Cenicienta 'reloaded'

Manuel J. Lombardo

01 de marzo 2008 - 05:00

Malos tiempos para la guerra de los sexos en la era de la violencia de género. Sin embargo, metido en su particular cápsula del tiempo, y a pesar de los aires de regeneración que se vislumbran desde los márgenes del género (Apatow, Anderson y compañía), Hollywood parece seguir creyendo en los viejos cuentos de hadas trasladados a los nuevos tiempos mediáticos de corrección política.

Es así como se entiende que 27 vestidos retome sin rubor alguno aquel trazo almibarado y cursi de las comedias románticas de los noventa protagonizadas por Julia Roberts, Meg Ryan, Sandra Bullock o Jennifer López, para presentarnos en sociedad al prototipo de la nueva Cenicienta urbana del siglo XXI, una eficaz secretaria enamorada de su jefe (un Edward Burns definitivamente integrado), aficionada a las bodas ajenas y firme creyente en el príncipe azul que la rescate de sus sueños que responde al físico encantador de la guapa televisiva Katherine Heigl (Anatomía de Grey, Lío embarazoso).

Bajo semejante esquema trasnochado, acrítico y ñoño, 27 vestidos se despliega entre canciones pop como improbable screwball comedy contemporánea (es un decir) en la que todo es tan previsible como la suma de dos más dos. Ahuyentados el misterio del destino final, la ambigüedad, los dobles sentidos, los giros inesperados o la picardía propia de lo mejor del género, la película grita así a los cuatro vientos su pobre y rutinaria condición nostálgica, retrógrada y ensimismada. Sálvese quien pueda, las mujeres primero.

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