El agua carbónica que bebía Salvador Dalí, la de Vilajuïga, cuya planta en esta localidad ampurdanesa ha reabierto la multinacional Grifols, apuesta ahora por la alta gastronomía como nicho de mercado y ha inspirado a Jordi Roca, el repostero del triestrellado El Celler de Can Roca, para la elaboración de un postre.
A Roca le han enamorado las pequeñas burbujas que contiene un agua que es carbónica de forma natural, una bebida ligeramente gasificada que ha adquirido los bicarbonatos gracias a la presión del subsuelo y a minerales como el magnesio, el sodio, el calcio y el litio. Con ella como base ha concebido una esfera de caramelo rellena de gotas de gelatina, lichis, flor blanca –saúco, acacia o jazmín en función de la época–, sorbete, manzana verde y jalea de agua de Vilajuïga y melón. La idea es la de un postre con una base de fruta acuosa como hilo conductor y flores blancas como símbolo de renacimiento y de la pureza del agua.
A Dalí le interesó el Castillo de Quermançó y el agua que surgía del suelo a sólo dos kilómetros de él. El pintor la conocía desde niño porque su padre, que era notario, firmó el acta de disolución de las dos empresas que la producían para unirse bajo una misma firma.
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