El crimen del hotel Cecil Oriente y los dos últimos ejecutados en Sevilla

Juicios históricos en Sevilla

Solo un atracador disparó pero los dos fueron condenados a muerte

El mozo de equipajes, cómplice del atraco, fue condenado a 12 años en Consejo de Guerra

Los acusados Rafael Romero Peña (izquierda) y Rafael Pino Cordón
Los acusados Rafael Romero Peña (izquierda) y Rafael Pino Cordón / Fototeca Municipal De Sevilla
Amanda Glez. De Aledo

20 de abril 2019 - 02:00

En la madrugada del 3 de noviembre de 1959, dos hombres enmascarados y armados con una metralleta penetraron en el hotel Cecil Oriente -situado en la actual Plaza Nueva, entonces Plaza de San Fernando- para robar el dinero de las nóminas. Dos policías armados intentaron detenerlos y uno de ellos falleció por disparo de uno de los atracadores.

Los ladrones eran Rafael Pino Cordón, Caraperro, mecánico de 30 años, y Rafael Romero Peña, pintor de 33 años. Un tercer acusado, Antonio Delgado García, trabajaba como mozo de equipajes en el hotel y les reveló que a principios de mes se guardaba en el despacho del director una importante cantidad de dinero para pagar nóminas.

Los atracadores penetraron minutos antes de las 2 de la madrugada en el hotel y amenazaron y maniataron al conserje, José Cajaraville, y al propio mozo de equipajes, Antonio Delgado García. El atracador Rafael Romero iba armado con una metralleta Star Z-45. Pero los ladrones no contaban con la perspicacia del mozo del hotel Inglaterra, situado junto al Cecil Oriente, que observó sus movimientos sospechosos y se acercó a la puerta.

Al percatarse del atraco, dio aviso a una pareja de la Policía Armada. El agente Julio Pérez Fuentes entró en el Cecil Oriente, dio el alto a los atracadores y recibió un disparo que le mató en el acto. Su compañero Maximino Vaquero Márquez, que cubría la salida del hotel, disparó dos veces pero su arma se encasquilló. Los atracadores huyeron a pie por las calles Zaragoza y Carlos Cañal y se les perdió la pista.

Algunos curiosos se concentran frente al hotel tras el homicidio
Algunos curiosos se concentran frente al hotel tras el homicidio / Fototeca Municipal de Sevilla

La clave para detenerlos fue el arma, que fue encontrada un mes después por unos niños en un hueco de la muralla de la Macarena. La Policía indagó entre los delincuentes de la zona y llegó hasta el mozo de equipajes, que reconoció haber desvelado la existencia del dinero a su amigo Romero Peña. Este se confesó autor del homicidio e identificó a Pino Cordón como su acompañante.

Las dos últimas condenas a muerte en Sevilla

Fueron juzgados el 21 de diciembre en un Consejo de Guerra, condenados a muerte y ejecutados a garrote en la madrugada del 20 de febrero de 1960. El ejecutor fue Bernardo Sánchez Bascuñana, verdugo titular de la Audiencia de Sevilla. Fueron las últimas condenas a muerte cumplidas en Sevilla y también las dos últimas de las 19 en las que intervino Bascuñana.

El Cecil Oriente había abierto en enero de 1933 en el número 8 de lo que entonces era la Plaza de San Fernando, actual Plaza Nueva. El edificio original, derribado en los años 70, estaba donde ahora se encuentra la Consejería de la Presidencia de la Junta.

Su dueña era la familia Martínez Fonseca. El Cecil Oriente funcionó hasta 1970, cuando los dueños vendieron el edificio y construyeron el hotel Bécquer de la calle Reyes Católicos, que abrió en 1973.

El policía Julio Pérez Fuentes tenía 43 años y dejaba tres hijos. Su entierro se produjo el 4 de noviembre y se convirtió en una multitudinaria manifestación de duelo por parte de los sevillanos. Estuvo presidido por el capitán general de la Segunda Región Militar.

Consejo de Guerra sumarísimo

El Consejo de Guerra se celebró en el cuartel del Regimiento de Artillería con el número de causa 129/59 y según la Ley de Bandidaje y Terrorismo. Rafael Romero y Rafael Pino fueron condenados a muerte como autores de un ataque o intimidación con arma de fuego en ocasión de robo y con resultado de homicidio. Por depósito de armas de guerra fueron condenados a seis y doce años de prisión.

El mozo de equipajes fue sentenciado a doce años de prisión como cómplice, aunque el capitán general de la Región Militar propuso al Gobierno que, teniendo en cuenta su edad, conmutase los doce años de prisión por seis.

La metralleta utilizada en el atraco había sido robada en el destacamento del Ejército del Aire del aeropuerto de San Pablo y el soldado Joaquín Olivera Moya fue condenado como cooperador de un delito de ataque o intimidación con arma de fuego a 30 años de prisión y por depósito de arma de guerra a seis años.

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