La caja negra

Las insólitas exigencias de los 'rebeldes' de Pilatos

  • Tres nietos y una bisnieta de la difunta duquesa de Medinaceli exigen la propiedad de cuatro cuadros del Greco y el uso libre de los palacios para sellar la paz en la fundación familiar

Interior de la Casa Pilatos

Interior de la Casa Pilatos / José Ángel García (Sevilla)

Una exigencia insólita que hasta ahora no ha trascendido, una oferta de acuerdo de paz que corre el serio riesgo de incurrir en el ridículo, porque es imposible de ser satisfecha y es reveladora de la verdadera intención de fondo:conseguir más dinero, el afán recaudatorio. No se trata precisamente de cumplir los fines para los que fue creada hace 42 años la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, sino de obtener euros y más euros. Ni más, ni menos.

El patronato de la entidad decidió recientemente por unanimidad de sus miembros la expulsión del consejo de las duquesas de Medinaceli y de Santiesteban del Puerto, de la marquesa de Solera y del duque de Feria y de su hermano, Luis Medina. Son los que bien pueden ser considerados como los rebeldes de Pilatos, en alusión al bien inmueble que es el estandarte histórico y artístico de una de las sagas con más solera y prestigio de España. El cese de estos cinco miembros se efectuó al considerarse que estaban maniobrando contra los intereses de la fundación de la que eran patronos, contra la que han interpuesto una demanda, y orquestando de facto desde dentro una operación contra la entidad que fundó la duquesa (abuela y bisabuela de los demandantes) hace más de cuatro décadas con el apoyo de sus respectivos progenitores y con la aquiescencia de ellos mismos cuando pasaron a formar parte del patronato al cumplir los 18 años.

Uno de los cuadros de El Greco de los que se reclama su propiedad Uno de los cuadros de El Greco de los que se reclama su propiedad

Uno de los cuadros de El Greco de los que se reclama su propiedad / M. G. (Tavera)

 

¿Por qué ahora, tantos años después de la constitución de la fundación (1978) y de la muerte de la duquesa (2013), se rebelan cuatro nietos y una bisnieta de doña Victoria Eugenia? Nadie alcanza a comprender razones de peso más allá del susodicho afán por el dinero, pues los rebeldes consideran que la difunta duquesa habría cedido a la fundación una cantidad de patrimonio de tal valor que habría perjudicado la legítima que ellos (cuatro de los nueve nietos y una bisnieta. que es precisamente la actual duquesa de Medinaceli) entienden que les hubiera correspondido en herencia.

Resulta que los respectivos padres de los rebeldes de Medinaceli, que premurieron con respecto a la abuela (Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa), no se opusieron nunca ni a la constitución de la fundación, ni a las aportaciones que en su momento (hace más de 40 años) se hicieron a ella, basadas fundamentalmente en la cesión a la entidad de la Casa de Pilatos, el Hospital de Tavera y el Pazo de Oca. La inmensa mayoría de bienes cedidos a la fundación en vida de la duquesa y de los respectivos padres de los hoy demandantes.

Ignacio Medina, duque de Segorbe, en una imagen de archivo Ignacio Medina, duque de Segorbe, en una imagen de archivo

Ignacio Medina, duque de Segorbe, en una imagen de archivo / Belén Vargas (Sevilla)

Los cuatro nietos y la bisnieta de la difunta duquesa que han recurrido a la Justicia para demandar una cuota mayor de herencia en concepto de legítima, han ofrecido por escrito (tras meses de tiras y aflojas con la Fundación Casa Ducal de Medinaceli) una suerte de acuerdo de paz que resulta a todas luces insólito. Los cinco rebeldes aseguran que se “conforman” con la propiedad de cuatro cuadros de El Greco que se conservan, en algunos casos formando parte de un retablo, en el Hospital de Tavera que es propiedad de la fundación. También exigen el uso libre de los palacios, lo que supone ser beneficiarios directos y al libre albedrío de edificios históricos como La Casa de Pilatos de Sevilla o el Pazo de Oca de Pontevedra. Se trata de demandas imposibles de cumplir. Los lienzos reclamados son nada menos que El Bautismo de Cristo, La Sagrada Familia, Las lágrimas de San Pedro y el retrato del cardenal Tavera.

Estos cuadros no podrían ser retirados del retablo del que forman parte en algunos casos. Las autoridades patrimoniales competentes, por supuesto, bloquearían cualquier enajenación en el improbable caso de que la fundación accediera a semejante reclamación. Se trata de una exigencia insólita que ha sorprendido a los miembros de una fundación que lleva más de cuatro décadas de cumplimiento ejemplar de sus fines.

Con anterioridad a esta exigencia, los rebeldes ya intentaron cobrarse la que entienden que es su legítima con bienes de la propia Casa de Pilatos, pero no les resultó suficiente, aparte de ser una propuesta inviable. La petición de los cuadros de El Greco supone hasta una temeridad para expertos en patrimonio artístico, que explicarían semejante reivindicación en los consejos más que arriesgados de los asesores jurídicos de los demandantes.

El Pazo de Oca El Pazo de Oca

El Pazo de Oca / M. G. (Pontevedra)

Los cuatro nietos y la bisnieta de la duquesa entraron a formar parte del patronato por deseo expreso de doña Victoria Eugenia reflejado en los estatutos fundacionales. La duquesa entendió de buena fe que la tercera generación sería muy sensible con respecto a los fines de la entidad, que no son otros que la conservación del ingente patrimonio familiar, que reúne hasta catorce Bienes de Interés Cultural (BIC) por toda España, y que en muchos casos están abiertos al público: desde palacios hasta archivos de interés para historiadores e investigadores.

La Casa de Pilatos es uno de los monumentos más visitados de Sevilla. Es el palacio de titularidad privada más valorado de la ciudad. Supone una de las principales fuentes de ingreso de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli. Los ingresos por la visita turística revierten en la conservación del monumento y en otros de los que forman parte de la entidad.

Entre los hitos de la fundación está el rescate, restauración e identificación de una escultura de Miguel Ángel, el San Juan Bautista niño o San Giovanino, amén de la conservación no ya de edificios históricos sino de archivos.

Hay quienes lamentan que estos rebeldes de Pilatos no aprecien la labor de la entidad fundada y promovida por su antepasada, no capten tal vez la importancia de mantener unido y en uso este vasto patrimonio que es historia de España. El principal baluarte de la fundación, Ignacio Medina, duque de Segorbe, único hijo vivo de la desaparecida duquesa, es un conocido y prestigioso amante del patrimonio que se caracteriza sobre todo, por su discreción. Ha restaurado innumerables edificios de cascos antiguos de capitales de España al ser fiel al criterio de que el patrimonio mejor conservado es el que se usa. El duque lleva décadas trabajando en defensa del patrimonio histórico sin subvenciones, arriesgando su patrimonio y formando parte activa de asociaciones de especialistas y defensores de los valores que hacen únicas a las ciudades.

Los cinco ceses

El acuerdo de cese de los patronos rebeldes, adoptado por unanimidad en el Consejo de Vigilancia de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, integrado por destacadas personalidades del mundo de la cultura, del Derecho, de la empresa y de la Universidad, órgano que elevó la propuesta a un patronato de veintidós miembros, fue efectivamente aprobado por una mayoría cualificada, superior a dos tercios.

Este Consejo de Vigilancia había solicitado previamente un dictamen al despacho de juristas Uría Menéndez que concluía que el cese sería “conforme a derecho al existir una evidente colisión de intereses entre las pretensiones que han planteado judicialmente y la defensa de los fines fundacionales”, y que los actos de los mencionados patronos quebrantaban “los deberes de diligencia y, especialmente, de lealtad, a los que se sujeta todo patrono en el desempeño de su cargo, como exige el artículo 17.1 de la Ley de Fundaciones”. Los cinco patronos rebeldes interpusieron una demanda contra la Fundación por la que impugnan las donaciones realizadas hace más de 40 años por su fundadora, la XVIII duquesa de Medinaceli, atentando contra su voluntad, expresada en numerosos actos durante su vida y muy singularmente en la escritura de constitución de la entidad y en su testamento.

Hasta el final de sus días, doña Victoria abogó por la continuidad de la Fundación y el cumplimiento de los fines fundacionales, especialmente los que se refieren a la reunión y conservación, dentro de la institución por ella creada, del patrimonio histórico afecto a su Casa. La promoción y defensa de estos fines son las razones por las que la fundadora incorporó al órgano de gobierno de la Fundación a sus nueve nietos y por las que, en la misma reforma de estatutos, promovió a su hijo, el duque de Segorbe, como presidente vitalicio, encargando a todos ellos, tanto en los estatutos como en su testamento, la defensa de la que consideraba la obra de su vida.

Todos los nietos conocieron las donaciones y aceptaron, en vida de la fundadora, la voluntad reiteradamente declarada por su abuela, recogida en los fines fundacionales, trámite preceptivo para adquirir la condición de patrono. Sin embargo, desde su fallecimiento, los patronos mencionados sólo han defendido sus intereses económicos particulares, pese a ser contrarios a la finalidad que inspiró su incorporación al órgano de gobierno. Han perseguido que se les entregue una parte de los bienes de la dotación fundacional, sin importarles si procedían o no de los bienes donados, e impulsado una reforma de los estatutos que pretendía convertir a ellos y a sus herederos en principales beneficiarios de la Fundación, acto contrario al interés general al que se debe toda fundación. En la Fundación Casa Ducal de Medinaceli tienen claro que los palacios no son lugares de veraneo que haya que repartir por turnos, sino lugares a conservar para el disfrute y conocimiento de los ciudadanos con interés por el patrimonio histórico y artístico.