Alegría de vivir
Crítica teatro
Campanadas de boda. La Cubana. Guión y dirección: Jordi Milán. Intérpretes: Xavi Tena, Toni Torres, Maria Garrido, Meritxell Duró, Annabel Totusaus, Alexandra Gonzàlez, Babeth Ripoll, Bernat Cot, Montse Amat, Oriol Burés, Àlex Esteve. Música: Joan Vives. Escenografía: La Cubana/Castells Planas. Coreografía: Leo Quintana. Vestuario: Cristina López. Luces: Adrà Ferré. Video: Josep M. Marín. Lugar: T. Lope de Vega. Fecha: Jueves, 6 de junio de 2013. Aforo: Completo.
Cuando a Meryl Streep le preguntaron por qué decidió hacer Mamma mia contestó que se sintió tan bien y reconfortada cuando la vio en el teatro (justo después de los atentados del 11-S en Nueva York) que quiso participar en algo que hiciera feliz a la gente. Algo muy parecido ocurre con Campanadas de boda de La Cubana. La historia que nos cuenta es muy simple. También habla de una boda. De una boda y del teatro que todos hacemos cuando nos enfrentamos a este tipo de rituales sociales de los que todos abominamos pero que forman parte inherente de nuestra vida en comunidad.
A partir de aquí comienza el derroche de imaginación, la alegría de vivir que emana de cada escena de la pieza y el innegable poderío de sus intérpretes, maestros de la parodia, que se multiplican para dar vida a distintos personajes en una pirueta teatral sin fin.
Los que conocen a La Cubana tienen la oportunidad de reencontrarse con lo mejor de su estilo, ahora engrandecido por la experiencia acumulada.
Los que la vean por primera vez no saldrán de su asombro porque se verán sumidos en un monumento al teatro, a la música, al puro divertimento, y serán transportados, sin darse cuenta, al interior del mismo espectáculo. Porque si en algo La Cubana ha acertado siempre ha sido en la habilidad que tiene para seducir al espectador, tomarlo de la mano y hacerlo participar como si fuera un intérprete más.
Campanadas de boda encierra muchas sorpresas. La primera es que el guión de Jordi Milán se adecua, como una funda, a la ciudad de Sevilla. Los protagonistas, que nacieron catalanes en su estreno en Barcelona, ahora son sevillanos. Las referencias a la ciudad son tan prolijas que uno llega a creer que se escribió así desde un principio. Lógicamente esta deferencia ayuda, sin duda, a que los espectadores sientan el espectáculo como propio.
Otra de las sorpresas nos la depara el cambio de decorados y la transformación del teatro con nosotros dentro. Pero no quiero dar más pistas.
Sólo recomendar que el espectáculo con el que el teatro Lope de Vega cierra su temporada debería poder ser disfrutado por todo el mundo.
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