Antonio El Pipa baila "a cuerpo descubierto" en los Jueves Flamencos de Cajasol

El bailaor y coreógrafo ofrece esta noche un recital en el que hace gala de su casta por bulerías propia del barrio de Santiago de Jerez

Antonio El Pipa, en el Centro Cultural de la Fundación Cajasol.
Antonio El Pipa, en el Centro Cultural de la Fundación Cajasol.
Patricia Godino / Sevilla

04 de diciembre 2008 - 05:00

Desde que hace casi 12 años, Antonio Ríos Fernández, Antonio El Pipa, fundara su compañía con el estreno de Vivencias para el Lope de Vega de Sevilla, pocas veces se ha podido disfrutar del baile en solitario de este artista, miembro de una de las familias gitanas con más raigambre y tradición flamenca del barrio de Santiago en Jerez.

El ciclo los Jueves Flamencos de Cajasol ofrece esta noche la oportunidad de verlo "a cuerpo descubierto" en el espectáculo Recital, para el que está todo el papel practicamente vendido, como anunció ayer Manuel Herrero, coordinador del ciclo.

Le arropa sobre el escenario la voz metálica y personalísima de su tía Juana que para Antonio es "gitanería a raudales", además de la de Enrique El Extremeño y Morenito de Íllora. Las palmas y jaleos correrán a cargo de Luis y Ali de la Tota y la guitarra de Pascual de Lorca y Javi Íbañez. "Soy un hombre de retos y encerrarme en una plaza con seis toros es un reto grande", comparó. Para el coreógrafo, director y bailaor, el de Sevilla es un público que "siempre" le ha dado cariño y en el que "los oles se escuchan a tiempo y eso anima". Para esta tercera vez ante el público de la sala Joaquín Turina, El Pipa ofrecerá un "recital puro y duro" en el que se siente "a gusto" porque le baila "al cante, bailo para mí". Antonio abrirá con rondeñas, para pasar luego a martinetes-seguiriyas, tientos-tangos, soleá por bulerías, soleá y terminará con bulerías. "Al final se juntarán las voces de los tres cantaores" en un homenaje a este palo sin el que no se entiende la historia del flamenco, la de Jerez y la de nombres como Terremoto, Agujetas o Sordera. "Tenemos la suerte de que nuestras fiestas siguen siendo por bulerías", dice Antonio de un palo bullicioso y festero que su abuela, Tía Juana la del Pipa, "bailaba como nadie, remangándose la falda y con esos brazos. Era el baile en una losa".

Mantener la coherencia y el respeto a la palabra flamenco, "que es algo que se vende por si mismo y no le hace falta ningún acompañamiento" en tiempos de "fusión-confusión" no es sencillo. Por ello, apostar desde Jerez por montar una compañía propia que mueve unas 20 personas en lugar de "hacer los madriles" tiene mayor mérito. "Me he preocupado por tener una profesión, por montar mi compañía en mi tierra y puedo decir que no he vendido mi alma al diablo", declara orgulloso. A él le avala su carrera al lado de nombres como Cristina Hoyos, Matilde Coral, La Tati o Antonio Vargas. Por ello duda de los que atajan por la vía fácil, de los que dicen que Japón sigue siendo "la gallina de los huevos de oro" para los flamencos. "Mi compañía, por ejemplo, nunca ha viajado allí y yo actúo ante el público que me quiere, como el de Sevilla. Yo donde he ganado dinero es aquí, en mi tierra", insiste. No obstante, la de Sevilla será la última actuación del jerezano antes de su viaje a Japón para participar, del 10 al 22 de este mes, en unos cursos de la Asociación nipona de Flamenco.

Aparte de continuar llevando a los teatros Puertas adentro, un montaje "íntimo para gozarlo en escena", Antonio ampliará su faceta como empresario con la apertura en Jerez de La Lola, un espacio de ocio que rehabilita un convento del siglo XVIII que acogerá una programación cultural variada.

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