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FERIA DE ABRIL

Miércoles de Feria de Sevilla: El festivo se celebra de noche

Varios caballistas pasean por las calles principales del real, durante la mañana del festivo.

Varios caballistas pasean por las calles principales del real, durante la mañana del festivo. / Juan Carlos Vázquez

Esta crónica comienza durante la noche del martes. Esa que precede al festivo que debemos a San Fernando, que tendría que celebrarse el 30 de mayo. Además del debate sobre el modelo largo o corto –que está ocupando las conversaciones en el real cuando no se sabe qué otro tema sacar– la elección del día de descanso también está en el aire para la próxima edición. No olvidemos que otros años la jornada no laborable fue el martes, en lugar de a mitad de semana.

Pero volviendo al real de la Feria, se nota que la preocupación por aparecer al día siguiente en la oficina con más o menos compostura ha desaparecido. Las calles estuvieron abarrotadas y desde el interior de las casetas –esos efímeros escenarios, como decía el compañero Ale Medina hace unos días– los grupitos de música en directo iban enlazando sevillanas de Los Romeros de la Puebla con versiones flamencobachateras de los últimos éxitos o con las rumbas más clásicas de El Barrio: "Pero mi amor es como un hilo, que arregla y cose los descosíos".

La mezcla de géneros es otro de los grandes debates clásicos de la Feria. Que el hilo musical sea exclusivamente flamenco –y sus diferentes palos– o abrir la manga para incluir otros estilos que miran más allá de nuestras fronteras. En cualquier caso, ya bien entrada la noche –que para eso ayer fue festivo– los sevillanos bailaron, disfrutaron y trataron de aguantar el tipo sin mirar el reloj.

"Esta noche cerramos la Feria que mañana no hay que trabajar", comentaba Julia Arévalo entre risas a sus compañeras de batallas. Esta profesora se despidió el martes de los pocos alumnos que asistieron a clase. Precisamente, lo único que no desaparecerá aunque cambie el formato serán los dos días obligatorios de colegio. Salvo para la mayoría de centros colindantes al real cuyas aulas cierran toda la semana para, entre otros motivos, que los más pequeños no tengan que ver escenas caricaturescas de buena mañana.

Varias flamencas se desplazan por el real en coche de caballos. Varias flamencas se desplazan por el real en coche de caballos.

Varias flamencas se desplazan por el real en coche de caballos. / José Ángel García

A eso de la 1 de la madrugada las calles estaban abarrotadas. Vías principales como Juan Belmonte o Joselito el Gallo tuvieron una afluencia de público similar a la noche de Alumbrado. Al menos esa era la sensación de todo el que se movía de un sitio a otro. Por Pascual Márquez una ambulancia trataba de abrirse paso poco a poco. "El primer coma de la noche", expresó un graciosillo al que nadie había preguntado.

Conforme van pasando las horas, se evidencia el contraste de esas casetas que van echando el toldo con otras en las que la gente se amontona en la calle esperando un descuido del portero para entrar. Aunque ya no quepa un alfiler. "¿La caseta a la que vamos está ambientada?", se convierte en un cuestión primordial.

Una pareja conversa mientras pasea a caballo por la Feria. Una pareja conversa mientras pasea a caballo por la Feria.

Una pareja conversa mientras pasea a caballo por la Feria. / José Ángel García

Las calles se llenas de parejas que discuten y hacen las paces a los 10 minutos, de jóvenes que exaltan su amistad con personas que acaban de conocer y, sobre todo, de potenciales protagonistas del movimiento viral #papagorda. Recordemos que es delito grabar a alguien en estado de embriaguez sin su consentimiento.

Lo cierto es que durante la madrugada del festivo hubo la mitad de altercados que al año pasado, 23 reyertas frente a las 46 de 2023. Quizás la trifulca más sonada –que se extendió como la pólvora en redes sociales– fue la que protagonizaron varios energúmenos en la calle Manuel Jiménez Chicuelo con lanzamiento de sillas, botellas, y hasta navajas. Bronca que la Policía Nacional disolvió en pocos minutos.A ciertas horas, lo mejor es volver a casa. Una retirada a tiempo es una victoria. Si mis compañeros han relatado estos días lo difícil que es acceder a la Feria, volver a casa no se queda atrás. Largas colas en las diferentes paradas en las que los más avispados intentan colarse aprovechando las pocas vallas que se utilizan para separar las filas. No falla la típica pelea por conseguir un sitio en el autobús. A ciertas horas, los asientos cotizan al alza.

Y el festivo amaneció con mucho menos calor que el martes. Lo cual se agradece. Llegar al real a mediodía no se hace tan pesado como en jornadas anteriores. Por el puente de Los Remedios cruzan varias familias y parejas que llevan carritos de bebé. Es el primer día sin clases y hay que aprovechar desde bien temprano. Los coches de caballos van entrando poco a poco en Virgen de Luján buscando la portada y el interior del real está tranquilo. Parece que esta calma será la tónica hasta el sábado de fuegos con una progresiva disminución de asistentes hasta el fin de fiestas.

Los más pequeños juegan en el albero con unas pseudopistolas que disparan burbujas y sus padres consiguen una mesa en primera fila de la caseta sin grandes problemas. Se respira cierta calma en el lugar más bullicioso de la ciudad. Quién podría pensarlo la noche anterior.

Dos amazonas disfrutan del paseo de caballos. Dos amazonas disfrutan del paseo de caballos.

Dos amazonas disfrutan del paseo de caballos. / Juan Carlos Vázquez

En el número 146 de Joselito el Gallo ha conseguido un buen sitio Eva Camacho, que almorzará junto a sus padres y varias parejas de amigos que, como ella, tienen hijos. "Somos muy feriantes y vemos esta fiesta como una oportunidad para convivir con amigos, familiares y gente que viene de fuera para visitarnos" y compartir esta tradición. En el caso de su familia, la Feria es una cuestión profesional, porque "mi marido se dedica al alquiler de coches de caballos". Una pasión por el mundo ecuestre y por la Feria que han sabido transmitir a sus hijos de cuatro y cinco años: "No somos una pareja al uso, porque dejamos que nuestros hijos se revuelquen por el albero como cuando nosotros éramos pequeños".

Sobre las 14:17 horas, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, hace acto de presencia en la recepción que organiza la Diputación de Sevilla en la caseta municipal. Llegó al recinto con un vestido de flamenca canastero de la firma Mariacastaña y lo hizo blindada por un enorme –y llamativo– séquito.

Dos caballistas y dos flamencas charlan animadamente. Dos caballistas y dos flamencas charlan animadamente.

Dos caballistas y dos flamencas charlan animadamente. / José Ángel García

Un poco más lejos, en Ignacio Sánchez Mejías, el hostelero Miguel Ángel Burgos ultima los preparativos para recibir a los socios de la caseta La Jarana. Arreglan el ventilador del módulo central, cortan jamón, ordenan los cubiertos y comparten anécdotas con los que se acercan a la barra. "El inicio de la Feria ha sido bastante fuerte. Superior a lo que esperábamos. Hemos tenido una Semana Santa con lluvia y la gente tenía muchas ganas de disfrutar de una de nuestras fiestas principales", apunta a este periódico y recalca que el festivo suele ser una jornada con muchas familias desde mediodía, además "la madrugada fue bien" y la gente acabó la juerga tarde. Burgos nota mucha más gente que el año pasado, pero las predicciones apuntan a que a partir del jueves arranque el exilio de los sevillanos a las playas.

Por la tarde, los feriantes empiezan a llenar las calles del real para vivir la última –mejor penúltima– jornada antes de huir a las playas. Un clásico. Quién sabe si el año que viene podremos hablar del miércoles festivo.

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