Antonio Canales, bailaor | Festival de cine de Sevilla

Lo que sí hizo Antonio Canales

El bailaor sevillano y su grupo en una imagen de 'Antonio Canales, bailaor'.

El bailaor sevillano y su grupo en una imagen de 'Antonio Canales, bailaor'.

Hay un momento en el trascurso de esta película en el que al director deja de interesarle Antonio Canales. Incluso al propio Antonio Canales deja de interesarle Antonio Canales. Porque el director adopta el punto de vista del protagonista del film, hasta el punto de que es el propio bailaor el que nos va contando su vida, a su manera … hasta ese momento. Ahí, la biografía se cambia por la loa, y la película me dejó de interesar. La historia deja de avanzar para convertirse en un ejercicio narcisista de adulación. Que Antonio Canales es uno de los grandes bailaores de su tiempo y de todos los tiempos, es de sobra conocido. Que fue el más influyente de su época, también. Pero no fue el primero en contar historias desde el flamenco. Tampoco fue el primer divo del baile jondo. Ni el primer artista flamenco que cuidó el vestuario, la música o la puesta en escena tanto como la coreografía. La verdadera loa sería seguir contándonos su vida, lo que hizo, lo que aportó al flamenco, que es lo que había hecho la película hasta ese momento. Todos los movimientos de la danza jonda de los últimos 30 años son revivals. Todos, menos uno. Ya hubo una vanguardia jonda y un clasicismo jondo. También un ballet flamenco. Incluso la Escuela Sevillana de Baile remite a algo anterior. No así lo que inventó Antonio Canales, eso que nosotros llamamos en su momento "flamenco hiperrítmico" y que consiste en adaptar a la danza lo que Paco de Lucía y Camarón habían hecho en el cante y en el toque y llevarlo a su máxima expresión. Es la aportación genuina de nuestro tiempo a la danza jonda. Pues bien, esa labor la llevó a cabo Antonio Canales y su legado perdura hasta hoy. Haber puesto el foco en esto que sí creó, hubiese sido más efectivo que esos últimos 40 minutos de loa vacua, llevada a cabo por personas en buena parte ajenas a lo jondo, aristócratas (¿todavía los hay?) y presentadores de programas viscerales. Para ello hubiese sido aconsejable que el director hubiese adoptado un punto de vista ajeno al del propio protagonista. Porque la película es como Canales es como artista: intensa, barroca, excesiva, torrencial, ciclotímica, narcisista, visceral. Hay un momento en el que Julio Bravo señala que quizá Antonio Canales no sea tanto un gran director como un intérprete con una increíble capacidad de creación. Por eso, en sus dos obras maestras, Torero y La casa de Bernarda Alba, necesitó de la colaboración de dos directores de escena. Y eso es lo que echo de menos en este film, dirección.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios