Cinco años de la Primavera Árabe
Las revueltas de hace un lustro en Túnez removieron países islámicos con consecuencias bien distintas.
Hoy hace cinco años desde que miles de manifestantes en Túnez encendieron la mecha de una revolución que llegó a extenderse a casi todo el mundo árabe. Mientras que en varios países sólo hubo protestas aisladas, otros se hundieron en sangrientas guerras. A continuación, un repaso de la Primavera Árabe y sus consecuencias.
Un joven desempleado desesperado por la arbitrariedad de las autoridades se quemó a lo bonzo en diciembre de 2010. Después del incidente, miles de personas salieron a las calles para reclamar reformas. Había estallado la Revolución de los Jazmines. En enero de 2011, el presidente Zine el Abidine Ben Ali huyó para exiliarse en Arabia Saudí. La economía tunecina entró en barrena. Grupos extremistas vieron aumentar su número de seguidores y cometieron atentados. Aun así, la transición de Túnez a la democracia fue un éxito. En 2014 se aprobó una nueva Constitución, después de lo cual la población eligió un Parlamento y un presidente.
El reino de Marruecos, relativamente estable desde el punto de vista político, cuenta con un Parlamento elegido libremente y un sistema pluripartidista. A principios de 2011, grupos de manifestantes reclamaron en las calles más democracia y justicia social. El rey Mohamed VI tranquilizó a la población con una reforma constitucional, medidas para combatir la pobreza y la convocatoria de elecciones anticipadas.
Después de la caída de Muamar el Gadafi, en octubre de 2011, este país, rico en petróleo, dio al principio algunos pasos en dirección a la democracia. Hoy, sin embargo, el caos impera en Libia y el Estado está prácticamente desintegrado. Hay dos gobiernos y dos parlamentos, mientras milicias islamistas y fuerzas nacionalistas combaten entre ellas. La milicia terrorista Estado Islámico (EI) se ha hecho fuerte en algunas zonas del país. Un acuerdo mediado por Naciones Unidas para formar un Gobierno de unidad nacional no ha sido implementado hasta el momento.
Protestas masivas en El Cairo forzaron en febrero de 2011 la caída del presidente Hosni Mubarak, en el poder desde 1981. Posteriormente, los Hermanos Musulmanes ganaron las elecciones. Pero, en la población fue creciendo la oposición al presidente islamista Mohamed Mursi, que finalmente fue derrocado por el Ejército en julio de 2013. Desde que el ex general Abdel Fattah el Sisi se hizo con la presidencia, el Gobierno aplica una política de mano dura contra los islamistas. Miles fueron detenidos y cientos condenados a muerte. Una y otra vez ocurren en Egipto atentados perpetrados por yihadistas. Recientemente fue elegido un nuevo Parlamento, que hasta el momento no ha desempeñado ningún papel en la vida política.
El presidente Bashar al Asad reprimió en 2011 con violencia las protestas contra su régimen. La represión dio lugar a una guerra civil que hasta el momento ha causado la muerte de más de 250.000 personas. Unos 12 millones de sirios han huido de sus hogares. Asad perdió el control sobre amplias regiones del país, conquistadas por grupos rebeldes y yihadistas como el EI. Todas las conversaciones de paz celebradas hasta ahora han fracasado y no se vislumbra el fin a la guerra.
Tras manifestaciones multitudinarias, el Parlamento aumentó desde febrero de 2011 su influencia y tiene ahora una mayor participación en las decisiones del Gobierno. Sin embargo, la última palabra la sigue teniendo el rey Abdula II. Jordania ha acogido a muchos refugiados y desde su territorio se realizan ataques aéreos en Siria.
El Gobierno dimitió en noviembre de 2011 a raíz de protestas protagonizadas por apátridas, que representan una gran parte de la población, y tras una prolongada crisis gubernamental. Más tarde fue disuelto el Parlamento. Previamente a las elecciones adelantadas de 2012 se produjeron disturbios. Pero, la situación se tranquilizó por una serie de concesiones sociales y económicas ofrecidas por la dinastía Al Sabah.
A principios de 2011 hubo en varias localidades chiíes de la provincia oriental, rica en petróleo, protestas que fueron reprimidas violentamente por la Policía. Las manifestaciones están prohibidas en el reino saudí. En 2014, el clérigo chií Nimr al Nimr, líder de las protestas de 2011, fue condenado a muerte. El 2 de enero de 2016 fue ejecutado junto a 46 personas.
La dinastía suní que gobierna este Estado insular próximo al Golfo Pérsico reprime a la mayoría chií. En marzo de 2011, el Ejército bahreiní sofocó una prolongada serie de protestas del movimiento reformista. Arabia Saudí envío tanques en apoyo del rey Hamad ben Issa al Jalifa.
En 2011 se desataron protestas que llevaron a la caída del presidente Ali Abdula Saleh, en el poder desde hacía muchos años. Desde entonces, la situación en Yemen no ha vuelto a la calma. Hasta hoy, rebeldes chiíes hutíes luchan en una guerra civil contra tropas del Gobierno suní, que cuenta con el apoyo de una coalición internacional encabezada por Arabia Saudí.
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