CANO | CANTANTE Y COMPOSITOR
“La gente se siente identificada conmigo y les dejo huella”
Miguel Cobos. Profesor y 'coach'
"El instituto es como una aventura espacial que a veces se complica". Ésta es la metáfora con la que Miguel Cobos propone a los alumnos afrontar esta compleja y decisiva etapa académica. Cómo despegar en los estudios (Espasa) es el nuevo libro de Cobos (@disparatusnotas), un ingeniero, coach y experto en programación neurolingüística que cuenta con más de 10 años de experiencia como profesor.
-¿Sabemos estudiar?
-No, no sabemos estudiar. Pero es lógico, no nos enseñan ni cómo estudiar ni cómo hacer exámenes. Me parece un sinsentido importante. La estrategia de memorizar funciona en Primaria, incluso hasta segundo de la ESO, porque tienes poco contenido. El problema viene cuando se empieza a acumular materia y ya no se memoriza tan bien, y ahí viene el huyo de los estudios o echo un montón de horas.
-¿Cuál es el principal fallo que cometemos a la hora de enfocar los estudios?
-Creo que e un tema de responsabilidad, de no darse cuenta de qué van los estudios realmente, te crees que es aprenderte la Generación del 98 o las propiedades de los logaritmos, porque lo dice un sistema educativo o un profesor de un montón de años con el que no conectas, y empiezas a poner excusas de es que no me motiva o esto para qué me va a valer. Entonces empiezas a luchar contra los estudios, en vez de darte cuenta de para qué sirve, que es un campo de entrenamiento para ganar habilidades con las que luego sales a la vida adulta.
-¿Faltan técnicas de estudio o falta motivación?
-Faltan las dos cosas. La motivación es tener un motivo para la acción, y ahí el fallo es creer que la motivación tiene que venir de fuera: la motivación tiene que venir de dentro. Y luego faltan técnicas de estudio que te lo hagan más llevadero, porque por mucha motivación que tengas, si no sabes por dónde empezar, mal vas. Faltan las dos por igual. Lo que necesitas es tener ganas, querer dar el paso para avanzar, pero también necesitas saber cómo darlo.
-¿A qué edad o en qué etapa es recomendable empezar a aplicar técnicas de estudio?
-Cuanto antes mejor, pero con moderación. Es importante que los estudiantes sientan que esas técnicas, en ese momento, les sirven y les ayudan. Entre primero y cuarto de la ESO sería el momento, ya dependiendo de cuál es el camino o el proceso que lleva cada estudiante. Lo ideal sería justo en esa primera señal en la que parece que los estudios empiezan a complicarse, en que las notas van bajando un poco.
-Asegura que el 80% del tiempo es improductivo, ¿cómo identificarlo?
-Es la Ley de Pareto, que es súper curiosa, que viene a decir es que, más que sea improductivo como tal, el 80% del tiempo sirve para conseguir el 20% de algo, y que el 20% del tiempo sirve para conseguir el 80% de ese algo. Es decir, si una persona dedica 10 horas a sacar un 10, de ese total 2 horas le permitieron sacar 8 puntos; las otros 8 horas le sirvieron para sólo 2 puntos. Las últimas horas suelen ser las menos productivas. Hay que saber soltar esa parte para dedicarle ese tiempo a otro tema.
-¿Es la procrastinación el gran enemigo del estudiante?
-Es uno de los enemigos. El sentarse a estudiar, el hecho de vencer a la mente, que te propone que no lo hagas en ese momento. La mente busca huir del esfuerzo y de las cosas desconocidas. Un estudiante, cuando acaba de comer, tiene una tentación increíble de coger el móvil y se cuenta la película de que necesita descansar. Se va poniendo tiempos que va prorrogando, va ajustando esa procrastinación por dentro, negociando consigo mismo, y al final termina con el ya mañana me pongo, que tengo toda la tarde entera. Lo malo de la procrastinación es que se vuelve un hábito y baja la autoestima; por eso hay que trabajarla.
-¿Hay que ponerse objetivos?
-Sí, de hecho es mucho mejor ponerse objetivos de contenido que de tiempo. Por ejemplo, en vez de proponerte estar una hora estudiando, que puedes hacerlo a un ritmo muy lento y no aprovechar el tiempo, es mejor fijarse estudiar una página. Así, te retas a ti mismo en ver cuánto tardas y a hacerlo cada vez en menos tiempo. Es mucho más motivador estudiar así.
-Este libro, ¿es para alumnos, para padres o para ambos?
-Yo lo he escrito pensando en los chavales, en los estudiantes de ESO y Bachillerato, pero creo que si lo lees con intención de que te sirva, te diría que le sirve a cualquiera. Me ha servido incluso a mí cuando lo estaba repasando y durante el proceso de escritura. Leído con la mirada adecuada, seguro que sacas cosas. A los padres también les viene bien para entender qué les pasa a sus hijos y cómo ayudarles con más empatía.
-¿A favor o en contra de la 'ayuda' de los padres en los estudios?
-Estoy a favor porque a todos nos gusta que nos ayuden, pero hasta un límite, porque una cosa es que te ayuden y otra es que te lo hagan todo. Hay algunos padres que incluso les organizan el horario; está bien si es con la idea de que vayas cogiendo esa responsabilidad, pero muchas veces es porque quieren que sus hijos consigan un resultado. Si lo hago desde el quiero que asumas esa responsabilidad, voy a ir soltando y tú vas a ir ganando esa responsabilidad, pero si lo hago desde el quiero que saques un 10, cuando no lo saques voy a meter más presión y se puede generar un rechazo.
-Cada ves hay más adultos opositando. ¿Se puede extrapolar lo que recomienda a este colectivo?
-Sí, sin duda. Lo única diferencia son las técnicas de estudio que hay que aplicar en una etapa y en otra. En cuanto a organización, motivación, procrastinación, productividad..., sirve para estudiantes, opositores, trabajadores, siendo capaz de leerlo extrapolándolo a tu situación.
-¿Cuáles serían sus tres reglas de oro para iniciar este cambio?
-La primera sería tener claro qué quieres: a medida que vamos creciendo dejamos de ser niños y dejamos de pensar en nuestros sueños y en qué queremos conseguir; ser capaz de conectar los estudios con esto es muy bueno. La segunda sería vencer a la mente, ese enemigo interno que hay que combatir, por ejemplo, en el tema de la procrastinación. Y la tercera sería ser constante: hoy lo queremos todo ya, no estamos dispuestos a transitar esa especie de desierto hasta que lleguemos al final del camino.
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