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Miedo al tsunami

  • Incertidumbre. Las espadas están en todo lo alto en una jornada a la que sólo Vox llega eufórico, mientras PSOE, PP, Podemos y Cs están a verlas venir por lo incierto de los pronósticos

Miedo al tsunami

Miedo al tsunami

El jefe del Ejecutivo transmite la sensación de que no le llega la camisa al cuerpo pensando en el resultado electoral. Además de forzar una entrevista en TVE el pasado jueves tras conocer que los analistas consideraban que no había estado a la altura en los debates previos, ese día por la tarde escribió en un tuit: "Los únicos que podemos parar" a lo que él llama el trío de Colón, lo que indica que teme que esa terna lo deje sin la presidencia.

Sin embargo, de los tres partidos de centroderecha, sólo en Vox hay euforia. Ha llenado plazas que hacía mucho tiempo que no se llenaban y las declaraciones públicas de personas conocidas expresando su apoyo al partido de Santiago Abascal hacen temer, no sólo a Pedro Sánchez sino a Pablo Casado y a Albert Rivera, que se produzca un tsunami de extrema derecha y que ni siquiera pueda formarse un Gobierno de coalición entre PP y Cs con el apoyo externo de Vox -fórmula andaluza- en el caso de que entre los tres llegaran a 176 escaños. Es más, en el PP sienten angustia de pensar qué ocurriría si Vox lograra más escaños que Cs, convencidos de que en ese caso Abascal impondría unas condiciones que ni Casado ni Rivera podrían aceptar.

Nunca se ha visto un escenario tan imprevisible, y tan convulso, ante unas elecciones generales. En un momento particularmente inquietante porque se augura una nueva crisis económica mundial, los datos de la EPA son muy malos para España, aunque el Gobierno intentó disfrazarlos de éxito, y tanto el FMI como el Banco de España han alertado de que determinadas medidas del equipo de Sánchez son económicamente inviables.

Las primeras tensiones

Todo ello ha desencadenado una situación tensa en el PSOE, donde se ha visualizado la soledad de Sánchez en campaña. No ha contado con los históricos que siguen siendo pesos pesados, Felipe, Guerra y Rubalcaba; los barones regionales se han puesto de perfil y sólo lo han acompañado cuando ha visitado su región para participar en mítines y pedir el voto. La excepción ha sido Ximo Puig, pero su situación es distinta, porque hoy se celebran elecciones autonómicas en Valencia y se encuentra también en plena campaña electoral para mantener la Generalitat.

Por otra parte, como suele ocurrir en momentos de incertidumbre, han aparecido tensiones en el equipo socialista. Es vox populi que existen roces desde hace tiempo entre la vicepresidenta, Carmen Calvo, y el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo, un problema para Sánchez, pues los dos, junto al ministro de Fomento, secretario de Organización y jefe de la campaña socialista, José Luis Ábalos, forman el núcleo duro del equipo presidencial, tanto en La Moncloa como en Ferraz. Si a eso se suma que los trackings internos que manejan no despejan todavía las dudas respecto a quienes están en condiciones de sumar para alcanzar los deseados 176 escaños, se comprende la intranquilidad de Sánchez y su obsesión por apretar fuerte en campaña en la semana última.

Hasta que se celebraron los debates, tenía la idea de que podría contar con el apoyo de Cs pese a que Rivera lo había negado por activa y por pasiva. Sin embargo, la virulencia con la que atacó el líder de la formación naranja al presidente del Gobierno ha llenado de dudas a Sánchez. Ahora, dicen quienes han hablado los últimos días con él, su esperanza es que si no suma suficiente con Podemos, en la derecha se produzca el sorpasso de Vox a Cs... lo que podía provocar que Rivera finalmente llegara a un acuerdo con Sánchez para impedir que Vox gobernara en España o tuviera en su mano condicionar un Ejecutivo de PP y Ciudadanos.

La incógnita Vox

La inquietud de que Vox superara a Cs también preocupa en la calle Génova, aunque el recuento de los escaños que consideran seguros, más los probables, más los que podrían arrancar de los dudosos, les dice que tendrán mejor resultado del que les auguran las encuestas y que de ninguna manera Vox tendrá más votos que el partido de Rivera. Pero los más realistas, sotto voce, confiesan que no las tienen todas consigo. Les asombra la capacidad de convocatoria de Vox, pero se consuelan con que no han acudido a otras plazas porque no tenían garantizado el lleno. Y, añaden, que las elecciones no se ganan en una decena de grandes ciudades.

El PP maneja datos que coinciden en gran parte con los del PSOE: en contra de lo que se pensaba tras el imprevisto resultado de Vox en Andalucía, el éxito de Abascal no se debe a la simpatía que provoca en los mayores, inclinados a votar a quien garantiza seguridad y estabilidad, sino que Vox ha seducido a los jóvenes. Es un movimiento que no había aparecido hasta ahora, que engloba a miles de jóvenes que se han sentido atraídos por un sentimiento patriótico que no formaba parte de la cultura de la generación anterior.

Todos estos elementos que han provocado vaivenes en los votantes tradicionales son los que han abierto la caja de los truenos, y de las angustias, en la campaña. Conceptos que hasta ahora eran válidos para las predicciones ya no lo son. El hecho de que el trasvase entre partidos sea tan fuera de lo común lo hace todo más difícil -miles de votos de Podemos se fueron a Vox en Andalucía y es, por tanto, probable que se repita en las generales-, la desaparición de figuras emblemáticas y su sustitución por desconocidos también afecta al resultado, y no se sabe cómo reaccionarán los electores ante el fichaje de personajes de otras formaciones.

Cs se lleva la palma en ese sentido y, al no haber precedentes, es difícil adivinar si esa política favorece a quien ha robado a dirigentes de otro partido o hay un efecto boomerang que castiga a quien busca candidatos en aguas ajenas. Los aspirantes importan. Para bien y para mal. Al PP no le ha afectado excesivamente la fuga de Ángel Garrido, cuyo protagonismo sólo duró un año en Madrid. Sí le afecta más la desaparición de otras figuras que sí eran importantes.

Casado ha tenido algún acierto, como recuperar a Cayetana Álvarez de Toledo para la primera línea. La ex diputada y ex jefa de gabinete de Ángel Acebes se ha convertido en todo una figura mediática en la campaña cuando todos esperaban que los personajes femeninos fueran Arrimadas e Irene Montero. La primera ha tenido papel, pero la segundo ha aparecido lo justo. Podemos ha preferido poner toda la carne en el asador con Iglesias, que, sorprendentemente, con un ex asesor de Lula da Silva como gurú electoral, se ha moderado hasta tal punto que incluso recriminó a Rivera por lo que consideraba mala educación del dirigente de Cs.

Con todas estas premisas, ¿cómo se pueden hacer pronósticos sobre lo que puede suceder esta noche?

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