Cultura

El CAAC reconstruye 18 años de abstracción y riesgo en '1957-1975'

  • El centro propone una lectura de sus fondos con un arco temporal que va desde la creación del Equipo 57 hasta la muerte de Franco.

A partir de una nueva lectura de su colección permanente, de la que se ofrece una selección de 200 obras de 50 artistas, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo recorre en la exposición 1957-1975 casi dos décadas de creación, un período de planteamientos renovados en el que los autores apostaron por lenguajes abstractos y conceptuales. En la cita, el público se encontrará con fondos pertenecientes al CAAC que llevaban lustros sin poder verse, así como piezas que no se mostraban desde los años del Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, lo que convierte a la exposición en una oportunidad para disfrutar de un patrimonio al que no se puede acceder habitualmente, por razones de espacio, en el Monasterio de la Cartuja. 

Elena Asíns, Manolo Millares, Lucio Muñoz, Antonio Saura, Equipo Crónica y Soledad Sevilla son algunos de los grandes nombres de un catálogo que, no obstante, se puede leer como una suerte de homenaje a aquellos artistas que abrieron las miras en una Andalucía que se resistía a la modernidad. José Guerrero, Manuel Barbadillo, Equipo 57, el grupo AFAL, Gerardo Delgado, José Ramón Sierra, Pepe Soto y Juan Suárez forman parte de un itinerario en el que también se recuerdan iniciativas que promovieron esa ruptura con lo tradicional. El mencionado Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla y las galerías La Pasarela, Juana de Aizpuru y M-11, también en la capital hispalense, ayudaron a traer aires nuevos y a introducir en la comunidad las últimas tendencias durante los años 60 y 70. 

El trabajo del Equipo 57, que centra la primera sala, condiciona el arco temporal por el que transita la muestra. El año 57 registró cambios en un plano político -supuso el final de la autarquía y el comienzo del desarrollismo-, pero también significó un giro en la escena artística con la creación del grupo El Paso y del Equipo 57. ¿Eran conscientes ya, en el colectivo vinculado a Córdoba, de la trascendencia que su rebeldía iba a tener? "Sabíamos que estábamos haciendo algo que rompía el statu quo reinante", rememoraba ayer Juan Cuenca, uno de los integrantes de Equipo 57, ante un conjunto de gouaches y una película que se exhiben en el CAAC y que ellos crearon en los comienzos. "La idea era conectar con las corrientes europeas. España estaba cerrada, la gente no viajaba y nosotros sí lo hacíamos. Transcurrió el tiempo y seguimos trabajando, pero siempre con los nuevos planteamientos muy presentes". 

Gracias a 1957-1975, creadores como José Ramón Sierra, Juan Suárez y Gerardo Delgado se reencontraron con el entusiasmo de los años jóvenes, cuando La Pasarela, abierta en 1965 en la sevillana calle de San Fernando, divulgaba una concepción del arte más audaz que la que interesaba a la ciudad. De Sierra se recupera un cuadro de aquella época, procedente de la exposición Sobre La rendición de Breda, celebrada en 1967, un año después de que el autor ganara el premio que convocaba la galería. Una obra en la que predomina, en la densidad del Titanlux, un color al que se ha mantenido fiel Sierra: el negro. Esta tonalidad "saca a flote todo lo que está detrás, como un arqueólogo que saca lo que estaba enterrado", señala el artista, que comparte sala con Juan Suárez, que juega con los conceptos de anverso y reverso en su obra, y con Gerardo Delgado, del que se presenta en el CAAC una obra "antigua en cuanto a concepción", ya que fue pensada en los 70, pero "reciente en cuanto a ejecución" porque no fue hasta 2012 cuando pudo realizarla. 

Pepe Soto también ha podido cumplir un viejo sueño: un mural de gran formato que se inspira en un boceto para las oficinas del edificio Sevilla-1 y con el que el autor puede emular, al fin, a su querido Barnett Newman. "Él decía que los grandes formatos hacían sentir al espectador que la pintura lo envolvía, que eran la manera más física de entrar en la obra". Soto, que eligió en su producción "la línea recta, que era la creación del hombre: la curva está en la naturaleza", recordó ayer el deslumbramiento que le causó descubrir la plástica norteamericana, a autores como Newman o Rothko, gracias a las revistas que trajo a España un amigo. "Me sentí liberado. Entendí que la pintura era otra cosa distinta a lo que pensábamos, que lo fundamental eran la forma y el color". Elementos con los que quiere "crear emociones, una conexión sensible con el espectador". 

En otras salas de 1957-1975 se suceden los capítulos de la historia del arte de aquellos años: la mirada humanista del grupo AFAL, la Agrupación Fotográfica de Almería, es una de las paradas de un viaje que también se detiene en las geometrías de Manuel Barbadillo o Soledad Sevilla -una de sus piezas está donada por Gerardo Delgado- y en el arte de acción y en las prácticas sociales del cuerpo, una parcela representada por Bruce Nauman, Nacho Criado o Marta Minujín. El diálogo final entre Guillermo Pérez Villalta y Alfredo Alcaín, un creador de notable influencia en el primero, viene a ilustrar el auge de las tendencias figurativas que empieza a percibirse en torno al año 75, una fecha con marcado acento político por la muerte de Franco. 

Entre los registros documentales que abarcan las iniciativas de esas décadas destacan igualmente las publicaciones clandestinas del Archivo Histórico de Comisiones Obreras, un material que la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, que trabajó en sus comienzos para el sindicato, observaba con curiosidad y nostalgia. Uno de los carteles expuestos reza: "Si el andaluz acomodado piensa en Madrid y el andaluz pobre piensa en Barcelona, ¿quién piensa en Andalucía?". Muchos de los artistas recogidos en esta exposición sí lo hicieron: se quedaron en su tierra y trabajaron para familiarizarla con el futuro.

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