Cannes despliega sus bazas con Haneke y Giannoli
El austriaco presenta a concurso el árido drama en blanco y negro 'La cinta blanca' y el francés un filme basado en hechos reales, 'En el origen'.
El director austriaco Michael Haneke cautivó a la platea en el Festival de Cannes con Das Weisse Band (La cinta blanca), un árido drama en blanco y negro que evoca el cine de Ingmar Bergman. Ambientada en 1913, justo antes de la primera Guerra Mundial, la trama se desarrolla en una pequeña aldea protestante del norte de Alemania, donde ocurren incidentes y ataques extraños sin que nadie sepa quién es el autor.
La cámara de Haneke, como si de un bisturí se tratara, va diseccionando esta pequeña sociedad en la que todavía prevalecen condiciones de vida semifeudales y la autoridad sigue estando representada por el párroco (Burghart Klaussner) y el barón (Ulrich Tukur), de quien dependen los aldeanos. Los niños del pueblo siguen al pie de la letra las enseñanzas recibidas por sus mayores. Y Haneke se centra en esa educación moral impuesta a golpes, con castigos dolorosos, estricta y represiva que formó a la generación que más tarde tomaría las riendas del nazismo. El contrapunto a esta agobiante constelación es la figura del maestro, que representa la educación y el único que se aparta de ese desasosegante microcosmos.
En la rueda de prensa, en la que el director fue ovacionado, Haneke explicó que quería rodar una historia sobre niños que absolutizan los ideales de los padres. "Cuando un ideal es tomado como algo absoluto, se convierte en inhumano". El realizador señaló que no quería hacer una película del fascismo, porque eso hubiese dado la impresión de que sólo podría haber ocurrido en Alemania. Para Haneke cuando los ideales se convierten en valores absolutos se pervierten y ese es un problema que afecta a todos.
Especialista en representar la violencia, Haneke ya fue distinguido en Cannes como mejor director por Caché y ganó el Premio del Jurado con La pianista. Sus dos horas y media de película trastornan al espectador sin ver una sola escena de violencia, tan sólo a través de la frialdad con la que los padres actúan con sus hijos, la dureza de sus castigos o el rigor de la moral que convierte a los niños, criaturas angelicales, en unos personajes inquietantes y perturbadores. Con estas premisas, las evocaciones a Ingmar Bergman fueron casi inevitables. Haneke comentó que ama su cine, pero no fue el director que tenía en mente al rodar esta película. "Me gustaría que se viera como una película hanekiana", apuntó.
También fue bien recibida la propuesta del director más joven a concurso, el francés Xavier Giannoli, basada en hechos reales: A l'origen (En el origen). El actor François Cluzet se mete en la piel de un hombre que acaba de salir de la cárcel y que, intentando cometer una estafa, se convierte en el patrón de las obras de una carretera que insuflan esperanzas de prosperidad a un pequeño pueblo.
Giannoli, que topó con esta trama a través de una noticia de prensa, comentó que siempre está buscando esa verdad humana que motiva una historia. En este caso era la de esta persona que de no tener nada se convierte en un héroe de la localidad. Se convierte en alguien querido, en un amigo de los trabajadores y que quiere proteger a su gente. Algunos, comentó el director, se sintieron estafados pero hubo otros que lo entendieron tras conocer sus circunstancias. "Quiero creer en gente capaz de convencerme", añadió el cineasta. Cluzet encarna a alguien que "vive de la promesa que los demás ven en él y su lucha le da dignidad", añadió Giannoli.
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