Las Reinas apoyan el Día de la Banderita

Las Reinas cumplen con la tradición y con los ciudadanos

  • La madre y la esposa de Felipe VI vivieron de forma similar el Día de la Banderita, aunque en puntos diferentes del centro de Madrid

A la misma hora, en dos puntos diferentes del centro de Madrid, dos Reinas: una reinante y una emérita. Doña Letizia y Doña Sofía presidieron ayer un acto tradicional con un objetivo solidario común. El Día de la Banderita de la Cruz Roja supone la mayor fuente de ingresos para la institución solidaria y se celebra desde el año 1889. Como si se tratase de las mismísimas protagonistas de Las chicas de la Cruz Roja de Rafael J. Silva (1958), ambas reinas han vestido su uniforme más comprometido por una causa histórica en la Casa Real. En la fila de las instituciones, unas 40 personas esperan su turno mientras que Doña Letizia hace su entrada en el coche oficial esbozando un saludo con la mano desde el asiento trasero. Así como en otros años la Reina Letizia se ha saltado el protocolo, ha tomado las riendas de la situación con la hucha en la mano y se ha acercado a la prensa, este año se ha limitado a saludar, sonreír y quizás en alguna ocasión a preguntar.“Es una foto para mi hija, que vive en Colombia”, comenta una señora con un teléfono móvil en la mano. “¿En Colombia? ¿Y qué hace allí? ¿Va todo bien?” Terminada la conversación y ante los halagos de la ciudadana por el interés amable de Su Majestad, la Reina ha respondido mirando a su equipo: “Me ha encantado esta señora”. Media hora estuvo la esposa de Felipe VI poniendo banderitas a instituciones, ciudadanos, niños y un curioso grupo de hombres aficionados a las motos con los que ha soberana no dudó en posar muy sonriente y espontánea. Exactamente a 3.700 metros y haciendo lo mismo se encontraba la Reina Emérita Sofía. Con una chaqueta verde pistacho y unos pantalones azul marino, llegó al stand situado en el exterior de la sede de la Comunidad de Madrid entre aplausos y vítores de los ciudadanos que la esperaban agolpados, incluso subidos a las vallas que delimitaban la zona. Especialmente atenta estuvo con los niños que acudieron a saludarla, sobre todo con una joven rubia del colegio Minerva que le leyó un poema que luego le regaló.

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