Honduras se convierte en un polvorín

Los disturbios se suceden junto a la Embajada de Brasil, donde se refugia Zelaya, cercada por policías y soldados · Al menos 200 personas son detenidas por no respetar el toque de queda impuesto

El derrocado presidente hondureño, Manuel Zelaya, duerme dentro de la Embajada de Brasil en Tegucigalpa.
El derrocado presidente hondureño, Manuel Zelaya, duerme dentro de la Embajada de Brasil en Tegucigalpa.
Agencias / Tegucigalpa

23 de septiembre 2009 - 05:03

El presidente depuesto de Honduras, Manuel Zelaya, inició ayer conversaciones con militares en busca de una salida a la crisis política mientras permanece refugiado en la Embajada brasileña en Tegucigalpa, que fue rodeada por soldados y policías hondureños.

"Con algunos policías y militares hemos estado hablando ayer (lunes) para buscar una salida a la crisis", dijo Zelaya.

Militares y policías rodearon al amanecer la legación brasileña, donde Zelaya se refugió tras regresar en secreto al país el pasado lunes, y obligaron a retirarse a miles de manifestantes que habían pasado toda la noche frente al edificio en apoyo al mandatario depuesto.

Los uniformados, muchos con sus rostros cubiertos con pasamontañas, lanzaron gases lacrimógenos y golpearon con palos a unos 4.000 manifestantes para obligarlos a irse de la zona de la sede diplomática, mientras regía en el país un toque de queda impuesto por el régimen de facto. De hecho, al menos 200 personas han sido detenidas por no respetar ese toque de queda, la mayoría simpatizantes de Zelaya que se encontraban en la calle festejando su regreso y pidiendo su restitución.

"Hay muchos con golpes y cuatro heridos de bala fueron llevados al Hospital Escuela, estamos dispersos en varias calles cercanas a la Embajada", dijo Juan Barahona, dirigente del Frente de Resistencia contra el Golpe.

Tras desalojar a los manifestantes, los militares "han allanado las casas que están al lado de la Embajada", indicó Zelaya.

Los militares colocaron altavoces y comenzaron a tocar de forma estridente el himno nacional de Honduras, siguiendo el ejemplo de las tropas estadounidenses en Panamá para hostigar al ex dictador Manuel Antonio Noriega, después de que se refugiara en la Nunciatura Apostólica tras la invasión de 1989.

"Yo pienso que hay que buscar un acercamiento directo para lograr la paz. Luchar por los pobres nunca debe ser un delito, luchar por restablecer la democracia no debe ser un delito", expresó Zelaya, derrocado y expulsado de Honduras tras el golpe de Estado del 28 de junio.

Zelaya afirmó que el presidente de facto, Roberto Micheletti, impuso el toque de queda de 26 horas y cerró los aeropuertos para "aislar más a Honduras" con el fin de impedir la llegada de misiones internacionales en busca de una salida negociada a la crisis. "Están paralizando la circulación de aviones y en los aeropuertos para evitar que vengan las misiones internacionales", dijo Zelaya.

Otros países también han pedido una salida negociada a la crisis, pero Micheletti ha adoptado una postura más dura tras el retorno de Zelaya.

Así, tras su vuelta por sorpresa de Zelaya, Micheletti dio por terminada la mediación del presidente costarricense y Premio Nobel de la Paz, Óscar Arias. Las fronteras terrestres de Honduras también estaban cerradas en la práctica, debido al toque de queda, al igual que los aeropuertos. "Lo de él (Arias) ya terminó", dijo Micheletti la noche del lunes.

No obstante, Micheletti, garantizó ayer al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que no intentará sacar por la fuerza a Zelaya de la Embajada de Brasil. "Nosotros vamos a respetar su sede porque ésa es la tierra de Brasil", dijo Micheletti en declaraciones a la prensa local desde la Casa Presidencial. Pero dejó claro que no intervendrá en la sede diplomática "siempre y cuando ellos (Brasil) contesten a nuestras peticiones", las cuales no especificó.

Desde Nueva York, Lula pidió ayer a los "golpistas" que "no entren a la Embajada brasileña" en Tegucigalpa y defendió su decisión de permitir a Zelaya refugiarse en esas instalaciones, porque su Gobierno está haciendo "lo que cualquier país democrático haría".

Por su parte, Micheletti arremetió contra la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, quien el lunes dijo que "ahora que el presidente Zelaya volvió, sería oportuno devolverle su puesto" y "devolver a Honduras el orden democrático y constitucional".

Estados Unidos, la UE y los países latinoamericanos han aislado al régimen de facto, y consideran a Zelaya como el presidente legítimo.

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