Pasarela

Una duquesa y tres Españas

  • Cayetana de Alba protagoniza sus tres bodas en tres épocas distintas.

("Como gigantes sumergidos en los años, lindan simultáneamente con épocas tan distantes, entre las cuales vinieron a situarse tantos días"). Son las palabras con las que termina el último de los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido'. Marcel Proust habla de "leguas de estatura" para referirse a las personas que han atravesado los mares del tiempo: "... me daba vértigo ver tantos años debajo de mí...". Esta novia no siente ningún vértigo de haberlo sido con 21 años, con 51 y el día de mañana con 85. De la España de Franco a la de Zapatero pasando por la de Suárez. De Zarra a Cristiano Ronaldo con escala en Kempes, los que ganaron el Pichichi los tres años que Cayetana se despidió de la soltería. De Manolete a José Tomás. De Bette Davis a Scarlett.

La misma novia el 12 de octubre de 1947, el 16 de marzo de 1978 y el 5 de octubre de 2011. En tres Españas que para nada eran intercambiables. La semana en la que Cayetana se casa con Luis Martínez de Irujo vuelve a Sevilla Gonzalo Queipo de Llano, que había tenido un protagonismo clave en la marcha de la guerra civil en la ciudad y en la eliminación física de cualquier tipo de oposición. También vuelve a su diócesis el cardenal Segura, que celebraba el décimo aniversario de su nombramiento como arzobispo de Sevilla. Su designación por parte de Pío XI, el Papa que regía los destinos del Vaticano cuando nace la duquesa, pone fin a su exilio romano. Segura había prohibido el baile agarrado y hasta el Miserere de Hilarión Eslava. La boda sin embargo la ofició Marcelino de Olaechea, arzobispo de Valencia. En el teatro Cervantes triunfaba la Compañía de Revistas y Operetas Muñoz Román con Luna de miel en El Cairo, muy propia para la ocasión.

El 12 de octubre de 1947, día del Pilar y de la Raza, era domingo y el Sevilla empataba a 2 en San Mamés. Un Athletic con Iriondo, Zarra, Panizo y Gaínza. Sólo faltaba Venancio. El tiempo hizo bética a la duquesa, pero ese domingo que se casó en el palacio de las Dueñas ante casi dos mil invitados, el Betis estaba en Tercera. Compartía liderato con el Cacereño y goleaba al Gimnástico Alcázar (de San Juan).

Las sucesivas bodas han supuesto una mejoría del equipo de la duquesa. El 16 de marzo de 1978 era jueves. Ese año hubo cambio de Papas (murieron Pablo VI y Juan Pablo I) y se casó con un cura con apellido de delantero vasco, Jesús Aguirre. Todas las portadas del día siguiente fueron para el secuestro de Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana, y el asesinato por las Brigadas Rojas de cinco de sus escoltas. La víspera el Betis jugaba en Tbilissi, capital de Georgia, contra el Dinamo de Moscú la vuelta de cuartos de la Recopa. No había tantos paparazzi como ahora y apenas existía una cadena de TV. En la programación del miércoles 15, después del Dinamo-Betis, daban Un globo, dos globos, tres globos. Más de un sevillista bromearía con los tres goles que el Betis encajó en la ciudad donde enterraron al comunista macareno Pepe Díaz. La broma les salió por la culata. Tres días después, Domingo de Ramos, había huelga de hoteles y restaurantes y derbi local. El Betis le ganó 3-2 al Sevilla. Lopera había prometido un televisor a cada bético que marcara un gol. Como Cardeñosa anotó dos, le regaló uno al holandés Muhren. Ese año, el Betis campeón de Copa que había eliminado al Milan en la Recopa se despeñó a Segunda. El triunfo del Levante el pasado domingo ha impedido que la duquesa de Alba se case siendo el Betis líder de Primera.

Una curiosidad de las bodas de la duquesa es que siempre hay cambio de alcalde en la ciudad donde se casa. En la Sevilla de 1947 el alcalde era un duque, Rafael Medina (padre de los futuros duques de Feria y Segorbe) y la Diputación la presidía un marqués, el de Soto Ancho. Una semana antes de la boda Sevilla estrenó nuevo alcalde: José María Piñar y Miura. En 1978, Juan de Arespacochaga, último alcalde franquista de Madrid, cedía el bastón de mando a José Luis Álvarez, predecesor de Tierno Galván.

La primera boda de la duquesa de Alba coincide con un congreso de Americanistas en Sevilla y con los fastos para conmemorar, con presencia de Franco, el IV centenario del nacimiento de Cervantes. La mitad de los poetas que habían participado en el tercer centenario del nacimiento de Góngora se habían tenido que exiliar. En 1947 todavía se vivían las penurias de la posguerra y de la autarquía. La visita de Evita Perón a Sevilla y la boda de esa joven y hermosa duquesa que se había paseado a caballo por la Feria fueron dos revulsivos para mitigar tanta penuria y carencia. El duque de Alba remitía a la alcaldía de Sevilla la cantidad de diez mil pesetas para que fueran distribuidas el día 12, fecha de la boda, "entre los pobres más necesitados de Sevilla". Cayetana lució la diadema de perlas y brillantes regalo de Napoleón III a Eugenia de Montijo y los invitados degustaron lubina a la Richelieu, langostas frías a la parisienne, guisantes a la francesa y patatas chateau. En agosto se produjo la terrible explosión de San Severiano en Cádiz y la cogida mortal de Manolete en la plaza de Linares. La España de 1978 era completamente diferente. La boda fue un paradigma de la transición: los casó José María Martín Patino, hermano del cineasta y sacerdote de la total confianza del cardenal Tarancón. El cardenal Bueno Monreal, que todavía gobernaba en la diócesis hispalense. Cayetana se casa con Jesús Aguirre el año que España estrena su Constitución. Volverá a hacerlo 33 años después el año que se aprobó una modificación de la Carta Magna y en puertas del Bicentenario de la Pepa. La víspera en 1978 estaba en Sevilla Marcelino Camacho, que protagonizó un incidente en el Hospital Universitario con el catedrático y futuro presidente del Betis Hugo Galera. Sevilla le gana a Madrid dos a uno en las bodas de la duquesa. En 1978 no se habría podido casar en Sevilla. No se cabía.

Tres maridos, como los que tuvo Cecilia Böhl de Faber, Fernán Caballero en el mundo literario para camuflar su condición de mujer. Un mes antes de su boda con Jesús Aguirre, una mujer entraba por primera vez en la Academia de la Lengua, Carmen Conde, la misma institución a la que posteriormente accedería el ex sacerdote. El Betis ha ido creciendo en cada boda de la duquesa a la par que ésta ha ido reduciendo drásticamente el número de invitados. Una reducción simbólica, porque esta paseante por las Españas, gigante de tiempo, se casa ahora con Alfonso Diez y con Sevilla entera, novia-sinécdoque en una ciudad con los dos equipos en Primera, con nuevo alcalde, pero sin cardenal.

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