el lazarillo de torres y el ciego de bujariza | Crítica de teatro

Cantos del pueblo

Manuel Martínez (Armónico) y Nati Villar (Guitarra) en un momento de la pieza

Manuel Martínez (Armónico) y Nati Villar (Guitarra) en un momento de la pieza / Alberto Roa Rodríguez

Producciones Nati Villar o lo que es lo mismo, Nati Villar y Manuel Martínez, nos presenta su segundo espectáculo tras aquella exquisitez que supuso La maleta de mi abuela que nos hizo viajar por los cinco continentes siguiendo las aventuras de una yaya llena de vida y curiosidad.

En su momento describimos a esta compañía residente en Torreperogil como poseedora de una fuerte vocación en temas de inclusión, diversidad y amor por el arte popular. Esta nueva producción pertenece de lleno a esa dedicación a lo popular  y que en este Lazarillo de Torres ... adquiere características de estudio etnográfico ahondando en los cantes y leyendas del acervo cultural de la provincia de Jaén.

De nuevo, la magnífica clown, Nati Villar, se convierte en el personaje entrañable de Guitarra y Manuel Martínez hace lo propio con el músico Armónico. Ambos abren el arca de la abuela Carmen y de ella, como la famosa Banda del Mirlitón de los años setenta, se nutren ahora convertidos, la primera, en el Lazarillo de Torres “Dicen que soy del mundo, de Torres dicen algunos y yo mismo me pregunto ¿De qué Torres si hay muchas?” y Armónico en el ciego “Yo nací en Bujariza, Tierra de mucho verdor, donde no faltaba nada, pan, aceite y buen licor”.. Estas cancioncillas de presentación dan paso a un espectáculo que recorre, entre jotas serranas, seguidillas, toreras de Santiago y mazurcas cantadas entre chascarrillos y romances, temas universales como el amor, la  vida, y el hambre, en el caso del lazarillo, un trasunto del de Tormes, que vive su propia aventura con un clérigo.

Dirigido a la familia, la narradora Nati Villar interactúa con el público con esa sabiduría que le da el dominio de las técnicas del clown acompañadas de una voz preciosa que suena melodiosa tanto al contarnos un cuento como al cantarnos una canción. Su compañero de viaje, Manuel Martínez, el ciego, adopta un marcado protagonismo porque el espectáculo está concebido como un recital y su personaje, Armónico, es el muñidor del repertorio musical.

El acabado de la pieza corre a cargo de Carmen de Giles, Flores de Giles y Antonio Flores que revisten de una personalidad inequívoca a los personajes conjugando lo clásico con texturas contemporáneas y una práctica y solvente escenografía.

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