Chicos del barrio 2.0

Crítica de Cine cine

Kiersey Clemons, Shameik Moore y Tony Revolori.
Kiersey Clemons, Shameik Moore y Tony Revolori.
Manuel J. Lombardo

17 de diciembre 2015 - 05:00

DOPE

Comedia, EEUU, 2015, 104 min. Dirección y guión: Rick Famuyiwa. Fotografía: Rachel Morrison. Música: Germaine Franco. Intérpretes: Shameik Moore, Tony Revolori, Kiersey Clemons, Blake Anderson, Zoë Kravitz, ASAP Rocky, Kimberly Elise, Tyga, Chanel Iman. Cines: Cinesur Nervión Plaza 3D.

Con los avales de Forest Whitaker y Pharrell Williams y los parabienes (sección afroamericana) de Sundance, Dope viene a cachondearse un poco de los estereotipos negratas que llevan circulando por el cine desde las últimas décadas, es más, hace de los años 90, de su estética a lo Príncipe de Bel-Air, de su música hip hop y de los peinados cepillo a lo Carl Lewis, toda una reivindicación de identidad cultural a contracorriente para mezclar los trazos y rituales de la comedia adolescente más loca, el trasfondo social de las películas de chicos de barrio y los mecanismos del género criminal en clave paródica en una coctelera a ratos muy divertida, sexy incluso, aunque a la postre algo timorata y blanda en sus conclusiones.

Dope transcurre en el barrio de Inglewood, Los Ángeles, territorio comanche dominado por las bandas y traficantes aquí rebajado en clave pop, un espacio donde tres amigos geeks, los raritos del instituto objeto de las burlas y bromas habituales, se verán envueltos en una trama de tráfico de drogas de la que intentarán sacar el máximo provecho sin renunciar a sus principios.

Famuyiwa sabe estirar el chicle de su amalgama de géneros y samplear con cierto desparpajo narrativo su cóctel de imágenes y músicas, dejando que sea su protagonista, Malcolm (Shameik Moore), el que ponga voz y cierto orden moral a la dinámica de un gueto en el que reivindicar, de paso, la batalla contra los clichés audiovisuales que aún acechan a los negros norteamericanos e incluso poner un granito de arena, siempre cachondo, tal vez inconsistente, en la lucha por la igualdad racial en estos tiempos en los que Michelle Obama no duda en rapear y bailar para sus campañas de concienciación social.

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