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Juan Franco. Alcalde de La Línea

"El 'brexit' deja a La Línea en una encrucijada histórica"

  • En estado de 'shock' desde que conoció la decisión del pueblo británico de abandonar la UE, la primera autoridad linense admite que la ciudad se enfrenta a una situación de incertidumbre y llama a la unidad política.

El alcalde de La Línea, Juan Franco (100x100), siente que el virus del brexit ha hecho escala en la ciudad que gobierna hace poco más de un año. Franco confía, al menos públicamente, en la unidad de las fuerzas políticas locales para hacer frente a unas consecuencias difíciles de pronosticar y envía un mensaje de tranquilidad a sus convecinos. El joven político se somete a la entrevista en su propia casa, en un ambiente distendido, como queriendo ahuyentar el estado de shock en el que, admite, se encuentra desde que conoció la decisión del pueblo británico de abandonar la Unión Europea.

-¿Tiene la sensación de ser el alcalde más preocupado por el brexit fuera del Reino Unido?

-Sin temor a equivocarme, sí. La historia demuestra que La Línea existe porque Gibraltar es inglés. De no haber sido así seríamos la parte norte de esa ciudad. Eso ha conllevado a que exista una relación estrechísima, en todos los apartados. Es evidente que la dependencia actual de nuestra economía con respecto a Gibraltar es total. Estamos trabajando porque consideramos que esa situación no es la adecuada, que necesitamos una economía complementaria, pero lo cierto es que aunque hemos dado los primeros pasos en muchos asuntos, en ése el progreso es mínimo. La conclusión es que la estructura económica de nuestro pueblo está basada en un sector servicios, entre otras cosas porque el término municipal es el que es y no existen grandes industrias, porque la empresa más grande que existe es el Ayuntamiento, porque tenemos un treinta y ocho por ciento de paro y porque, sin que existan estadísticas oficiales, hay siete mil linenses que cruzan todos los días la frontera para ir a trabajar. Y yo me temo que son muchos más y me baso en los últimos datos presupuestarios del Gobierno de Gibraltar, de 2015, que reflejan que hay unos 13.500 trabajadores que no son de allí. De esa cantidad, seguro, una gran parte es de La Línea.

-¿Pensó alguna vez que una decisión tomada tan lejos iba a ser la más importante de su mandato?

-Es que yo, ingenuamente, creí que iba a imperar el sentido común y que el Reino Unido iba a votar que se quedaba. El viernes por la mañana desayuné con esto y la verdad es que pasé el día en estado de shock. Por un lado tengo el temor de que se paralice la inversión pública en Gibraltar y que eso suponga una reducción notable en la tasa de ocupación de empleo de nuestros vecinos y por otro, que nuestro pequeño y mediano comercio va a tener un futuro muy complicado si se desploman los ingresos de los gibraltareños y de los españoles que trabajan allí.

-¿Se puede hacer algo desde un Ayuntamiento para poner freno a una situación como ésta?

-Después de darle muchas vueltas he llegado a la conclusión de que puede ser una oportunidad. Estamos ante una encrucijada histórica. Desde el año 1969 [se refiere al cierre de la frontera] entiendo que éste es el momento más importante de la historia de esta ciudad, por la repercusión que pueda tener el brexit en todos los apartados. Lo primero que necesitamos es que pasen ya las elecciones que son otro elemento distorsionador, pero en espera de los resultados hemos fijado para el lunes [por mañana] un pequeño grupo de trabajo para elaborar un documento que refleje la repercusión que el brexit puede tener en la ciudad y, a partir de ahí, esperamos contar con un interlocutor en Madrid que nos escuche, como esperamos que lo haga la Junta de Andalucía. Nuestro fin es que nuestros vecinos no sufran las consecuencias de esta decisión.

-En sus primeras declaraciones tras el referéndum habló usted de la necesidad de poner de acuerdo a todos los partidos, algo que inevitablemente recuerda al pacto por la ciudad que en 1997 sirvió para conseguir la Carta Económica Especial. En la política de hoy ¿es eso posible?

-Estoy convencido de que sí, aunque también sé que va a ser muy difícil. En la primera conversación con los representantes de los partidos Popular y Socialista hubo mucha receptividad, aunque ahora todo está pendiente de las elecciones, que tenemos la suerte de que se celebran ya. Espero contar con el respaldo de todos, porque creo que podemos establecer un marco común. Todos estamos de acuerdo, sin entrar en más consideraciones, en que nuestra ciudad se ha visto condicionada por las políticas de Estado. Es necesario que fijemos una postura en conjunto que entiendo que se puede conseguir.

-Lo cierto es que el caldo de cultivo es muy diferente al de 1997.

-No es el de entonces, sin duda, pero tampoco es el de hace dos años. Uno de nuestros logros en este año de mandato es que la crispación política ha bajado y eso ayuda.

-Como alcalde de La Línea, que además pertenece a un partido localista, en esta coyuntura ¿prefiere que el resultado de las elecciones sea uno determinado, aunque no lo desvele?

-Ufff. Si esta pregunta me la hubiese hecho hace una semana, quizás hubiese respondido que sí. Ahora mismo estamos envueltos en una incógnita. No sabemos ni qué va a pasar con el brexit ni quién gobernará en España, ni los planes de futuro de estos últimos. Desconozco si va a mantenerse la misma política de Estado que entre otras cosas a nosotros nos dio carta blanca para tratar cualquier asunto con Gibraltar a nivel doméstico. ¿Con qué nos encontraremos si cambia el ministerio? No se sabe. Igual la política del Ministerio de Exteriores de otro partido es buenísima y positivísima para La Línea e igual no. Yo confío en que reine la cordura.

-Más como linense que como alcalde, ¿por qué cuesta tanto trabajo explicar fuera de aquí que a la mayor parte de los vecinos de esta ciudad les importa más bien poco qué bandera ondea en Gibraltar y sí les interesa el estatus del Peñón y que un montón de padres de familia puedan seguir trabajando allí?

-Muy sencillo, por puro desconocimiento. La ignorancia es muy peligrosa, porque además suele generar hostilidad hacia lo que se desconoce. En el momento en el que se les empieza a explicar las cosas y, sobre todo, cuando comprueban que el gibraltareño es un ciudadano como él, que no tiene rabo ni cuernos, generalmente la opinión cambia. Es obvio que miran por sus intereses y es muy probable que si nosotros estuviésemos al otro lado de la frontera pensásemos como lo hacen ellos. Hay cosas que no comparto con ellos, como nos sucede a todos con los que nos rodean, pero hay muchas en las que estoy de acuerdo. A mí me gustaría que nuestra ciudad contase con unas condiciones económicas que nos permitiesen no ser dependientes de Gibraltar, pero ésa no es la realidad. Lo que no puede suceder es lo de 1969, porque se potenció el puerto de Algeciras, se estableció una acería en Los Barrios, una refinería en San Roque y a nosotros nos tocó la pedrea: un estadio enorme que no podemos mantener y que a pesar de que la Federación de Gibraltar se brinda a arreglarlo para jugar en él no nos lo permiten y un parque [Princesa Sofía] que puede que sea el más grande que haya en la provincia, pero que necesitaría veinte jardineros para mantenerlo en condiciones, cuando el Ayuntamiento cuenta con trece para toda la ciudad.

-¿La solución entonces?

-Hace falta un plan y por eso me gustaría que el mensaje que le llegase a la ciudadanía es que puede que estemos ante una oportunidad histórica y que si las cosas se hacen con una visión a largo plazo podemos conseguir muchas cosas, llámese Carta Económica Especial o como se quiera. Tampoco quiero aventurar muchas cosas.

-En una entrevista concedida a Europa Sur el primer ministro de Gibraltar, Fabián Picardo, habló de una zona logística común "a modo de Zona Franca" en la que trabaja con usted y con el acalde de San Roque, Ruiz Boix. ¿Qué hay de ese tema?

-Nosotros estamos en tratos con Zona Franca de Cádiz, pero necesitamos que exista un nuevo Plan de Ordenación Urbana, porque el actual nos tiene maniatados. El término municipal es el que es, el suelo no sobra y aunque es verdad que se mencionó de pasada en una reunión, ahora mismo, con las circunstancias urbanísticas que tenemos, cualquier planteamiento de este tipo es casi utópico, pero siempre estamos abiertos a cualquier acuerdo con las autoridades de Gibraltar que pueda revertir en un beneficio mutuo.

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