La batalla de las mujeres rusas

La negativa a llevar escolta ha convertido a las activistas en objetivo de los desalmados

En un país donde los hombres se agarran a la botella cuando llegan los problemas, ellas mantienen viva la lucha por los derechos humanos y eso les suele costar la vida

Varias personas sostienen fotografías de la activista Natalia Estemirova durante una manifestación por su asesinato en Moscú.
Varias personas sostienen fotografías de la activista Natalia Estemirova durante una manifestación por su asesinato en Moscú.
Ignacio Ortega / Moscú

30 de julio 2009 - 05:03

El asesinato de la veterana periodista y activista Natalia Estemirova ha puesto sobre la mesa la ingrata labor que realizan desde hace años en Rusia un grupo de mujeres, que arriesgan diariamente sus vidas para defender los Derechos Humanos.

"Las mujeres rusas son socialmente más activas y psicológicamente más fuertes que los hombres del país. En cuanto surge cualquier problema, los hombres se abrazan a una botella", señala Valentina Melnikova, veterana activista que defiende los derechos de los reclutas.

Estemirova era la principal investigadora de los abusos de los Derechos Humanos en el Cáucaso, labor en la que colaboró durante años con otra mujer de gran coraje, la periodista Anna Politkovskaya, también asesinada en 2006.

Otra mujer, Ludmila Alexeyeva encabeza la filial rusa del Grupo de Helsinki, mientras la abogada chechena Lidia Yusupova, que trabajó para la organización de Derechos Humanos Memorial como Estemirova, ha sido varias veces candidata al premio Nobel de la Paz.

En Beslán, ciudad donde más de trescientas personas murieron -186 niños- cuando un comando checheno se apoderó de una escuela, Ella Kesayeva y otras madres han sido las únicas que han levantado la voz para criticar la operación de rescate conducida por las fuerzas de seguridad del país.

Esa prominencia y su negativa a llevar escolta han convertido a las activistas rusas en objetivo de los desalmados a los que precisamente ellas intentan desenmascarar con su encomiable y continua labor de denuncia.

"En la época soviética el código penal permitía encarcelar a los activistas que disentían con el régimen. Ahora, como la Constitución nos defiende, pues recurren al asesinato a sangre fría", señaló Alexeyeva, veterana defensora de los Derechos Humanos.

Esta mujer habla sin tapujos de "terrorismo de Estado" y responsabiliza de la actual situación al ex presidente y actual primer ministro, Vladimir Putin, por cultivar "el culto a la fuerza" en la sociedad rusa.

"Se trata de gente incómoda para el régimen. Rusia no es una democracia, sino un sistema autoritario en el que se persigue la libertad de expresión. Putin ha creado un sistema vertical de poder similar al existente en tiempos de la URSS", señaló.

Melnikova, que describe los asesinatos de Estemirova y Politkovskaya como una "cruel maniobra de intimidación", también considera que la mano negra del Estado está detrás de las muertes de las activistas.

"Natalia (Estemirova) era consciente del peligro que corría en todo momento, pero no tenía nada que perder. La asesinaron por el trabajo que hacía, porque estaba dando en el clavo. Las mujeres rusas tenemos un alto sentido de la Justicia. No soportamos la crueldad humana", comentó.

Al respecto, apuntó que el día que mataron a la activista, que residía en Grozni, capital chechena, tenía varias citas, entre ellas, una con funcionarios del Ministerio del Interior local.

"Alguien tuvo que recibir un soplo, si no, no se entiende", dijo Melnikova, presidenta de la Unión del Comité de Madres de Soldados (UCMS), que añade que ella "no tiene miedo a que la maten".

Ante la inacción de las autoridades políticas y militares, Melnikova, que perdió a dos hijos en la guerra de Afganistán, creó la UCMS para evitar el envío de reclutas sin experiencia en combate a "puntos calientes".

Ahora, defiende la profesionalización del Ejército ruso, proyecto que el Ministerio de Defensa barajó en algún momento, pero que ahora parece aparcado indefinidamente.

Por su parte, Alexeyeva recuerda que decidió comprometerse en la lucha por la defensa de los derechos básicos de la persona "hace 40 años".

"Nací en otro país, la URSS. Decidí convertirme en activista cuando fui consciente de que el régimen comunista soviético no respetaba a sus ciudadanos, sino que los maltrataba", indica.

Alexeyeva considera que "el petróleo y el gas no sirven de nada si un país no respeta los Derechos Humanos", aunque se opone a una "revolución" para reformar el país, dado el historial violento de Rusia.

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