Una noche al raso para alzar la voz

'Diario de Cádiz' acompaña a los acampados que están en la plaza del Palillero, en la que se reunieron en la madrugada del jueves unas 70 personas y entre las que había trabajadores, parados o estudiantes

Sobre la una de la madrugada, los primeros acampados empiezan a tomar el suelo de la plaza del Palillero para prepararse para dormir.
Rafa Burgal / Cádiz

21 de mayo 2011 - 01:00

Cae la noche en el Palillero. La asamblea de la concentración permanente de Cádiz surgida tras las manifestaciones del 15-M va dando sus últimos coletazos ante una plaza abarrotada de público. Sólo queda preparar todo el dispositivo para seguir con las reivindicaciones y las comisiones de trabajo empiezan a tomar forma.

Entre todas ellas, destaca una: la de acampada. Un grupo que tiene el objetivo de preparar todos los detalles para pasar una noche al raso. Decenas de mochilas, sacos de dormir y lonetas aislantes se apilan bajo un toldo azul preparado para evitar las posibles inclemencias meteorológicas.

Son las 22:30 horas y las personas que han decidido participar en la acampada nocturna reciben una serie de normas de convivencia para que todo salga perfecto. Nadie quiere erigirse como organizador porque consideran que esto es un "movimiento común sin líderes." Las principales consignas son nada de alcohol, drogas y ruido. Todo lo que sea para no "dar motivos para que nos echen", tal como apuntan varias voces.

La siguiente orden es repartirse por los comercios de la zona para buscar cartones que ayuden a conciliar el sueño en la plaza. Todavía quedan bastantes personas y varias de ellas comienzan a recopilar todo lo que sirva de ayuda a los acampados.

Con la llegada de la madrugada, la gente empieza a dispersarse poco a poco y se prepara el colchón. Entre cartones, han preparado almohadas con plástico enrollado y cinta adhesiva. Otros miembros se encargan de retirar toda la suciedad que se ha generado con una escoba y un recogedor, tratando de mostrarse como un movimiento en el que se impone el civismo.

En una de las mesas que hay en el Palillero están todos los víveres para poder aguantar durante la acampada. Cestas con fruta, pan, embutidos, zumos, garrafas de agua... todo aportaciones de personas anónimas que se suman de esta manera a la causa. Como dice Guille, uno de los "indignados" con el sistema, "toda la gente aporta de la manera que puede. Hay quienes podemos quedarnos toda la noche aquí y otros nos traen lo que pueden. Toda ayuda es buena". No hay horarios prefijados para la cena y cada uno puede coger lo que quiera.

A las 1:00 horas parece que ya está todo listo y unas 70 personas empiezan a ocupar su lugar. A pesar de la hora, de momento casi nadie intenta dormir. Cada uno elige su opción para pasar el rato. Una guitarra, una baraja de cartas, un libro, un ordenador portátil para aprovechar el wi-fi público del Palillero o un simple debate. El sueño no aparece y tienen que matar el tiempo. Lo que sí recuerdan es que se baje el ruido para no molestar a los vecinos, de los que dicen que están teniendo "una actitud ejemplar".

Hay gente muy diversa, desde estudiantes hasta trabajadores o parados, gente curtida en colectivos y movimientos sociales y otra muy diferente que nunca pensaba involucrarse en ningún movimiento social, personas que pueden tener una vida ciertamente cómoda y otras que no tienen nada y por eso están en lucha en la calle. Posiblemente, muchas de estas personas no tengan absolutamente nada en común y con estas concentraciones se están conociendo.

La imagen puede romper un poco con el estereotipo de hippies, perroflautas y antisistema de este tipo de manifestaciones.

En uno de los primeros grupos que se sientan en el suelo se encuentra Mario Sanz, un estudiante de 22 años del Grado Superior de Informática. Mario asegura que el miércoles estuvo hasta "las cuatro o las cinco de la mañana, hasta que el cuerpo aguantó, y hoy -por la madrugada del jueves al viernes - puede que acampe por primera vez".

Entre los motivos que le hacen estar en la acampada, argumenta el estudiante que "me indigna el sistema electoral, el bipartidismo, la corrupción política y el Congreso, que se parece a un programa de Telecinco. Me da vergüenza ver que los políticos no intentan llegar a soluciones, sino que sólo se desprestigian".

Mario comenta que "me ha sorprendido mucho cómo se está moviendo la gente" y que "no sé si voy a votar. Tengo dudas porque me gustaría informarme bien sobre el valor de mi voto si lo hago en blanco".

Por su parte, su amigo Manuel Domínguez, alumno de 3º de Matemáticas, cumple su segunda noche en el campamento. "La primera noche me sorprendió mucho por la acogida que estamos teniendo en la sociedad gaditana. La juventud soportamos una mala fama y se está viendo que la gente tiene ganas de que se le escuche", explica.

Manuel cuenta que, durante su primera noche, "no pude dormir y me dediqué a conocer a gente. Ya a las nueve, me fui a mi casa y pude descansar un poco. Lo que más me sorprendió fue el despertar, ya que hubo gente que nos trajo café, pastas y hubo quien se ofreció a traernos churros".

Atraído por la posibilidad de cambio, este estudiante afirma rotundamente que "sí voy a votar el domingo, ya que es la única forma que tenemos ahora para expresarnos".

Avanza la madrugada y el paso de coches policiales es constante. Entran por Feduchy y se marchan por Montañés. Ninguna objeción por parte de la autoridad ante la concentración en la plaza.

En otro grupo se encuentra una pareja de madrileños que están de paso por Cádiz. José Barbados es un fontanero en paro y Araceli Herranz es educadora en un centro de discapacitados.

Una larga charla en la que salen muchos temas a relucir. El consumismo de la sociedad, la actitud de los sindicatos, la notoriedad de este tipo de movimientos o la parcialidad de los medios de comunicación.

Entre dudas sobre si quedarse toda la noche en el Palillero y la efectividad que están teniendo las manifestaciones, Araceli relata los problemas que existen sobre la privatización de servicios públicos en la Comunidad de Madrid. "Trabajo en un centro de discapacitados que cerró hace unos meses Esperanza Aguirre y nos han mandado a una residencia de ancianos. Con tanta privatización se están cargando la sanidad y la educación".

Por su parte, José comenta que "soy feliz sólo con poder comer, tener salud y hacer deporte. El resto me sobra y si hiciéramos daño a las grandes empresas no consumiendo, entonces sí que tendríamos el poder".

Son cerca de las tres de la mañana y muchos ya han caído rendidos en los brazos de Morfeo. Un nuevo debate aparece con Guille y Juan, dos los miembros más activos dentro de la concentración del Palillero.

Guille piensa que "la gente está cansada en delegar en otras personas y hay que tratar de cambiar. Esto ha nacido de una manera espontánea y cada uno aporta lo que puede".

Aguantando el cansancio con la ilusión, Guille dice que la concentración "se ha convertido en un pulso ante lo que tenemos. Aquí no se habla de debate político ni voto útil, sino de cambio".

Juan, que tuvo que dejar sus estudios al no tener beca, explica que "todo se consensúa en asamblea. Lo estaremos haciendo mejor o peor, pero por lo menos lo estamos haciendo. Nos está ayudando mucha gente trayéndonos bolsas, escobas y nos han prometido hasta un contenedor".

Con el amanecer llega el relevo de turno. Entre personas que se ofrecen a invitar a desayunar a los acampados y los nuevos que llegan, el grupo nocturno se marcha. Unos para cumplir con sus obligaciones y otros para reponer fuerzas. "Vamos día a día y no sabemos qué pasará mañana", cierra Guille.

13 Comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último