El perro flaco de la ciudad de Sevilla
¿Quién atiende estos días las zonas más desfavorecidas de la ciudad? LA UME y las policías deben garantizar el orden donde hay menos "disciplina social". Cáritas y la Cruz Roja no pueden con todo.
El presidente del Gobierno lo dijo con claridad a esa hora del mediodía en la que se rompen los telediarios. Salió del búnker de la Moncloa y proclamó una obviedad que siempre es necesario tener presente: el virus no entiende de fronteras. Un coronavirus manda al traste hasta los nacionalismos más catetos. No hace distingos en función de ningún criterio. Que se lo digan a los presidentes de las comunidades de Madrid y Barcelona, los dos contagiados.
Los informativos que difunden imágenes de Sevilla se recrean en los militares en la Puerta de Jerez, la Policía Nacional por la calle Asunción y los agentes de la Policía Local poniendo orden en los paseos junto al río. ¡Qué bonito y recurrente es siempre el Guadalquivir con el monumento de Chillida! Pero en este tiempo en que hasta el Papa quiere centrar la atención en las periferias, ¿quién se preocupa por los barrios más desfavorecidos en estos días de incertidumbre máxima?.
No se trata únicamente de obligar a los turistas que deambulan por el centro a que retornen a sus hoteles, sino de obligar a la gente de los barrios más alejados del centro a seguir pautas claras de comportamiento. El estado de alarma debe estar vigente en todos los territorios. Son personas que están acostumbradas a hacer la vida en la calle y que, de hecho, siguen haciéndola estas jornadas. Estos días no funciona el trabajo del denominado tercer sector, constituido por parroquias, entidades y voluntarios que son fundamentales para garantizar la dignidad de estos habitantes y la salubridad de los barrios. Se trata de una población con escasos ahorros, cuando no inexistentes. Gente carente de esa "disciplina social" que insistentemente reclama Pedro Sanchez, porque bastante tiene con sobrevivir para que le obliguen ahora a nuevos corsés. Son personas que n entienden de una Administración desbordada ni de la falta de geles especiales en las farmacias.
Son vecinos que en el mejor de los casos sufren el cierre de los programas sociales. Unos voluntarios angustiados aseguran que se trata de familias con niños a los que no llegan las comidas que cotidianamente se les ofrecían. Tampoco funcionan las entidades que complementaban la ayuda con meriendas.
Son familias que viven al día, con padres que se dedican a vender chatarra, flores, pedir por la calle, hacer de gorrillas, etcétera. Personas que dependen de Cáritas y los servicios sociales y que no saben quién tiene que suministrarles ahora las ayudas de las que dependen.
La Policía debe estar también en esos barrios para poner orden donde la gente tiene más necesidades y es más indisciplinada, unas zonas donde hay problemas de convivencia con o sin decreto de declaración de estado de alarma. Una crisis de esta importancia nos pone al descubierto. No es baladí ofrecer una imagen de vigilancia en Los Remedios, donde se ve a los agentes parando a peatones y automovilistas, pero el perro flaco de la ciudad está bastante lejos de la Plaza Nueva y la Plaza de Cuba.
En los barrios que todos sabemos se sufren problemas adicionales relacionados con el consumo de drogas y alcohol. Los centros de salud dispensan metadona a los que están incluidos en los programas especiales, pero aumenta la agresividad en los que compran todos los días en la calle y ahora no pueden hacerlo. Realidad pura y dura se llama.
El Ifema de Madrid tiene ya listas sus grandes naves para acoger a los más desfavorecidos. En Sevilla hay gente que no puede estar más tiempo en la calle. Los soldados de la UME deben desplegarse en esos barrios para controlar 'in situ' los suministros e imponer el orden que entidades como Cáritas y la Cruz Roja no garantizar.
La crisis será larga. Irá retratando todos los sectores de la ciudad. Hay supermercados que han colocado el vino y el cava en lugar preferente. Hay papel higiénico en las estanterías que llaman "lineales". No mucho, pero lo hay. Circulan preciosas fotografías de los monumentos sin turistas, sin consumidores de experiencias. De pronto no hay ni patinetes. El Gran Poder irá a las periferias en otoño. Pero hay zonas de la ciudad sin primavera y a las que ya se han caído las hojas de sus escasos árboles.
También te puede interesar
Lo último
Contenido Patrocinado
Contenido ofrecido por el Ayuntamiento de Rota
Contenido ofrecido por Nervión Plaza
Contenido ofrecido por Restalia