El primer SL hizo su debut en 1952. Se trataba del 300 SL, en clave interna, el W 194, un coche de carreras que en su primer año de vida consiguió ganar en las 24 horas de Le Mans. Fue seguido, en 1954, de un modelo de producción que se convertiría en un mito automovilístico con el mismo nombre, pero que sería conocido por el apelativo Gullwing o alas de gaviota. A partir de ahí, las siglas SL se convertirían en Mercedes en un sinónimo de modelos icónicos.

Ahora 70 años después del W 194 Mercedes lleva a cabo el renacimiento de los SL, reemplazando a la generación a la venta desde 2016 como descapotable biplaza.  

Tendrá dos versiones de lanzamiento, ambas con un motor V8 biturbo de gasolina: SL 55 4Matic+ de 476 CV y SL 63 4Matic+ de 585 CV.

Este nuevo roadster tiene un techo de lona de tres capas motorizado -la apertura y el cierre tardan sólo unos 15 segundos y es posible realizarlas hasta una velocidad de 60 km/h- y es un 2+2, con dos plazas delanteras y dos traseras. Estas últimas son utilizables excepcionalmente por el espacio disponible pues, según la marca, son adecuadas “para personas de hasta 1,50 metros de altura”. También, a diferencia del anterior, sólo se venderá como Mercedes-AMG: el de 2019 se encuadraba en la gama Mercedes-Benz.

El diseño del interior es muy minimalista y en él destaca la pantalla que da soporte al sistema MBUX.

En el futuro, también un híbrido

Nace con una gama en la que sus únicos motores son dos V8 biturbo de 4 litros desarrollados por AMG. Estos se combinan, por primera vez en la larga historia de los SL, con una tracción total.

Las versiones a las que dan origen son la SL 55 4Matic+ de 476 CV y la SL 63 4Matic+ de 585 CV, en ambos casos también combinadas con un cambio automático de 9 marchas, la transmisión AMG Speedshift MCT 9G. Según Mercedes, al menos habrá más adelante una versión más: un híbrido denominado AMG E Performance y que se basa “en el principio rector de ofrecer un sistema de propulsión electrificado que mejora aún más la dinámica de conducción y, al mismo tiempo, es muy eficiente”.

Las prestaciones son, en los dos casos, dignas de lo que es el SL: un roadster deportivo con el sello de AMG.

El SL 55 4Matic+ consigue acelerar de 0 a 100 km/h en 3,9 y alcanzar una velocidad máxima de 295 km/h y el SL 63 4Matic+ hace lo propio en 3,6 s y llega a 315 km/h.

En su carrocería, con un chasis autoportante de aluminio, el rasgo más característico lo marca su larga distancia entre ejes, sus cortos voladizos y su inmenso capó, al final del que se sitúa un parabrisas muy inclinado. Mercedes dice que la parrilla recuerda con sus 14 listones al modelo de carreras de 1952. Otros elementos de diseño distintivos son los faros Digital Light.

Con el techo cerrado, el Cx es de 0,31. El peso solo de la carrocería es de 270 kilos. En el SL se emplean aluminio, magnesio, composites y acero.

En el habitáculo, destaca la presencia de la pantalla de infotentretenimiento del sistema MBUX -incluye funciones AMG Performance o AMG Track Pace- en un entorno muy minimalista, con un cuadro de instrumentos totalmente digital. Ambas versiones tienen asientos AMG –hay otros AMG Performance en opción- con reglajes eléctricos y con el Airscarf de serie, un sistema que, con las salidas del reposacabezas, crea un flujo de aire caliente alrededor de la cabeza y cuello para poder rodar todo el año sin techo.

Las salidas situadas en los respaldos crean una "bufanda" de aire caliente que puede permitir disfrutar del SL descapotado todo el año.

Aerodinámicamente efectivo

Los Mercedes-AMG SL tienen un sistema de control de entrada de aire activo con unas lamas que se cierran para facilitar la aerodinámica cuando no hace falta refrigeración para el motor; también cuentan con un alerón retráctil integrado en la tapa del maletero que se despliega en cinco ángulos distintos según la velocidad, aceleración longitudinal y lateral, de la dirección, etc.

Otro elemento aerodinámico que se despliega, también a partir de 80 km/h, es un perfil de carbono oculto en los bajos y que crea el llamado efecto Venturi que pega al SL al asfalto, especialmente al eje delantero, lo que redunda en mayor precisión de la dirección.

El SL 55 4Matic+ está equipado con una suspensión con muelles y estabilizadora de acero, mientras que el SL 63 4Matic+ cuenta con una estabilizadoras activas neumáticas, la AMG Active Ride Control. Otros componentes de alta tecnología son la dirección del eje trasero o el sistema de frenos cerámicos disponible opcionalmente.

Las plazas traseras son una novedad respecto al anterior SL. Son útiles exclusivamente para personas que no superen los 1,50 m de altura.

Los SL ofrecen seis programas  de conducción distintos: Slippery, Comfort, Sport, Sport +, Individual y Race (de serie en el SL 63 4MATIC +, incluido en el paquete opcional AMG DYNAMIC PLUS para el SL 55 4MATIC + ) que permiten ajustar distintos parámetros de chasis y motor-transmisión. En el SL 55 4Matic+ las llantas de serie son de 19”, por 20” para el SL 63 4Matic+, aunque también pueden ser en ambos de 21”.

Cuentan con ayudas a la conducción semejantes a las que pueden encontrarse en el Mercedes Clase S, por ejemplo, como la asistencia para mantenerse en el carril, la de control de velocidad con el control de la distancia, la dirección y los cambios de carril.