness, esta vez en mi ciudad, Jerez.

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