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Daniel Kutner. Embajador de Israel en España

"Palestinos e israelíes debemos concienciarnos de que habrá que hacer concesiones"

  • Acaba de desembarcar en España con la intención de seguir ampliando y mejorando unas relaciones que van a cumplir 30 años y en las que hay importantes acuerdos y desacuerdos.

Daniel Kutner (Buenos Aires, 1955) tiene un fondo duro, muy alejado de la imagen mundana y relajada de los diplomáticos europeos. Viste con la corrección propia del cargo pero con desdén por la elegancia. Se le ve mucho más cómodo en las fotos en las que sale en camiseta con su mujer y sus dos hijas, como una familia judía de clase media forjada en los kibutz y el Ejército. No es muy optimista con el resultado de la entrevista y, al despedirse del periodista, le dice con escepticismo: "Ha estado bien la conversación, pero veremos lo que sale luego". Debe ser difícil representar al Estado de Israel en Europa, un continente donde existen amplias corrientes de opinión propalestinas. Sin embargo, tiene algo que lo hace simpático a los ojos del entrevistador: el buen recuerdo que guarda de cuando sus abuelos, judíos de origen polaco, lo llevaron a ver La verbena de la Paloma en Buenos Aires. Arabista de carrera, estuvo investigando para su tesis en el Madrid de la movida, aunque reconoce que la mayor parte del tiempo la pasó "enterrado en papeles y libros en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores y la Biblioteca Nacional". Era un sionista comprometido con la causa de Israel y las banalidades se las dejaba a otros. Ahora, con la Embajada en España, dice haber culminado el sueño de su carrera profesional.

-Usted es un judío de origen argentino que, siendo muy joven, decide marcharse a Israel a trabajar en un kibutz en 1973, unos años especialmente duros en Oriente Próximo. ¿Por qué dio el paso?

-Mi familia era muy sionista y estaba bastante comprometida con Israel. Yo había visitado unos años antes el país durante un viaje que realicé con mis abuelos y que me impresionó mucho. Quería participar en la aventura de la construcción del Estado de Israel. Cuando terminé el Bachillerato hice mis maletas.

-Siempre recuerdo la definición de kibutz que nos enseñaban en el BUP: "economía socialista inmersa en un sistema capitalista".

-El kibutz es una aldea comunal donde cada miembro contribuye según sus posibilidades y recibe según sus necesidades. Yo estuve varios meses, la mitad del tiempo trabajando y la otra perfeccionando mi hebreo. Al principio fue un choque, pero era lo que esperaba.

-Ha dicho alguna vez que ser embajador en España era su meta profesional.

-Apenas ingresé en el Ministerio de Asuntos Exteriores me dieron la oportunidad de completar las investigaciones de mi tesis doctoral sobre las relaciones de España con el mundo árabe entre 1945 y 1956, desde el final de la II Guerra Mundial hasta la independencia de Marruecos. Fue en el verano 1985 y estuve dos meses en Madrid, periodo en el que pude tratar al que era embajador de Israel ante la Unión Mundial de Turismo, con sede en esta ciudad, pero que en realidad era nuestro representante oficioso en España, Samuel Hadas. Su trabajo me pareció apasionante, especialmente cómo se iba relacionando con las fuerzas vivas para ir sentando las bases de lo que luego iban a ser las relaciones diplomáticas entre España e Israel. En aquel periodo me enamoré de Madrid.

-El franquismo nunca tuvo relaciones oficiales con Israel y siempre prefirió hablar de "nuestra tradicional amistad con los pueblos árabes".

-Tenga en cuenta que, al principio, Europa le dio la espalda a Franco y España tuvo que buscar apoyos en dos áreas: Iberoamérica y el mundo árabe, regiones donde se piensa que hay condiciones para establecer relaciones beneficiosas. En aquellos años había un problema fundamental para Madrid: el Protectorado del Norte de Marruecos. Quería tener buenas relaciones con el mundo árabe para evitar ser tildada de país colonialista al estilo de Inglaterra y Francia. En ese sentido, no reconocer a Israel era parte de la estrategia. Posteriormente, tras la independencia de Marruecos, España necesitaba el favor árabe por el tema de su dependencia del petróleo, especialmente después de la guerra de 1973, cuando los países árabes impusieron restricciones en el suministro del crudo. Por esto siguió ignorando a Israel y apoyando más que otros países europeos a la causa palestina.

-Con la democracia se establecieron estas relaciones diplomáticas. Ahora se van a cumplir 30 años.

-Una vez que España entró en la OTAN e iba a ingresar en la Unión Europea ya no podía estar tan desfasada en sus relaciones con Israel. Finalmente, en enero de 1986, con el gobierno socialista de Felipe González, se abrieron las embajadas.

-Tenemos un pasado de desencuentros, cuyo ejemplo más palpable fue la expulsión de 1492.

-Israel es el país en el que viven más descendientes de sefardíes, una de las páginas más gloriosas pero también más trágicas de la historia del pueblo judío. Para nosotros, la expulsión de 1492 fue una catástrofe de dimensiones históricas. Por eso creo que tanto España como nosotros estamos ahora ansiosos por mirar al futuro sin olvidar el pasado.

-Prueba de ello son las buenas relaciones y la reciente concesión de la nacionalidad española a los sefardíes que lo soliciten. Pero, dígame algo que no vaya bien.

-Pese a que la relación es muy buena y el diálogo abierto y sincero, siempre hay cosas que mejorar. Por ejemplo, no estamos de acuerdo con el etiquetado que Bruselas obliga para los productos agrícolas y cosméticos fabricados en los asentamientos israelíes de Cisjordania, Jerusalén Este y el Golán.

-Eso lo hace la UE para distinguir los productos fabricados dentro de las fronteras de Israel internacionalmente reconocidas de los elaborados en territorios ocupados.

-Son territorios administrados por Israel. Tememos que este etiquetado de la UE de aliento a aquellos que quieren imponer un boicot a los productos israelíes. También tenemos abierto un diálogo sobre cómo podemos avanzar en el proceso de paz con los palestinos.

-Entiendo que diálogo es aquí sinónimo de discrepancia, pero resaltemos ahora algo bueno.

-Mantenemos excelentes relaciones económicas que queremos ampliar y la cultura israelí es muy bien recibida en España. Hay un gran acuerdo sobre múltiples aspectos.

-En España interesa mucho eso que se llama el ecosistema económico israelí, basado en una red de empresas con alto contenido de I+D y en una apuesta continua por el talento.

-Ése es un tema en el que nuestras relaciones pueden avanzar mucho. Hoy en día, Israel es una economía que exporta alta tecnología y algunas de nuestras experiencias pueden ser aprovechadas por otros países como España. Sentimos que en España hay un gran interés no sólo en incrementar el comercio entre los dos países, sino también en subir las inversiones por parte de los dos lados.

-Voces muy informadas siempre han sostenido que los servicios de inteligencia españoles fueron adiestrados por el Mossad. ¿Fantasías?

-Hay cosas escritas sobre las relaciones entre nuestros servicios secretos antes, incluso, del inicio de las relaciones diplomáticas, pero sobre este tema no puedo contribuir.

-En España hay una potente corriente de simpatía hacia el pueblo palestino. ¿Qué opina usted de esto?

-Quiero decirle que también nosotros somos propalestinos; también queremos llegar a un acuerdo con nuestros vecinos sobre un Estado palestino. Pero que tenemos serias dudas sobre la política de los palestinos hacia nosotros. Por ejemplo, ahora hay una oleada de asesinatos...

-La intifada de los cuchillos...

-Sí, hay gente que lo llama así. Lamentablemente vemos, que si bien los individuos actúan motu proprio, lo cierto es que hay un ambiente de hostilidad contra Israel que está avalado oficialmente. Muchos de estos asesinos pertenecen a organizaciones que actúan libremente en los territorios de la Autoridad Palestina, que tiene una política de glorificación de la violencia, del suicidio terrorista. Estamos muy decepcionados con esa actitud que sólo lleva a la exacerbación de la violencia. En este ambiente es difícil negociar. Aún así estamos abiertos al diálogo.

-Las cosas no siempre se ven igual aquí en Europa. Muchas veces se observa una sobreutilización de la fuerza por parte de Israel, con bombardeos sobre núcleos urbanos donde hay civiles, muchos de ellos niños.

-Los bombardeos nunca son indiscriminados y siempre intentamos usar el mínimo de fuerza necesario para lograr el objetivo. En la operación de Gaza del año pasado, Israel no tuvo más remedio que actuar debido a que Hamas y sus aliados iniciaron una campaña de bombardeos indiscriminados contra ciudades israelíes. Nos vimos obligados a responder e intentamos hacerlo de la forma más quirúrgica posible. La estrategia de Hamas consiste en lanzar los cohetes desde zonas pobladas para obligarnos a actuar en ellas. Intentamos hacerlo causando el menor número de víctimas posibles, pero no se puede hacer lo imposible.

-Una pregunta un tanto ingenua pero necesaria: ¿Es posible la paz? ¿Es posible que convivan en la zona un Estado israelí con otro palestino?

-Yo creo que sí. Por lo pronto los palestinos tendrían que aceptar el volver a la mesa de negociaciones y las dos partes debemos concienciarnos de que habrá que hacer serias concesiones. Tengo la impresión de que Israel está más mentalizada sobre este aspecto. Lamentablemente, cuando analizamos la propaganda palestina, sus libros de texto, no vemos que haya una preparación para la paz. Hace falta devolver la calma para crear el clima de confianza mutua que es imprescindible para llegar a un acuerdo.

-Usted es especialista en mundo árabe. ¿Cuál es su opinión sobe las raíces del yihadismo?

-El tema es muy difícil de tratar brevemente. El yihadismo tiene varias raíces, pero de forma general tenemos que referirnos al fracaso del islam de adaptarse a la modernidad en los últimos doscientos años. El islam es una religión que se forjó en la victoria, pero en los últimos quinientos años ha ido perdiendo terreno frente a Occidente. Esa brecha creció después de la Revolución Industrial, donde la diferencia en tecnología militar aumentó considerablemente. Sume también el colonialismo europeo del siglo XIX, la destrucción del Imperio Otomano a principios del XX... Todo eso fue creando una crisis en la sociedad árabe que se intentó resolver de distintas maneras: el liberalismo de corte occidental de las élites, el socialismo panarabista... Esas ideologías entraron en bancarrota en los años setenta.

-¿Por qué no resulta atractivo el liberalismo moderno?

-Porque estaba asociado a las élites corruptas que dominaban estados dictatoriales basados en los servicios secretos. Este vacío fue ocupado por una versión del islam que habla de retornar a las fuentes, pero como sucede periódicamente en el mundo musulmán, una parte de este movimiento tomó un carácter extremista y se llegó a tildar a los gobernantes árabes de apóstatas o infieles, reivindicando la necesidad de una guerra santa contra ellos. Algunos, incluso, tildan a toda la comunidad islámica, menos a ellos, de infieles, por lo cual están en guerra contra todo el mundo. Lamentablemente ése es el islam que está gobernando en el autotitulado Estado Islámico y el de los movimientos yihadistas que también tienen sus metástasis en las comunidades islámicas europeas, que en su mayoría son moderadas, pero que albergan grupos que se contagian de ese fervor yihadista que viene de Medio Oriente.

-De hecho hay muchos que opinan que el yihadismo es, sobre todo, una guerra civil árabe.

-Sí, antes que nada el yihadismo es un problema del mundo islámico, porque es una guerra no solamente en el terreno, sino también en el campo de las ideas. Por desgracia, vemos que las voces del extremismo suenan más fuertes que las de la moderación, cuyos argumentos siempre son más sofisticados y difíciles que los radicales.

-¿Cómo se ve desde Israel al Estado Islámico?

-Como en todo Occidente vemos que, en general, supone una amenaza para la región y el resto del mundo. Creemos que esa organización cuasi estatal que ha surgido entre Iraq y Siria debe ser frenada y destruida, pero para eso hace falta la movilización de los estados de la zona y eso es el punto débil de la situación actual.

-¿Qué opina de esas teorías que dicen que el EI es fruto de algunos servicios de información de la zona e, incluso, tuvo apoyo de la CIA?

-Siempre hay gente que vive de las teorías conspirativas. Aunque en alguna etapa pueda haber existido un apoyo de aquí o de allá, un fenómeno de esta naturaleza no puede prosperar si no tiene raíces en la zona.

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